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Breverías erasmianas (XXXI): «Pecuniae obediunt omnia» (Todo se inclina ante el dinero)

23 julio, 2017
Ostentación. Casa de América. Madrid. Foto R.Puig

Ostentación. Casa de América. Madrid. Foto R.Puig

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«Pecuniae obediunt omnia»

Todo se inclina ante el dinero

Adagio Ι, III, 87

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Refranes, dichos y sentencias sobre el dinero los hay en abundancia. Lo versificó Quevedo en aquel poema titulado como su estribillo que nos aprendíamos de memoria en el bachillerato de nuestra infancia:

Madre, yo al oro me humillo,

Él es mi amante y mi amado,

Pues de puro enamorado

Anda continuo amarillo.

Que pues doblón o sencillo

Hace todo cuanto quiero,

Poderoso caballero

Es don Dinero.

Pero, como en la mayoría de las sentencias que se han ido acuñando en nuestra lengua, popular o culta, en infinidad de casos sus raíces son clásicas. Lo que expresan ya se expresó en griego y en latín. De recordárnoslo hasta la saciedad ya se encargó nuestro Erasmo de Rotterdam.

Así que sin quitarle el mérito a Quevedo, cuyo neo-estoicismo por cierto tiene raíces erasmistas, hoy volvemos a Los Adagios y a lo que los clásicos anticiparon con parecido sentido.

La palabra al Príncipe de los humanistas:

«Parece que este fue un dicho popular entre todos los pueblos del mismo modo como hoy es de uso común: Todo se inclina ante el dinero. El Eclesiastés lo menciona entre los proverbios hebreos (el dinero es la respuesta a todo, 10,19). De modo parecido es celebrado por autores griegos y latinos, como Eurípides en Las fenicias (439-40):»

Nada hay más querido para los mortales que el dinero.

Y entre los hombres es lo que más poder tiene

«Igualmente dice Aristófanes en Plutón (144-6):»

No hallarás cosa segura en parte alguna.

Pero a todos por igual les domina el afán de lucro.

 

De Industry and Idleness de de William Kentrige

Fragmento de  «Industry and Idleness» de de William Kentrige

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«A esto alude Demóstenes en su Primera Olíntica (20):

Para decirlo brevemente, se necesita el dinero y sin este nada de lo que hay que hacer se puede llevar a cabo.»

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«Aristófanes en Pluto (144-6) explica en tono de humor que todo lo que los mortales hacen, bueno o malo, se hace gracias al dinero, y que ni siquiera para el culto a los dioses hay otra razón. Y entre otras observaciones lo resume todo en esta sentencia:»

Si algo hay para los hombres, algo eximio o espléndido,

Si hay algo que sea hermoso, de ti solo proviene.

Pues a la riqueza todas las cosas al unísono obedecen.

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«En el mismo sentido Horacio (Epístolas, 1.6. 36-7) llama reina a la riqueza:»

Es evidente que, con su dote, esposa, fidelidad, amigos,

linaje y hermosura la Reina Fortuna nos dona

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«Pero nadie describió tan claro como Eurípides (Frag, 324) la tiranía del dinero, cuando hace hablar a su Belerofonte en el mismo sentido.»

«Fue Séneca quien lo citó (Cartas, 115. 14-5) ya que el drama se ha perdido; estas líneas son realmente divertidas y tienen encanto;  las transcribo con placer (aunque corrigiendo algún pasaje corrompido):»

No importa que digas que soy el peor, con tal de que me llames rico.

Nadie pregunta si uno es bueno, sino más bien si es rico

No por qué o de donde sino cuánto tienes te preguntan.

En todas partes se estima lo que fuiste por lo que tuviste.

Qué hay de vergonzoso en poseer, inquieres. ¡Nada!

Queremos saber de alguien si es rico, no si es bueno,

Si soy rico prefiero vivir, pero si soy pobre morir.

Buena muerte es la del que muere mientras se lucra.

Riqueza, la mayor bendición de la raza humana,

Que no es equiparable ni con el placer de ser madre,

Ni con el cariño de los hijos o el honor de ser padres.

Si el brillo de Amor así de dulce fuera,

Razón de amores a dioses y hombres movería.

Dibujo de William Kentrige

Fragmento de William Kentrige

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Y Séneca continuaba:

Cuando estas líneas de la obra acabaron de recitarse, todo el populacho se alzó como un solo hombre para echar al actor con su poema, hasta tal punto que el mismo Eurípides saltó en medio de la audiencia y les rogó que esperaran a ver la pena que al final le aguardaba al adorador del oro, pues Belerofonte sufriría en la ficción el mismo castigo que a todo hombre se inflige

Dibujo en "Johannesburg" 1989. William Kentrige

Fragmento de «Johannesburg» 1989. William Kentrige

«Pero de estas líneas, citadas en latín por Séneca, encontré  otras posteriores en griego, en el libro 4 de los Dipnosofistas de Ateneo, sin nombre de autor, que quiero añadir aquí:»

Oh ganancia del oro, la cosa más preciado entre los hombres,

De modo que ni padre, ni madre, ni hijos

Al hogar placeres tales traigan

A quienes en su casa te poseen.

Y si las lumbres del Amor así resplandeciesen

No sería extraño que los amores innumerables fuesen.

