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Historia de una playa (I): la obra de un río

18 octubre, 2014
Playa de la Almadraba. Foto R.Puig

Playa de la Almadraba. Foto R.Puig

Playas hay millones en todos los litorales.

Todos habrían de tener derecho, pero sobre todo los niños, a acercarse a la orilla de la playa y sentir que el agua les acaricia, que el vaivén de un mar benigno envuelve su piel. Sería uno de los derechos universales de la infancia. Los niños, sin que importe donde vivan, tendrían que disfrutar de un salvoconducto que le permitiese atravesar fronteras y llegar en paz a alguna playa, mirar al mar y jugar con las olas.

Playas hay tantas pero ocurre a veces que el destino te reserva una en especial. Se crea un vínculo, como si esa orilla te hubiera adoptado,  como si te hubieras dejado capturar por ese mar, esa perspectiva, esa luz, esas variaciones del cielo, del horizonte y del paisaje.

La playa de la Almadraba y el río que la ha creado

En la desembocadura del Girona. Foto R.Puig

En la desembocadura del Girona. Foto R.Puig

No es la primera vez que hablo de Els Poblets, un pueblo que me acoge desde hace años y, con él, su playa, que también ha aparecido en estas páginas.  Pero hoy he decidido narrar a mi modo los orígenes y las vicisitudes de esta orilla. Son sólo 1600 metros, una pequeña parte de las costas de España, una nadería entre los millones de playas de nuestro planeta.

Cono aluvial del rio Girona.  Fuente Wikimapia

Cono aluvial del rio Girona en el extremo meridional de la playa de la Almadraba. Fuente Wikimapia

He recogido información, en especial gracias a Pere Cardona, el alma y el motor de la Asociación de Vecinos de la Playa de  la Almadraba, que me ha facilitado abundante documentación. Sus observaciones han hecho posible estas modestas páginas.  Si algo pareciera subjetivo, no hay que achacárselo a él, sino a mi manía de elucubrar.

No hace falta ser geólogo para entender que cuando, entre tantas playas de arena de las costas de Denia, aparece una playa de cantos rodados, de esas piedras lisas que por aquí  llaman “bolos”,  hay que remitirse al causante.

En  la orilla  de la Almadrava. Foto   R.Puig

En la orilla de la Almadrava. Foto R.Puig

La playa de la Almadraba es el resultado de la erosión y el arrastre de fragmentos de rocas sedimentarias desde las alturas de las sierras de la Marina Alta, es una suave curva de piedras depositadas durante millones de años por el Río Girona en este litoral.

Así que esta playa se ha gestado desde las alturas de la Vall de Alcalá, en el barranco de la Fontblanca, donde dicen que nace el río que la ha formado.

Para entenderla hay que irse peñas arriba, en ese tramo del Girona que transcurre desde Alcalá de la Jovada hasta la Vall de Ebo, antes de que su curso se lance entre los altos muros del Barranco del Infierno para aparecer por la Vall de Laguar.

El Girona entra en el Barranco del Infierno.   Foto R.Puig

El Girona entra en el Barranco del Infierno. Foto R.Puig

Por eso estuve hace poco por aquellos parajes y descendí hasta su curso por  los alrededores de la Cova del Rull, esa hermosa gruta kárstica cerca de la Vall de Ebo,  una filigrana que las aguas del río, en una de sus desviaciones subterráneas, excavaron hace casi seis millones de años y las aguas que se filtran de la superficie adornaron de estalactitas y estalagmitas.  Siguiendo su trabajo de erosión sistemática el lecho fluvial siguió hundiéndose casi cien metros, hasta situarse en su actual trazado sinuoso a los pies de la Muntanyeta.

Barranco del Girona bajo la Muntanyeta en los aledaños de la Cova del Rull. Foto R.Puig

Barranco del Girona bajo la Muntanyeta en los aledaños de la Cova del Rull. Foto R.Puig

Es en esa zona en donde el agua se remansa en tolls o pozas,  adonde los vecinos de la zona bajan a bañarse por veredas de cabras, y en los lagos, menos profundos pero no menos transparentes, donde el otro día nadaban los peces.

Fondos de un lago del Girona.  Foto R.Puig

Fondos de un «lago» del Girona . Foto R.Puig (7 de octubre del 2014)

Por Alcalá de la Jovada

El paseo por el curso alto del río Girona nos ha traído para empezar al Señorío de Al-Azraq, del nombre del caudillo árabe nacido en en el pueblo de Alcalá de la Jovada entre 1210 y 1215, que gobernó en lo que es hoy término Municipal de la Vall de Alcalá, junto al cual nuestro río discurre aún como un joven torrente.

Riu Girona en la Vall d'Alcalá. Foto R.Puig

Riu Girona en la Vall de Alcalá. Foto R.Puig

Ateniéndose a los restos arqueológicos existentes se sabe que esta comarca  estuvo habitada desde el Paleolítico Superior, hace de 14.000 a 7.500 años. También la habitaron los iberos entre los siglos V y I a.C. y los habitantes de la España musulmana, que dejaron como recuerdo el poblado morisco de la Atzubieta, el más extenso de los conservados en la Comunidad Valenciana.

Arco de la Atzubieta.  Foto  R.Puig

Uno de los muchos arcos del poblamiento morisco de la Atzubieta. Foto R.Puig

El emplazamiento se beneficiaba de  la cercanía de las aguas del río, que cabe imaginar  más abundantes por entonces. Por los callejones del lugar las mujeres del poblado se dirigirían al río a lavar, mientras los varones trabajaban las huertas y los andenes de frutales.

