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«Ensondeluz.com» cumple diez años (I) y breve reportaje de un «panseo en la pasdemia»

8 noviembre, 2020

Para todos los que siguen este blog ¡muchas gracias!

Aniversario

La entrada de hoy es la quinientos setenta de este blog. Se abre pues con su primera imagen, la isla de Montecristo cuando el sol se ponía sobre su cumbre el 20 de octubre del año 2010. Tal día como ayer, 7 de noviembre de hace diez años, escribí esto cuando se inauguraba ensondeluz.com :

El sol se pone tras la isla, una columna de nubes la corona, el mar se rinde al cielo, y el perfil de la montaña evoca un volcán incendiado por el astro de fuego. Con esta visión comienza a germinar el título de este blog que hoy despega. Aunque al final desembarcaré con cinco horas de retraso y ya de noche, vengo a Roma “en son de luz”.

La mañana del miércoles 21 de octubre en Roma confirma con sus luces de otoño (vegetales, leñosas, aéreas, vaporosas, ásperas, resbaladizas, fluyentes, pétreas, murales, terrosas) firmes o fugitivas, en un proceso de cambio efímero y eterno, esa primera intuición. Si vienes a Roma para dedicar el año a la pintura, al dibujo, la escultura y a la historia del arte en directo, como yo, has de venir en son de luz.

A Roma, durante siglos, ejércitos o viajeros y peregrinos han llegado en son de guerra o en son de paz. Pienso que los pintores y poetas venían y vienen en son de luz. Entonces, con los ojos y los demás sentidos bien abiertos, Roma responde a diario, por cualquier rincón, desde cualquier perspectiva, de tantas como te abre, a pie, en autobús, en tranvía, en coche, por sus varios centros históricos o por sus extensas irradiaciones con las que se entrevera la campiña del Lazio, con todos los matices y vibraciones de su luz, en un continuo estremecimiento impalpable.

Goethe llegó a Roma el 1º de noviembre de 1786 (“Viaje a Italia”), yo muchos años y unos días más tarde siento como mías algunas de sus sensaciones. El día antes de iniciar la última etapa hacia la ciudad, el 28 de octubre, escribe: “No son aún las ocho, todos se han acostado, de modo que puedo recorrer por última vez mi pasado reciente y alegrarme con el pensamiento del inminente futuro. La jornada de hoy ha sido muy hermosa y serena, la mañana bien fría, el día claro y templado, la tarde un tanto ventosa pero bella”. El 7 de noviembre escribe: “no me canso de abrir los ojos y de mirar, de ir y venir, ya que sólo en Roma nos podemos preparar para comprender Roma”.

Diez años después este es el medallero de las 20 entradas más vistas clasificadas por número de visitas:

Y resulta que «El mito del Montgó» publicado el 21 de marzo del 2012 ostenta el record de 31.137 visitas, o sea una media de más de 3000 visitas por año. ¿Qué le otorga tal popularidad? No lo sé, pero se lo pueden preguntar a mis paisanos de Els Poblets, Denia, Ondara, El Verger, la Xara, Jávea, Benitatxell y otros pueblos de la Marina Alta alicantina.

El Montgó desde la plana de la Justa. Foto R.Puig

No obstante, en caso de que me pregunten si, además de el Montgó (el Mons agonum de los romanos, el  Jabal Qaun de los árabes), hay otras entradas que figuran como favoritas en un rincón del corazón, y a riesgo de traicionar mis secretos, les señalaré hoy algunas, sin prejuicio de que retorne a la cuestión el siguiente domingo.

Hoy traigo aquí tres de las entradas siguiendo un orden caprichoso.

(I)

10 de marzo del 2013

«El mar junto a mí (Albert Camus)»

«Creciendo con el mar mi pobreza ha sido fastuosa, luego he perdido el mar y todos los lujos me han parecido grises, la miseria intolerable. Desde entonces, espero. Aguardo que vuelvan las naves, la casa de aguas, el día límpido. Me lo tomo con calma, pongo mi mayor empeño en ser educado. Se me ve pasar por las hermosas calles de los sabios, admiro los paisajes, aplaudo como hacen todos, doy la mano, no soy yo el que habla. Se me alaba, sueño un poco. Se me ofende, apenas me sorprendo, después olvido y sonrío a quien me ultraja; o saludo con exceso de cortesía a quien me gusta. ¿Qué voy a hacer si tan sólo tengo memoria para una imagen? Finalmente me conminan a que diga quién soy. “Todavía nada, todavía nada…”

Es en los entierros donde me supero. Soy en verdad excelente. Marcho a paso lento por suburbios ornados de chatarra, me adentro por amplias alamedas, plantadas de árboles de cemento que terminan en agujeros de tierra fría. Allí, bajo la venda apenas enrojecida del cielo, observo como unos gallardos camaradas inhuman a mis amigos a tres metros de profundidad. La flor que una mano arcillosa me tiende en ese momento, si la lanzo, no falla jamás la fosa. Mi piedad es la precisa, la emoción exacta, inclinando la nuca como es debido. Admiran el acierto de mis palabras. Pero no tengo mérito: yo espero.

