En la reserva dorada

Ya estaba ahí la piedra
antes de que un pie humano
la evitara

y que en tiempos pasados
con piedras más livianas la mano humana
a los campos cercara.

Mas para el lago Råda
los muros de los hombres
no sirvieron.

Ese lago dio el nombre
a este «Feudo Real» que es ahora
reserva natural

Como una guirnalda
oros regios engalanan el lago
y sus orillas,
y abstractos vergonzantes
para no desentonar los vegetales difuntos
en un rincón se apiñan.

El esplendor del día
a salir de la cama y quemar unos gramos llama
a los dormilones.

¡Trekking, hiking, sendero,
chandal y deportivas! ¡a llenarse de luz!
¡perezosos, arriba!

Si contemplativo fueres
déjate secuestrar por las hadas
del bosque

Si callas un poco
quizá escuches a la gentil curruca
que canta para ti.
Las plantas de la reserva
pues están protegidas no se pueden
llevar

Pero con tu teléfono
o cámara del safari botánico puedes
disfrutar

Del musgo los verdes
el mismo Miguel Ángel para sus altos frescos
los quisiera emular

El bosque se renueva
y hay troncos caídos que esgrimen sus raíces
como garras rebeldes

Mas los troncos vivientes
bajo cortezas ásperas albergan la ternura
de almas protectoras

Hay bosques como éste
que para ser románticos unas ruinas
ofrecen

Si amáis las sinestesias
con los ojos oiréis de unas hojillas frágiles la canción de los
fénix dorados

Hacia el fin del paseo
a la orilla del bosque el prado se abre y el caserío
se ofrece

Privilegiados,
mimados y abrigados, ajenos al otoño unos equinos
pastan

Jamelgos señoritos
quizás ganen medallas y nunca irán uncidos
a un tiro de carreta
.
.
Jinetes del sábado
una amazona a su alazán y un caballero a su tordo
les hacían trotar
Tras otra palizada
sus compañeros disfrutaban de asueto sin nada
que pensar

y por el campo vecino
parece que ha pasado un regimiento de ulanos
al galope tendido

Arriba allá en el cielo
sobre las copas negras se anuncien quizás ya los jinetes grises
del venidero invierno.