«Versión extraviada” (4)

Zacarías y el escriba. Fresco de Santa María de Tahull s.XII. Museo de Arte de Cataluña.
Capítulo 4
Lo que sigue es el inicio de la traducción de Elías del comienzo del texto arameo intercalado con hebreo en el que Samuel recoge sus conversaciones con María, son las primeras páginas que me confío mi amigo. No está ordenado, por lo que se puntean pausas entre las varias notas.
Samuel:
En la ciudad de Pel.la, adonde llegué con mi familia, huyendo de Judea, tras la destrucción de la ciudad santa y de su templo por las tropas romanas hace ya diez años, yo, Samuel, uno de los hijos de Zebedeo y seguidor de Jesús, cuando ya se aproxima el día de mi rencuentro con Él dejo a mi hijo Nataniel, para que lo custodie las memorias de María, la madre de Jesús, que yo mismo transcribí fielmente y en secreto a partir de las palabras salidas de sus labios.
Fui escriba durante años del Sanedrín, bajo cuya autoridad serví trascribiendo fielmente las actas de sus reuniones. He copiado con exactitud las Escrituras Sagradas de los judíos y sido un fiel cumplidor de los preceptos de la Ley y los Profetas. Mi padre era levita y muy estimado en Jerusalem. Tenía algunas barcas de pesca en Cafarnaúm y era un hombre recto. El día en que Jesús entró en el Templo y, para sonrojo de sus sacerdotes que lo toleraban, expulsó con santa ira a los mercaderes que lo habían convertido en una feria, sentí que mis esperanzas en la llegada del Mesías prometido por Isaías se estaban cumpliendo. Así que comencé a escuchar al Nazareno siempre que me era posible.
Yo en secreto seguía a Jesús, luego se sumaron mis hermanos Juan y Jacobo. Un día los espías del Sanedrín informaron a las autoridades del templo de que yo parecía ser un seguidor de Jesús. Convocado por Caifás creí llegado el momento de explicarle desde la Ley y los Profetas mi convicción de que Jesús era aquél a quien los judíos esperábamos. Apenas me dejo hablar, irritado sobremanera llamó a los guardias y les ordenó que me expulsaran del templo y no me dejaran entrar más. Así fue como perdí mi empleo.
…
María tras la muerte de su hijo se recluyó en la casa de los familiares de mis hermanos Juan y Santiago, en las afueras de Jerusalem, con mi hermana Sara y con la asistencia de mi madre Salomé. Si ellas aún vivieran, podría atestiguar que todo lo que aquí se escribe, responde fielmente a lo que nos contó la madre de Jesús. nuestro Mesías. Es por entonces cuando comenzaron mis conversaciones con ella, que luego continuaron en Nazaret, adonde se retiró más tarde y en donde vivió muchos años todavía, en compañía de sus hijos y parientes y donde algunos amigos fieles la visitaban y la tenían informada de cuanto ocurría en Jerusalem y en otros lugares por donde fueron multiplicándose los seguidores de Jesús.
Este escrito es fiel a la verdad que me encomendó guardar celosamente la madre de Jesús para que, pasados los tiempos de confusas versiones sobre sus hechos y palabras, quedase el testimonio de su propia madre. Las exageraciones se habían convertido en invenciones desmedidas tras su muerte y, más aún, tras la desaparición de su cuerpo. La vuelta de Jerusalem a Nazaret se produjo tras un periodo agobiante que María, apenada y en duelo, no sabía si era de veneración y de protección o de vigilancia. Casi no se la dejaba aparecer y las conversaciones con Salomé, Sara y conmigo, que las resumía por escrito, le sirvieron de desahogo. Yo seguía en la comunidad de Jerusalem, aunque visitaba y ayudaba de vez en cuando a mi familia en Cafarnaúm y a María en Nazaret para seguir recogiendo su testimonio.
Sus angustias ya eran grandes tras la horrible muerte de Jesús, crucificado como los romanos ejecutaban a los esclavos, pero su zozobra se desbordó a partir del día en que fue a orar ante el sepulcro de su hijo y lo encontró profanado y vacío. Fue entonces cuando Juan la recluyó en nuestra casa familiar de los alrededores de la Ciudad Santa.
Juan afirmaba que Jesús le había encomendado que cuidase de ella si Él llegaba a faltar.
La Virgen y San Juan. Fresco del ábside de San Pedro en la Seo de Urgel. s.XII. Museo de Arte de Cataluña.
