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Versión extraviada (11): reencuentro

1 noviembre, 2020
En Viterbo

Mi desvío, pasando por Bracciano, me ha permitido llegar a Viterbo sin que nadie me siga. La cita con Geschner es en un pequeño hostal cerca de la Universidad de Estudios de la Tuscia. Esta comarca se llamó así desde la Antigüedad Tardía y la Alta Edad Media. Su territorio corresponde con la Etruria, la tierra de los Etruscos.

Doy bastantes vueltas para poder aparcar en la zona de la ciudad universitaria. Viterbo es una ciudad medieval. En su centro es complicado dejar el coche. Por fin puedo acercarme a pie al lugar de la cita, que encuentro tras pasar bajo un arco centenario. Llamo por el celular frente al hostal y cual no será mi sorpresa que, tras Geschner, aparece mi viejo amigo Jeffrey, por la puerta de lo que, más que un hostal, podría ser una casa rural, si no fuese porque está situado en un centro urbano…

La universidad tiene un curso de master en Historia del Arte y Arqueología, en el que mi amigo cuenta con profesores a los que conoce desde hace años. En definitiva, un lugar donde pasar desapercibido…

Pero no adelantemos acontecimientos, pues he venido a discutir con ellos del estado de nuestras transcripciones, en particular de algunas que deparan notables sorpresas.

El hostal

Vengamos pues a algunos de los textos con los que he estado trabajando, empezando por la expulsión de los mercaderes del Templo…

María:

Mi prima María, la mujer de Cleofás, me contó algo que le habían narrado sus hijos que habían venido a buscarla para ir a Jerusalem a la Pascua. No quería preocuparme, pero al oírla, decidí venir yo también a Jerusalem para la fiesta.

Jesús estaba provocando cada vez más a las autoridades del Templo. Lo que había hecho esta vez era muy arriesgado. 

Desde que yo recuerdo, bajo los soportales y pórticos del Templo siempre ha habido puestos de comerciantes. Cuando llega la Pascua u otras grandes fiestas del pueblo judío, su número aumenta para poder aprovisionar a los peregrinos. Predominan los puestos de comida y de recuerdos, textos de la Torah y muchas otras cosas, sobre todo animales para el sacrificio. También se instalan puestos de cambistas para que los que vienen de lejos sin moneda romana puedan obtener la moneda local, pero todo esto se hacía en una zona no sagrada destinada a ello. 

Los sacerdotes reciben pagos e ingresan tasas y comisiones de los comerciantes y corren voces de que muchos se han enriquecido ilegalmente con ello, en vez de destinarlo al culto y al mantenimiento del Templo, así como al socorro de los pobres y las viudas como prescriben nuestra religión.

Por lo que me contaron, Jesús había entrado con grandes voces y había empezado a volcar mesas, azuzar a los animales y creado un gran revuelo gritando que la casa de oración, la casa de su Padre había sido convertida en cueva de ladrones. Juan y Santiago iban con él y mi prima, su madre, estaba preocupada porque también habían intervenido siguiendo a Jesús y zurrando a algunos comerciantes con varas que habían quitado a los vendedores de ganado.

Cuando llegaron los fariseos con una manípulo de guardias del Templo, Jesús estaba ya fuera de la escena rodeado de pobres y lisiados, la multitud empezaba a escucharle, y no se atrevieron a prenderle. Por lo visto, como había riesgo y él y los hijos de María habían sido bien identificados por los guardias y por algún sacerdote del Templo, y algunos comerciantes empezaban a reclamar que se les ajustasen las cuentas y pagasen los desperfectos, amparados por la multitud, decidieron salir de Jerusalem y refugiarse en Betania en casa de Marta.

Cristo entra en Jerusalem. Cripta del s.XI en la catedral de Auxerre. Foto R.Puig

María Magdalena consiguió estar más cerca de la cruz que yo misma. A mí me rodearon varios discípulos a mayor distancia, pues temían sinceramente que alguien me reconociese y me insultara o incluso me arrastrara ante el Sanedrín. Además a las mujeres no se les permite estar en un lugar de ejecución, pues es un sitio muy impuro. Así que no pudimos acceder al mismo Gólgota.

Yo sufrí como nadie puede imaginarse y creo que María de Magdala no sólo sufrió sino que, durante aquellas horas espantosas, también enloqueció, al menos por un tiempo. Ahora no sé dónde está ella.

Pedro y los demás discípulos no la apreciaban, aunque no les importó aprovecharse de lo que fue diciendo dos días después de la muerte de Jesús sobre que se le había aparecido todo luminoso y vivo. Usaron ese testimonio para empezar a correr la voz de que mi hijo había resucitado. Lo que yo sí sé es que su cadáver se lo habían llevado y que María debió de tener alucinaciones al constatarlo.