Espero largo tiempo. A veces, tropiezo, pierdo apoyo, el éxito me escapa. Qué importa, entonces estoy solo. Así que me despierto de noche, y, medio dormido, me parece escuchar un ruido de olas, la respiración de las aguas. Desvelado del todo, reconozco el viento en los ramajes y el rumor desgraciado de la ciudad desierta. Después, debo poner todo mi esfuerzo en esconder mi desamparo o disfrazarlo a la moda.

Otras veces, al contrario, algo me ayuda. En Nueva York, hubo días en que, perdido, al fondo de esos pozos de piedra y acero por los que erran millones de hombres, yo corría de uno a otro, sin ver el fin, agotado, hasta que ya sólo me sostenía la masa humana que buscaba su salida. Entonces me ahogaba, mi pánico estaba por volverse grito. Pero, cada vez me llegaba la llamada lejana de un remolcador, para recordarme que esta ciudad, cisterna seca, era una isla, y que en la punta de la Battery el agua de mi bautismo me esperaba, negra y podrida, cubierta de corchos huecos.

De este modo, yo, que nada poseo, que he dado mi fortuna, que acampo al margen de todas mis casas, sin embargo estoy satisfecho cuando lo quiero, aparejo a cualquier hora, el desaliento me ignora. No hay patria para el desesperado y , en cuanto a mí, yo sé que el mar me precede y me sigue, tengo una locura siempre pronta. Quienes se aman y están separados pueden vivir en el dolor, pero no es el desánimo: saben que el amor existe. Por eso sufro el exilio con los ojos secos. Todavía espero. Un día viene, al fin…

Siempre he tenido la impresión de vivir en alta mar, amenazado, en el corazón de una felicidad real»

Extractos de: Albert Camus. “L’Été”, Paris, Gallimard, Les Essais LXVIII, 1954.  (traducción propia)

«Esta ciudad, cisterna seca, era una isla». Foto R.Puig

(II)

29 de marzo del 2011

¿Qué espera el púgil del Palazzo Massimo (Museo Nazionale Romano)?

¿Qué escucha, qué mira, el curtido púgil de Palazzo Massimo?

Quizás su rostro, marcado de cicatrices, se vuelve porque ha oído la llamada para un último pugilato. Ha de reunir sus fuerzas y alzarse de nuevo, aunque la edad y el cansancio le vencen. El adversario se estará poniendo en pie del otro lado de la palestra y en unos instantes nuestro púgil veterano estará listo para el combate.

Púgil de Palazzo Massimo. Foto R.Puig

(III)

17 de marzo del 2013

«El duo de los cisnes»

.

Para engañar al frío

el cisne se hace nieve.

.

Para engañar al agua

se hace pasar por nube

y el aire se extravía

al sentirlo tan leve.

.

El cisne engaña al tiempo.

pues ni se va ni vuelve,

y el cisne nos confunde

afectando que es cisne.

.

Ramón Puig de la Bellacasa, sábado  9 de marzo del 2013

Duo de cisnes. Foto R.Puig

Continuará…

***

De un panseo en la pasdemia

Los paseos en tiempo de pandemia empieza tener un no sé qué, aunque sean en este Gotemburgo que, hasta hace poco, era una ciudad «alegre y confiada», como si el coronavirus fuese cosa de otros, y ahora comienza a descubrir que esto hay que tomárselo más en serio. Así que el paseo ha pasado a ser «panseo en la pasdemia». Todos los días me doy una garbeo y a veces cosecho imágenes de algunos escaparates del barrio…

La vitrina del librero de viejo

Panic disorders. Foto R.Puig

Una lectura para tiempos de plagas es lo primero que me llama la atención entre los libros de segunda mano expuestos en el escaparate. El editor es un neuro-psico-farmacólogo británico, quien, además de escribir obras de ficción, en sus ratos libres inventa nuevas drogas para substituir el alcohol. Le acompañan en la obra un top-doctor estadounidense y un psiquiatra «adictólogo» francés. La vitrina está llena con otros libros de psiquiatría y psicoanálisis.

¡Qué ingratos son algunos herederos con las bibliotecas de sus predecesores difuntos! Cada vez que alguien limpia de libros las estanterías del fallecido padre o abuelo, mi librero llena una vitrina con los libros del viejo catedrático.