Desde entonces su pena fue haciéndose cada día más lacerante, mientras veía cómo los discípulos propalaban fantasías y comenzaban a idolatrar a Jesús como si fuese Dios.
Por desgracia, pues debo decirlo a pesar de que es mi hermano, Juan fue uno de los que más promovió la divinización de Jesús. Había empezado a escribir e incluso me dictó algunas de sus enigmáticas opiniones. Además, la rivalidad con Pedro le hacía tratar de destacar su lugar en todo lo que narraba. Yo callaba y esperaba que, con el tiempo, se tranquilizaría. Ahora está por el Asia Menor. Las noticias que me llegan es que se ha ido separando de la recopilación hebrea de hechos y dichos de Jesús, que está sirviendo de base a la predicación con algunas versiones en griego, necesarias para la expansión unitaria de la Iglesia. En estas recopilaciones son activos, que yo conozca, Mateo y Marcos. Hay también un colaborador del convertido del incansable propagador llamado Saulo de Tarso que reúne la historia de los hechos de los primeros apóstoles y del nacimiento de la comunidad de seguidores de Cristo, que por Antioquía han comenzado a llamarse a sí mismos cristianos. Se llama Lucas.
Cuando Juan partió lejos a predicar le perdí de vista, pero mientras estuvo en Jerusalem no quiso dejar que María se volviese a Galilea. Los otros discípulos le dejaban hacer y Santiago, que fue convirtiéndose en el organizador principal de la iglesia en Judea, tenía otras preocupaciones. Lo que María no comprendía es que Santiago y Judas aceptasen estas exageraciones, siendo hijos de su hermanastra María la de Cleofás y habiendo estado en relación con Jesús. Parecía como si los primos de Jesús compitiesen en divinizarlo y cargar su vida de hechos sobrenaturales. Santiago solía decir que por la lengua se podía pecar mucho, sin embargo alentó con su predicación entre los judíos las fantasías que sobre Jesús fueron inventándose y Judas iba por todas partes imitando a los antiguos profetas y anunciando que Jesús volvería pronto a juzgar a todos.
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María pensaba a menudo que su muerte no tardaría. Es más, en cierto modo lo deseaba, pues la estancia en Jerusalén la tenía deprimida y no hacía más que recordar la tragedia y sentirse culpable de no haber disuadido a su hijo de lo que ella consideraba una especie de delirio final. Como veía lo que pasaba con su recuerdo, temía que ella misma pudiese acabar venerada como una semidiosa, sobre todo al escuchar lo que de su vida y la de su hijo se estaba difundiendo.
Lo he dicho, ella confiaba en mi fidelidad a Jesús y en mi condición de escriba respetuoso de la verdad. De modo que mientras los discípulos se entregaban a la predicación y a la organización de la comunidad bajo la dirección de Santiago, ella me fue confiando sus memorias, primero en Jerusalem y luego en Nazaret.
Presento todo según fue saliendo de la boca de la madre de mi señor Jesús, aunque la sucesión sea un poco desordenada. Ella solía decir que ya me encargaría yo de poner orden en sus historias. Así que, para que se entienda mejor, a veces he reunido en torno a un mismo tema lo que me narraba según le venían los recuerdos. Pude separar las conversaciones de Jerusalem de las de Nazaret, pero me ha faltado tiempo para todo el plan que tenía en la cabeza. Tuve miedo de que los rollos llegasen a manos de otros, así que dejé estas notas, sin retocarlas demasiado.
Después todo se precipitó con la guerra contra los romanos y los problemas que en esos años tuvimos los discípulos de Jesús, así que el manuscrito está prácticamente como hace treinta años cuando lo dejé. Otros podrán quizás ordenarlo mejor. Mi hijo Nataniel se encargará de custodiarlo cuando yo falte. En cualquier caso, prefiero que no caiga en las manos de mi hermano Juan, que, en Asia Menor, según he sabido sigue con sus colaboradores componiendo su propia versión de la vida de Jesús.
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María:
Ayer tuve una discusión con Juan y con Santiago, hijos de mi hermana María la de Cleofás. Estaban presentes otros discípulos de Jesús. Comenzó de forma amable, pero no hubo modo de que diesen su brazo a torcer. Les manifesté que de un tiempo a esta parte están contando muchas cosas sobre la vida y los dichos de Jesús que no responden a la realidad. Pero parece que todos hayan perdido la cabeza. Incluso uno de mis hijos, Simón, que tanto criticaba a su hermano por la vida que llevaba y ahora exagera más que nadie.