El resultado fue que a ella también la marginaron y no le dieron nada que hacer en la naciente comunidad. Lo mismo ocurrió con las demás mujeres. Había varias que eran esposas o compañeras de algunos discípulos y que habían seguido a Jesús con ellos. Se trataba de las que no tenían hijos. Cuando estuve con todo el grupo pude darme cuenta de que las mujeres que seguían a mi hijo le admiraban y la servían con total devoción.

Muerto mi hijo y con la dispersión del grupo de los discípulos, pues los romanos les buscaban tras lo que había ocurrido cuando prendieron a Jesús, las mujeres, como mucho nos tuvimos que limitar a cocinar y a ordenar cuando había que atenderles, pero el dinero en común lo administraban los hombres. A las mujeres se nos trataba según la tradición judía más estricta.

Crucifijo gótico del museo catedralicio, Auxerre. Foto R.Puig

Me preguntas, Samuel, cuáles son mis deseos y eso me va a obligar también a decirte cuáles son mis problemas.

Mis deseos son muy sencillos. Yo lo que quiero es volverme para siempre a Nazaret y olvidar todo esto, curarme de mi dolor rezando y ayudando a mis hijas y a mi hijo José, el único que se han quedado allá con su mujer Raquel y mis nietos.

Pero, aquí vienen mis problemas, mis otros tres hijos, Jacobo, Judas y Simón trabajan por la misión que dicen les encomendó su hermano y están de acuerdo con los demás discípulos en que yo soy más útil aquí, que eso es lo que Jesús querría si viviese. Así que estoy recluida la mayor parte del tiempo y sólo salgo cuando raramente quieren que me muestre.

En los momentos en que muchos judíos forasteros vienen a nuestras grandes fiestas, la predicación de Simón Pedro y los demás se dirige a ellos. Entonces les conviene que está ahí, la madre del profeta, la madre del Mesías, silenciosa como una diosa de esas que los romanos tienen en sus templos. Soy algo sagrado, soy la garantía silenciosa de la verdad de lo que proclaman.  Cada día comprendo con mayor claridad que han renunciado a hacer lo que Jesús quería y han decidido probar suerte por el ancho mundo. Cuando una nueva expedición de apóstoles, que así se llaman, parte lejos, a mí, la que llaman «madre de Dios», la madre de Jesús, me piden que les de mi bendición protectora.

A mí me parece que cada día se va perdiendo la idea de lo que Jesús vino a hacer, es decir cambiar la sociedad judía, hacerla recobrar la pureza de su fe y de sus costumbres, reducir sus reglas y ritos, renovarla. La muerte de Jesús, la resistencia de los judíos ortodoxos, el temor a la violencia y a las autoridades romanas de Jerusalem, todo esto les impulsa a buscar otras multitudes que les escuchen. Por eso cada vez viajan más por el imperio romano y por las comunidades judías fuera de Israel

Abadía Benedictina de Charlieu. La virgen de la deposición en la tumba. Detalle. Foto R.Puig

Samuel :

Después de mi última entrevista con María en Nazaret, volví allá con algunos discípulos que estaban en Jerusalem tras su muerte. En el pueblo habían procedido ya a enterrarla junto a José, como había sido su última voluntad. Los hijos y familiares y las mujeres cercanas a María que habían asistido a su agonía me contaron que hasta el final habló de Jesús. Ya cuando deliraba entre los dolores que le causaba su enfermedad pedía ser enterrada junto a su hijo. Había perdido la memoria de la desaparición del cuerpo de Jesús.

Los discípulos venidos de la comunidad de Jerusalén quisieron exhumar su cuerpo, pues proclamaban que la madre de Dios no era corruptible y querían demostrarlo y llevar su cadáver a un mausoleo que, decían, estaban preparando en Judea. La familia y los del pueblo se opusieron. Más tarde propalaron que, igual que Jesús, su madre había subido a los cielos sin conocer la muerte, sino sólo al modo de alguien que se duerme.

Ella ya se temía algo así, cuando me dijo que le dolía la forma en que todo había sido desbordado por los discípulos, creando una serie de historias y propagándolas por todas partes. Cuando pasaban algunos por Nazareth en sus viajes de ida o de vuelta hacia Fenicia y Asia Menor, hablaba con discípulos que habían estado ya predicando por las comunidades judías de Italia, y sentía que estaban haciendo de Jesús un dios, como esos que ella había oído que se veneran en los templos romanos de Tiro o de Sidón.