Como esta obra, muy adecuada para los tiempos que vivimos.

Esquizofrenia. Foto R.Puig

Pues si necesitaban otra lectura para esta época de pandemia, se pueden entretener con el el libro del Dr. Foster Green que les revelará cómo la amenaza de la esquizofrenia progresa desde las neuronas hasta invadir la vida diaria de quienes la padecen.

Y «Roma, por la puerta asoma», porque en la misma vitrina hay en venta un medallón conmemorativo de la Conferencia de Yalta que cerró el reparto de territorios entre los victoriosos aliados de la II Guerra Mundial. Aquí tienen las caras de Churchill, Stalin y Roosevelt que un amateur de la escultura modeló el año en que yo nací.

Memoria de Yalta. Foto R.Puig

Reza así en la leyenda inferior: «MÄNNEN SOM ÅSTADKOM FRED» (los hombres que establecieron la paz).

Pues bien, a propósito de la obrita artesanal de alguien que quiso celebrar la Conferencia de Yalta con este tondo, se me ocurre cotejarlo con la famosa foto de aquel encuentro…

El trío de Yalta. Foto del Archivo ABC

y proponerles una adivinanza:

¿Cuál creen que era la ideología de este artesano sueco anónimo?

La vitrina del barbero

Sigo con mi panseo pasdémico por delante del barbero…

Barbershop 1. Foto R.Puig

Alguien está en la gloria tras un lavado de cuero cabelludo y un corte de pelo al estilo ejecutivo, mientras aguarda a que le rasuren la barba y le apliquen un refrescante aftershave.

Pero, ¡de repente me ha descubierto el barbero! Y me mira, embozado tras su mascarilla anti-covid, con cara de pocos amigos….

Barbershop 2. Foto R.Puig

Como no tengo al día mi carnet de reportero, ahueco el ala como quien no quiere la cosa…

Poetisa

No lejos de ahí, me reencuentro con Karin Boye (1900-1941) la célebre escritora sueca que no llegó a saber de aquella «paz de Yalta».

Karin Boye. Foto R.Puig

Ni sus hermosas poesías, ni su éxito como novelista, pudieron salvarla de su pánico

Karin Boye. Foto R.Puig

PORTARNA

Jag älskar de vita bergen, de marmor vita

med pannan sköljd av himlarnas högblåa vila,

och salthavs stormande glitter,

och doriska tempel, och tankens svala kristall.

LAS PUERTAS

Amo las montañas blancas, blancas como mármol.

cuya frente baña la paz de las alturas azuladas de los cielos,

y del mar salado los brillos tempestuosos,

y los templos dóricos, y el frescor cristalino de los pensamientos

Men dröjt har jag också vid gläntande portar

och sett dit in i tomande skymmingsdjup,

där altarljusens skimmer stilla jublade

mot bävande tid, advent,

medan vintermorgonen stirrade mörk genom välvada fönster.

Pero también me he demorado junto a las puertas entreabiertas

y he sumergido mis pensamientos en el crepúsculo sonoro,

donde en silencio exulta un resplandor de cirios

cuando tiemblan los tiempos, es adviento,

mientras la mañana invernal miraba oscura por ojivales ventanas.

He traducido las dos primeras estrofas de su poesía «Portarna» del poemario Moln (Nube),1922, que concluye afirmando que «nadie camina más de un camino» (mer än en väg går ingen).

Karin Boye se suicidó el 23 de abril de 1941 sobre una colina con vistas a la ciudad donde vivía.

Ya de vuelta a casa paso por la esquina del parque, el viento ha tapizado de hojas muertas el área de recreo…

Futuros escaladores en Vasaparken. Foto R.Puig

4 comentarios leave one →
  1. Bernardo Regal permalink
    9 noviembre, 2020 13:59

    Este blog de aniversario más que otros prácticamente ahoga al sufrido lector con tanta abundancia de cultura.

  2. 8 diciembre, 2020 17:39

    No recuerdo cuanto tiempo he seguido a Son de Luz. Has sacado a lucir entradas bellas, como el leve y bello poema «El duo de los cisnes» mientras el Púgil de Palazzo Massimo, nos replica en atención. Felicitaciones y aprendemos de tu constancia y calidad.

  3. 15 diciembre, 2020 11:19

    Gracias, Guillermo, yo también he perdido la cuenta de cuántos años he disfrutado de tu realismo mágico en las páginas de Grano Rojo.
    Sólo que me va faltando un viaje a Marsella para conocer directamente tu bello mundo y sus gentes y darte un abrazo ya sin plagas.
    Un fuerte abrazo.
    Ramón

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