Lo raro es que yo creía que junto a los que eran pescadores, artesanos y con pocas letras, quienes como Mateo tienen estudios no deformarían los hechos. Yo sabía que estaban recogiendo los relatos sobre la vida y enseñanzas de Jesús hasta el día de su muerte y me habían prometido que yo podría ir leyendo lo que escribiesen y que nada se difundiría sin mi aprobación. Volviendo a Mateo, sé que está agrupando en un escrito los dichos y discursos de mi hijo, teniendo en cuenta lo que ya había alguien escrito en arameo y hebreo.
Luego han crecido todas estas historias de las apariciones de Jesús y de su resurrección. Juan dicta en vez de escribir él mismo. Se expresa con elocuencia y son cada día más quienes le escuchan con fervor, sobre todo entre judíos venidos de lejos. Algunos hablan la lengua de los griegos. Por su parte, Pedro cuenta sus recuerdos a Marcos y este creo que se entiende con Mateo para emparejar sus textos.
San Marcos y los símbolos de los cuatro evangelistas. Evangeliario Irlandés. Biblioteca Conventual de Sant Gall
Nicodemo, que es un judío honesto y que tanto admiraba a Jesús ha escuchado las cosas que van diciendo Mateo, Pedro, Juan y otros discípulos y me ha preguntado si todo era cierto, en especial lo que narran sobre la infancia del niño. Le he dicho que no y que no comprendo para qué mezclan tantos recuerdos reales y hermosos con invenciones. La obra de Jesús no necesitaba de eso.
A mí me involucran también. Juan además de tener grandes teorías es el más imaginativo. Así que lo magnifica todo. Ya me ha dado su versión de algo que ocurrió junto al lago de Tiberíades. Sigue empeñado en que mi hijo fue capaz de producir casi de la nada cientos de panes milagrosamente, por no hablar de los peces. Sobre esa historia portentosa Santiago me contó, hace tiempo y en vida de Jesús, algo mucho más real, que, si me alcanza el tiempo, aclararé.
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El problema es que con la excusa de que no quieren que me fatigue me tienen vigilada. Me dicen también que si salgo a las calles, los que veneran a Jesús podrían arremolinarse y crear tumultos. Pero no me dicen lo que están contando sobre mí y sobre mi esposo José, aunque Sara ya me ha anticipado algo. Si no fuera por ella y por vuestra madre, la vida en esta casa me resultaría asfixiante
Estoy triste y cansada, pero no quiero morir sin restablecer la verdad de la historia de mi hijo. Unos con la mejor intención y otros con la ambición de tomarse la revancha y crear un movimiento alejado de la fe de nuestros antepasados, están deformando los hechos y dichos de Jesús. A veces no se distinguen de los judíos zelotas.
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A lo que creo, un nuevo apóstol, Saulo, que no conoció a Jesús pero que dice haberle visto, es muy activo en todo este esfuerzo de romper con la religión de nuestros padres. Yo pienso que lo que Jesús hizo fue muy importante para recuperar en todo su valor la doctrina y la moral de los rabís judíos. Pero a los discípulos no les basta con las cosas como fueron y quieren hacer de él una especie de emanación de Dios que se hace hombre, que muere y resucita y cumple las expectativas de todos los profetas. Él no quería eso, a pesar de los que le jaleaban y al final creo que no sólo se vio como el Mesías sino algo más. Quisieron convertirle en el líder de un combate contra los poderes religiosos de nuestros sumos sacerdotes en Jerusalem. Hablaba del Reino de Dios y estaba convencido de que llegaría pronto el final de los tiempos y el juicio final. El Hijo de David le decían, y a su padre José le convirtieron en descendiente del gran rey. No sólo eso, pensaban que era Elías que había vuelto. Por desgracia, todo eso ha sido decisivo para llevarle a la muerte.
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Samuel, tú fuiste testigo de que su lenguaje se había vuelto más misterioso y sujeto a todo tipo de interpretaciones. Las mismas masas que venían a escucharle y que querían curaciones a toda costa deseaban sus palabras, aunque no le entendiesen. A ratos hablaba, es verdad, como un profeta. En eso salió un poco a su primo Juan al que alguna vez escuché con Jesús cuando bautizaba en el río. Por entonces habían vuelto ambos del desierto, donde habían pasado varios meses con una comunidad de ascetas pobres. Luego ya no me hizo caso cuando le pedí que se quedase con José, que ya estaba inválido, para sacar adelante el taller y los huertos con sus hermanos y sus primos. Mi cuñado era dueño del taller junto con José y tampoco podía ya trabajar. La verdad es que sus hermanos se bastaban, pero me asustaba su espíritu inquieto y los riesgos que podía correr si seguía por ese camino.