María:

No es este el Mesias que dicen fue mi hijo, no es este el esperado. Es verdad que él dejó que algunas de estas creencias crecieran en vida suya, alrededor de su persona. Fue imprudente. Pero no se imaginaba hasta donde llegaría todo esto.

Yo misma temo que, cuando muera, me trasformen en una especie de Diosa Madre, como las que tienen en lugares de idolatría. Si ya han hecho un dios de mi hijo, qué no se atreverán a hacer conmigo. Te ruego, Samuel, que los que aún os mantenéis prudentes, lo impidáis.

Abadía Benedictina de Charlieu. Foto R.Puig

***

Gracias a Geschner, el reencuentro con Jeffrey me ha quitado un peso de encima, o, al menos, ha servido para que la carga volvamos a compartirla, pues hay señales de que este proyecto corre el peligro de ser abortado por una organización clandestina, que tiene infiltraciones en el Vaticano. Sus miembros la llaman Pro Fede.

Ambos jesuitas me explican que no todos los jerarcas católicos se sintieron contentos con la evolución de lo que fue la Santa Inquisición Romana (*) , cuyo nombre cambió en 1908 al de Sagrada Congregación del Santo Oficio y en 1965 adoptó el nombre actual de Congregación para la Doctrina de la Fe; evolución por la cual se fueron arrumbando no sólo las torturas, los sambenitos y las piras de los primeros siglos, sino el Índice de libros prohibidos y los inquisidores de triste memoria primero y los comisarios luego (suprimidos en la reconversión del 1965), que habían heredado la función policial de los interrogatorios y procesos de ex-comunicación por herejías y desviaciones doctrinales.

El recurso a la violencia y a la pena de muerte, abolida por Paolo VI en la legislación vaticana en 1969 (las últimas ejecuciones en los Estados Pontificios se produjeron en 1870), así como los calabozos (sustituidos por penas de reclusión) fueron desapareciendo también paulatinamente.

Pero Pro Fede ha asumido parte de los roles de persecución y represión secretas de quienes puedan atentar a su juicio contra la integridad del Dogma. A eso ha obedecido la advertencia que me hizo Geschner de andar con cuidado y el retiro discreto de Jeffrey. Como hubo que fingir sometimiento y (guardando copia) entregar los documentos, al parecer han llegado al conocimiento de los socios de la secta. Aunque está cada día más claro que ya sabían mucho de los manuscritos y del proyecto de su publicación; parece que haya sido Laura Escobar quien les ha tenido al corriente desde que nos espiaba en Chicago.

Geschner ha conseguido ayudar a Jeffrey gracias a un cardenal jesuita, renombrado experto vaticano en materia de Cristología, que desde hace años tiene dudas sobre la forma en la que los evangelistas supeditaron su narrativa, por una parte a la necesidad de convencer a los judíos de que Jesús cumplía todas sus expectativas bíblicas y, por otra, a hacer posible la recepción de la nueva religión entre los gentiles, de acuerdo a la expansión paulina. El resultado es que en los Evangelios hay afirmaciones y relatos que no reflejan la realidad de lo que ocurrió.

Hemos decidido acelerar el trabajo y seguir adoptando las mayores precauciones


(*) La Sagrada Congregación de la Romana y Universal Inquisición la instituyó en 1542 el papa Paolo III con la constitución apostólica Licet ab initio. Casualmente fue ese mismo papa quien en 1540 había aprobado la fundación de los jesuitas.

Capítulos precedentes : Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10

5 comentarios leave one →
  1. Bernardo permalink
    1 noviembre, 2020 17:27

    Aparte de las discusiones paleográficas, históricas, digamos científicas, la idea de que los apóstoles no querían purificar la fe judía sino inventar un dios similar en la práctica a los demás dioses es una idea y una interpretación del origen del ‘cristianismo’ es totalmente coherente con el pensamiento y conducta de Jesús como ‘enviado’ del único Señor y.no como segunda Persona del único ‘Dios’. Todo el antiguo testamento va por ahì. Lo he leído línea por línea durante los meses de la pandemia. Nunca lo había hecho!!!!!!!!!

  2. 1 noviembre, 2020 22:18

    La clave de las verdaderas pretensiones de Jesús han sido oscurecidas, y por ende también las causas y agentes de su ejecución, tanto por las diversas intenciones de los autores de los Evangelios, cada uno a su manera trayendo agua a su molino, recurriendo a lo profetizado en el AT para reforzar su versión o deformando los hechos para idealizar de diversos modos al Maestro, como por la monumental invención paulina.
    En realidad si se leen entre líneas ciertos pasajes de los relatos evangélicos, se puede comprender por qué los romanos vieron en él y en sus seguidores una amenaza para su dominio en tierras de Israel y lo crucificaron como si fuese un esclavo rebelde.

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