Oros. Casa de América. Madrid. Foto R.Puig

Oros. Casa de América. Madrid. Foto R.Puig

 

«A todo esto, surge la cuestión de la perversión y la irracionalidad de las mentes humanas. No perdonan una frase exagerada de un personaje ficticio de teatro, recitada en escena por un histrión, y organizan un tumulto para expulsarlo, pero cada uno la pasa por alto en su propia casa. ¿Cuántos de entre ellos no declaran con sus deseos y en su vida justo lo que el actor declama? ¡Se horrorizan por lo que se dice en el teatro y no temen a lo mismo en la vida de cada uno! ¿Qué hay de más infame, más execrado por todos que lo expresado por el término “mentira”, y qué hay de más corriente que esa misma cosa en los comportamientos humanos? ¿Qué hay más odioso que el perjurio? Examina las vidas de los hombres y las hallarás repletas de perjurio. Fíjate en las promesas que los príncipes hacen a su pueblo, así como los obispos y los abades, o las promesas bautismales de todos los cristianos. Compara sus costumbres, ya verás que cantidad de perjurios encuentras. Abominamos tanto del calificativo de “ladrón” Pero en la vida real no encontrarás otra cosa, salvo que no fuese robo aceptar un préstamo con ánimo de no devolverlo; negar que te confiaron algo, cuando lo tienes a buen recaudo; apropiarse con malas artes de una herencia o de la propiedad ajena; engañar a un comprador; sustraer una parte de los bienes que tienes a tu cargo; hacer pasar vidrio por gemas; vender una clase de vino como otro distinto. En resumen, no perder ocasión de defraudar al prójimo.»

«Pero yo vuelvo a los Adagios (Sed ad proverbia redeo).»

"In whose lap do I lie" (¿En qué regazo miento?). William Kentrige

Fragmento de «In whose lap do I lie». William Kentrige

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No creo que a Erasmo le hubiera molestado que acabásemos con el resto del poema de Quevedo. De no hacerlo, nuestro quisquilloso vate no nos lo habría perdonado.

Así que:

Nace en las Indias honrado,

Donde el mundo le acompaña;

Viene a morir en España,

Y es en Génova enterrado.

Y pues quien le trae al lado

Es hermoso, aunque sea fiero,

Poderoso caballero

Es don Dinero.

Son sus padres principales,

Y es de nobles descendiente,

Porque en las venas de Oriente

Todas las sangres son Reales.

Y pues es quien hace iguales

Al rico y al pordiosero,

Poderoso caballero

Es don Dinero.

¿A quién no le maravilla

Ver en su gloria, sin tasa,

Que es lo más ruin de su casa

Doña Blanca de Castilla?

Mas pues que su fuerza humilla

Al cobarde y al guerrero,

Poderoso caballero

Es don Dinero.

Es tanta su majestad,

Aunque son sus duelos hartos,

Que aun con estar hecho cuartos

No pierde su calidad.

Pero pues da autoridad

Al gañán y al jornalero,

Poderoso caballero

Es don Dinero.

Más valen en cualquier tierra

(Mirad si es harto sagaz)

Sus escudos en la paz

Que rodelas en la guerra.

Pues al natural destierra

Y hace propio al forastero,

Poderoso caballero

Es don Dinero.

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Texto latino original de Les Adages d’Érasme, présentés par les Belles Lettres et le GRAC (UMR 5037), 2010, pp.323-327  (La traducción de este adagio incluye la totalidad del texto y es mía).

"Monument".  William Kentrige

Fragmento de «Monument». 1990. William Kentrige

4 comentarios leave one →
  1. jabo permalink
    24 julio, 2017 00:00

    Creo que Soho Eckstein no «miente» sino «yace» en el regazo de su tierra sometida al Apartheid.

    • 24 julio, 2017 05:57

      ¡Gracias Jabo! ¡Me pillaron las prisas! Aunque Kentridge juega a menudo a la ambivalencia. Soho Eckstein es un derivado de su abuelo, una figura de un blanco rico perdido en sus angustias de culpa. No sabe donde reposará muerto, no sabe si su vida es mentira, no sabe de qué placenta terrena proviene, es un judío errante sin regazo en dónde yacer, donde aliviar la mentira ilusa de una vida…¡Mejor no optar por traducirlo pues!
      Un abrazo

  2. 30 julio, 2017 14:25

    Aunque te salude solo con la vista y el corazón, sin articular una palabra, sabes de sobra que te acompaño en cada viaje, en cada visita, en cada paisaje y en cada pormenor que nos muestres o descubras; debemos de ser muchos los que lo hacemos. Pero tenía una deuda impagable contigo desde que leí este texto, el penúltimo, y debo redimirla. Gracias por haberme presentado a William Kentridge, desconocido absolutamente, pero hasta su nombre, por esta borriquita, ¿puedes creerlo? Pues así es, Ramón. Un fuerte abrazo, vagaxeiro.

    • 30 julio, 2017 17:47

      Gracias Luisa. Me hace ilusión lo que dices y de ello soy consciente, pero haberte presentado a William Kentridge me encanta, pues es un artista complejo y único, un filósofo que piensa con el carboncillo en mano. ¡Hace buen equipo con Erasmo! Por cierto: premio Príncipe de Asturias de la última edición.Hay mucho de él en la web. ¡Pero nada como ver sus historias en una pantalla!
      Saludos desde Bruselas
      UN ABRAZO
      Ramón

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