Bautismo de Jesús. Benedictinario. s.X. Colección del Duque de Devonshire
Creo que las multitudes le seguían por su predicación en la tradición de los rabís más venerables, pero sobre todos porque era compasivo y fue ganando fama por sus poderes de curación. Por eso fue creciéndose en su misión de profeta. La gente empezó a hablar de sus milagros y muchos enfermos mejoraban cuando él les imponía las manos. Sin embargo cuando empezó a hablar como si fuese el Mesías, las autoridades de Jerusalem empezaron a armarse contra él. Simón me ha dicho que en los últimos tiempos siempre andaban detrás de ellos los espías y provocadores del Sanedrín. Pero la gente le protegía y sus primos se habían convertido en sus guardaespaldas.
Por entonces mis otros cuatro hijos, incluido Simón, no mostraban interés y le reprochaban que me hubiese descuidado y hubiese abandonado el taller y las tierras de Galilea.
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Pensé que sus discípulos continuarían su obra de forma prudente y conforme a verdad. Sobre todo después de lo que hemos sufrido desde que le detuvieron, le torturaron y le crucificaron. Menos mal que José ya no ha estado aquí para verlo, pues fue mi marido quien, en cierto modo, empujó a Jesús con sus primeras ensoñaciones de que era descendiente de David y todo el resto. José fue un buen judío que conocía no sólo los textos de Moisés y los profetas sino también los dichos de los rabinos más sabios, y era un buen padre. Los sábados, aprovechando el día de descanso le enseñaba a Jesús muchas oraciones, historias y frases muy hermosas y cuando se juntaba con Zacarías -a veces venía también Isabel y su hijo Juan- a Jesús y a mí nos encantaba escucharles. Fue así como me animé a aprender a leer. Sin José, no habría logrado instruirme en tantas cosas. Luego, cuando Jesús fue creciendo leíamos juntos textos piadosos y oraciones que nos prestaba Zacarías.
Su primo Juan quería mucho a Jesús que era más pequeño, pero no hacía tanto caso a su padre, le gustaban más las historias de los profetas, en particular todo sobre el profeta Elías y su esperada vuelta. Según fue creciendo se hizo muy crítico con las prácticas de los saduceos y fariseos.
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Como estaba diciendo, yo no podía imaginar que fuesen a ver a mi hijo Jesús como el Hijo de Dios, y en cuanto a mí dejemos de lado lo que cuentan de mí…
Cristo en majestad. Detalle. Santa Maria Antica. s.VII. Roma
He decidido ser la narradora de su verdadera historia cuando comprendí que ahora me escuchas y recoges mis palabras, y con tu hermana Sara que me cuida también estáis preocupados y no aprobáis lo que está pasando. Tú tienes estudios, Samuel, eres escriba del Templo. Puedes escribir no sólo en hebreo y arameo, también en griego, y entiendes el habla de los romanos. Quiero que este elogio quede en estas memorias y también el de Sara que tanto me quiere y me ayuda. Es justo que quede memoria de lo que estáis haciendo por preservar la verdad sobre mi hijo Jesús.
Continúa la transcripción de las conversaciones de Samuel con María en casa de su hermano Juan y en presencia de Sara, en lo que parece un segundo encuentro, sin precisar el tiempo trascurrido desde el anterior.
María:
Bendito seas Samuel que me sigues escuchando y conoces muy bien nuestra religión y la historia de nuestro pueblo. Así eres más consciente que muchos otros de la importante renovación que predicaba mi hijo. Por tu prudencia y contención sé que eres quien mejor puede recoger mis memorias. Ignoro cuánto tiempo de vida me queda, así que te estoy agradecida por todo el tiempo que me estás dedicando. Al contrario Jacobo y Juan no tienen interés en escuchar la versión de un pobre viuda desolada.
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Nota de Samuel: Estoy redactando dos versiones de mis conversaciones con María, una es la fiel transcripción en hebreo y arameo tradicionales que guardaré celosamente. Haré otra que pondré en hebreo común donde recogeré para Mateo lo que no entre en conflicto con lo que él escribe. Aunque siento que no podré evitar que añada narraciones sobrenaturales que no comparte María.
