La expresión del rostro en la obra naturalista de Albert Edelfeldt (Fisionomías XXXII)

El jueves pasado he visitado la exposición de obras del pintor finlandés Albert Edelfeldt (1854-1905) en el Museo de Arte de Gotemburgo (Göteborgs Konstmuseum, del 22 octubre al 12 marzo 2023). Fue un artista pionero en protagonizar exposiciones individuales en el siglo XIX en Gotemburgo, Estocolmo y Copenhague, cuando lo más habitual eran las muestras colectivas en los «salones» anuales, en especial el de París, donde se dio a conocer durante sus años de aprendizaje y consagración en la que era por entonces capital del arte moderno.

A mi modo de ver, lo mejor de su obra son las expresiones de las personas que plasma con un diestro trabajo fisonómico
así como su maestría en la representación del contexto en que viven y se desenvuelven,

donde destaca la actitud y el carácter de los retratados. Ejemplo de ello son los fieles que asisten a una celebración religiosa en una isla del archipiélago de Uusimaa y las escenas en el mar.


Tales destrezas pictóricas comienzan tradicionalmente en los procesos de aprendizaje del oficio en los que se pide pintar tu propio rostro. Edelfeldt realizó su autorretrato (catálogo de la exposición de Gotemburgo) a los veinte años, poco después de llegar a la Escuela de Bellas Artes de París, donde estudió de 1874 a 1877 bajo la dirección del pintor Jean-Léon Gérôme .
El joven pintor había estudiado antes en la escuela de la Sociedad de Arte Finlandesa (1871 – 1872) y con una beca de su gobierno en la Real Academia de Bellas Artes de Amberes (1873 – 74). A partir de 1875 compartió un atelier en París con dos pintores franceses, que mantuvo toda su vida, hasta su muerte en Finlandia en la casa de verano de la familia en Haikko (Porvoo), donde su estudio es hoy un museo que lleva su nombre.
Otros ejemplos de representación de las personas en su contexto son los que he fotografiado durante mi visita del jueves pasado a la exposición de su obra en Gotemburgo.
En primer lugar el de su amigo y compañero de estudios en la Escuela de Bellas Artes Pascal Dagnan-Bouveret (1852 – 1929)

Particularmente expresivo y afectuoso es el retrato de Virginie, cuya sonrisa y mirada lo dicen todo, pues convivió con ella durante sus años jóvenes de París (*)

Cinco años más tarde el pintor se casaría con Anna Elise de la Chapelle (1857 – 1921) amiga de la infancia, a quien vemos en un retrato ocho años posterior al de sus esponsales.
El matrimonio tuvo un hijo Erik en el año mismo de su boda (1888) que falleció en Francia a los 21 años.
Esa misma maestría del pintor para representar con intensidad los temperamentos se manifiesta en los retratos del escritor sueco Viktor Rydberg (1828 – 1895), del médico, filósofo e investigador finlandés Joham Wilhelm Runeberg (1843 – 1918) y de la poeta Larin Paraske (1833 – 1904), de la que se recuerda podía recitar de memoria 32.000 versos de la tradición oral de Carelia y que inspiró a Jean Sibelius para su épico poema sinfónico nacional Kalevala.



El escultor Alpo Sailo (1877–1955) se inspiró en el lienzo de Edelfeldt para su estatua de Larin Paraske.

NOTAS:
(*) Anna Kortelaine, «Virginie! Albert Edelfeltin rakastajattaren tarina!» (Virginie! La historia de la amante de Albert Edelfeldt), Helsinki: Tammi. 2002 (referencia que aparece en el catálogo de la exposición).
Kortelaine, profesora de Historia del Arte en la Universidad de Helsinki y prolífica autora de libros de divulgación histórica, afirma que las cartas de Virginie a Albert Edelfeldt fueron destruidas por la hermana del pintor a la muerte de este.
Referencia: Albert Edelfeldt. A modern Artist in Fin-de-Siècle Europe, Eva Nygårds and Patrik Steorn (Eds.) AA.VV., 199 pags. Gothenburg Museum of Art and Appell Förlag, printed in Riga, 2022
Creí que ya lo había enviado, de cómo desde mi trinchera de poeta veía pasar la vida con sus formas y colores y envidiaba a los pintores y escultores que captaban mejor lo sensual de ella.
El poeta, como explicaba Valéry en su curso de poética (*) en el Collège de France, hace más que «poética», la labor de la poesía es también «poiética», participa del más extenso ‘hacer mundos’, realidades. Todos hubiéramos querido tener más vidas para crear otras obras de expresión de la vida, sin embargo la labor del poeta, como participante de un hacer amplísimo, sirve incluso de inspiración a la del pintor y la del escultor, entre otras…
(*) https://www.gallimard.fr/Catalogue/GALLIMARD/Bibliotheque-des-Idees/Cours-de-poetique
Hermoso comentario a mi comentario
Ce toit tranquille, où marchent des colombes,
Entre les pins palpite, entre les tombes ;
Midi le juste y compose de feux
La mer, la mer, toujours recommencée !
Ô récompense après une pensée
Qu’un long regard sur le calme des dieux !
etc., etc.,
https://fr.wikisource.org/wiki/Le_Cimeti%C3%A8re_marin
Alejado de cierto mundo donde las emociones y pensamientos se reflejan en la cara, admiré esta obra de Albert Edelfeldt, de pronto recordé un detalle trascendente. Frecuento los viajes en el transporte público, observo mucho a la gente con sus estados emocionales y sus ritmos del cansancio o el movimiento de sus expresiones, aquí intento leer a la ciudad dura en los cuerpos y las caras, la fluidez del ecosistema del que son parte, sus igualdades y sus distinciones. Leo y observo estas imágenes de la obra de Albert Edelfeldt y cuantas lecciones me traes desde aquellos lugares donde no puedo estar y a pesar de ello me siento ahí.
Que la observación de las personas en el tráfago diario te suscite esa lectura del discurrir de la vida, con sus estrecheces o su fluidez, reflejándose en la expresión y en los cuerpos de las personas con las que nos cruzamos, coincide con lo que en mis paseos y desplazamientos me sucede a menudo.
Albert Edelfeldt, pintor muy reconocido en Finlandia y en Suecia, aunque no sea de los destacados por la Historia del Gran Arte, sin embargo en esta visita al museo de Gotemburgo me ha sorprendido -pues no lo conocía- por esa maestría con la que su observación de eso que comentamos (qué envidia) lograba plasmarla con pincel.