María:
Juan no me enseña lo que escribe, aunque habla más que nadie y me parece que son algunos de sus fieles seguidores quienes están trascribiendo su versión de los hechos. Se considera el discípulo privilegiado de mi hijo y Mateo ha dado por buena su afirmación de que fue Jesús desde la cruz quien le había encomendado que se ocupase de mí como un hijo. Yo no oí nada de esto, pero me parece que no estaba entonces en condiciones de oír nada y, además, me tuvieron alejada hasta casi el final. Sólo pude aproximarme cuando ya Jesús estaba a punto de expirar y entonces me derrumbé, Así que es posible que fuese así. Es verdad que se desvive por mí pero me tiene casi encerrada y yo quisiera volverme a Galilea, pero no me dejan.
No puedo llevarles la contraria en todo, pues no siempre acompañé a mi hijo y dicen que ellos sí que le siguieron por todas partes. Pero Samuel me confirma que están magnificando e incluso escribiendo cosas que no ocurrieron. Como he contado, hay un escriba llamado Marcos, que me han dicho está recopilando lo que Pedro va contando y predicando. Así que le he pedido a Samuel que deje ver a los discípulos una versión sencilla en hebreo común de dichos y hechos que no chocan con sus versiones. Para que la copien si así lo desean. Pero me dice que están desencantados pues mis recuerdos no son muy extraordinarios. Andrés dice incluso que mi marido había contado varios milagros que Jesús habría hecho siendo niño. ¡Pobre José! Las cosas que pudo haber dicho en su vejez de ese hijo al que consideraba el Mesías.
La otra narración, la mía, Samuel me la va recitando en arameo para que yo la apruebe. Le hago algunas observaciones y añadidos y así avanzamos. En todo caso si la encontrasen los discípulos, no serían capaces de descifrar sus caracteres. Samuel me escucha y toma sus notas con una gran rapidez, luego se retira a casa y, a solas, las pone en limpio donde nadie puede molestarle. Lo que se mantiene parecido en ambas versiones, la mía completa, y la otra, son aquellos dichos y parábolas de mi hijo que recuerdo. Afortunadamente la memoria de Samuel, que le siguió fielmente, compartió sus misiones y vivió con él, me ayuda mucho. Sara hace comentarios muy útiles también y además completa con reflexiones y sucesos de los que fue testigo o que ha oído a otras mujeres.
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Alexander Ivanov. «Noli me tangere» 1835. Galería Tretiakov. Moscú
María la de Magdala anda toda exaltada contando mi hijo la visita después de haber resucitado. Así que es importante que haya también mujeres que digan la verdad. En realidad, estaba completamente enamorada de Jesús y a mí no me hacía gracia que anduviera detrás de él. Pero, por su gran bondad, mi hijo la había defendido contra los que la injuriaban, y ella se había prendado de él.
Lo que pasa es que no está muy en sus cabales. Lo que todos sufrimos el día de la crucifixión, y yo más que nadie, a ella ha acabado de trastornarla. Da pena en verdad, pero si se callase sería mucho mejor. A mí me causa dolor.
Hay también otra mujer que va por ahí con un paño lleno de sangre, explicando a todos los que la escuchan que tiene impresa la imagen del rostro torturado de Jesús. Cuenta que enjugó la cara mientras subía cargando el madero hacia el monte donde lo crucificaron, y que sus facciones quedaron impresas en la tela. Sara, que lo ha visto, dice que es una más de las fantasías que gente con ganas de llamar la atención anda contando. Esta mujer tiene mucho éxito con este paño y hay muchos que van a escucharla, se dan golpes de pecho, y luego vienen a los discípulos para ser bautizados.
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En cambio Marta y María, las hermanas de Lázaro, mantienen silencio y creo que la muerte de Jesús les duele más que a los que tanto se exhiben. Les molesta mucho lo que están diciendo sobre la salida de Lázaro del sepulcro, sobre su supuesta resurrección, incluida la versión de Juan. Pero ahora he de descansar. Gracias, Samuel, lo dejamos por hoy.
Fuente de las imágenes medievales:
- «Le haute moyen age du quatrième au onzième siècle», Collection Les grandes siècles de la peinture, établie et dirigée par Albert Skira, Genève, Editions d’Art Albert Skira, 1957
- «La peinture romane du onzième au treizième siècle», Collection Les grandes siècles de la peinture, établie et dirigée par Albert Skira, Genève, Editions d’Art Albert Skira, 1958
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