Y en el lugar donde se alza hoy la iglesia de Alcalá de la Jovada acudirían a la mezquita de aquel señorío islámico, pues este poblamiento ocupaba una amplia superficie en las afueras del pueblo.  El curso del río Girona es de mayor anchura junto a la Atzubieta.

Antiguo puente de mampostería y arco de ladrillo sobre el Girona junto a la Atzubieta. Foto R.Puig

Antiguo puente de mampostería y arco de ladrillo sobre el Girona junto a la Atzubieta. Foto R.Puig

Lo salva un antiguo puente de ladrillo y mampostería (hoy reforzado). La superficie de las rocas de su lecho refleja la erosión de millones de años, cabe pensar que correspondiente a caudales mayores de los que hoy tiene el río, salvo en épocas de gota fría.

Junto al poblado los cantos rodados van siendo ya menos esquinados,  empiezan a estar más pulidos, aunque no alcanzan la lisura de los que encontramos seis kilómetros más abajo,  poco antes de su paso por la Vall de Ebo.

Aspecto de un lago de Girona.  Foto R.Puig

Aspecto de un «lago» de Girona poco antes de la Vall de Ebo. Foto R.Puig

Resumiendo, por estos lugares la corriente arrancaba ya los cantos rodados que, tonelada tras tonelada, acabarían depositándose durante millones de años en la Playa de la Almadraba.

Las piedras de la playa

La playa es el resultado de la larguísima labor del río Girona.  Por desgracia sus cantos rodados se mezclan hoy en parte con cascajo de cantera, usado para reparar el efecto de los temporales. Paradójicamente los bolos del Girona se han extraído a menudo para reparar otras playas más lejanas de la Comunidad Valenciana.

Roca de conglomerado en las alturas de la Vall de Ebo.  Foto R.Puig

Roca de conglomerado en las alturas de la Vall de Ebo. Foto R.Puig

A pesar de esas actuaciones erróneas, la playa de la Almadraba, es sustancialmente el resultado del aporte más que milenario de un río que ha erosionado sedimentos cretácicos de la Marina Alta, depositando sus cantos rodados durante millones de años en el cono de la desembocadura.

Roca caliza en las alturas de la Vall de Ebo  Foto R.Puig

Roca caliza en las alturas de la Vall de Ebo Foto R.Puig

La playa herida

Parece obvio que la idiosincrasia medioambiental de esta playa debe ser preservada, lo que significa proteger sus piedras. Pero no siempre es así. Todavía hay gente que viene a aprovisionarse de sus guijarros para decorar jardines o, lo que es peor, hasta llegan de vez en cuando camionetas de constructores a recoger gratuita e ilegalmente capazos de canto rodado, que seguramente cobraran a sus clientes.

Estas depredaciones, digamos que “menores” de hoy me retrotraen a otra mucho más grande, histórica y documentada,  que se produjo en los últimos años del franquismo, en 1973, a partir de una firma del por entonces ingeniero jefe de la Dirección de Costas de Alicante.

Se excavó una franja de 246 metros de larga con anchura media de 10 metros y profundidad media de 1,80 frente a la salida del Camino del mar.

Detalle de la excavación de cantos rodados extraídos de la playa de la Almadraba en 1973. Archivos de Denia

Detalle de la excavación de cantos rodados extraídos de la playa de la Almadraba en 1973. Archivos de Denia

El permiso de Costas se dio en febrero 1973. Curiosamente,  en el mes de julio otro oficio de la misma autoridad  (tras una reclamación del Ayuntamiento de Denia, ocasionada por iniciativa de un vecino alarmado por la salvaje extracción) declara que han informado al Gobernador Civil de que dicha extracción es “completamente abusiva”.

Lo solicitado y autorizado en febrero habían sido “1000 metros cúbicos aproximadamente” y se pagó al final una extracción  declarada del doble, dos mil metros cúbicos a 8 pesetas el metro cúbico.  Aunque con el gráfico arriba expuesto se puede llegar a la conclusión que a cada uno le salga en su calculadora (me reservo la mía). La excavación se hizo a primeros de mayo, ya fuera del plazo autorizado.

¿A qué obedeció todo esto? Muy sencillo, a que unos industriales de la provincia tenían que hormigonar varios miles de metros cuadrados del planché de su nueva fábrica, situada como quien dice a un tiro de piedra de la playa de la Almadraba, y lo más fácil y barato era, en vez de pagar cascajo de cantera y su transporte (como se suele hacer), obtener la autorización de la autoridad de Costas de Alicante, sin que ésta notificase la autorización al Ayuntamiento de Denia (según testimonio del mismo), para sacar la piedra de una playa cercana, a pesar de su gran valor geológico y ecológico y de la destrucción de duna que eso conllevaba.

Todo esto es lo que se deduce de la documentación que obra en los archivos de Denia.

Y, a buenas horas mangas verdes, el 17 del de mayo de 1973 el Centro de Iniciativas  y Turismo de Denia denunciaba  la “salvaje operación” .

Cuándo sintáis un delicioso olor a pan de molde en las cercanías de El Verger no podréis menos de pensar que en el subsuelo están enterradas miles de toneladas de cantos rodados que fueron labrados por el río Girona para la Playa de la Almadraba, durante millones de años.

Los bolos de la playa de la Almadraba. Foto Pere Cardona

Los bolos de la playa de la Almadraba. Foto Pere Cardona

12 comentarios leave one →
  1. 19 octubre, 2014 01:13

    ¡Qué preciosidad de entrada y de fotos, Ramón! Tu blog funciona infinitamente mejor que un orfidal para irse a dormir como un angelet. Gracias y un abrazo, gente constante, a pesar de que dé la sensación de que siempre estás de viaje 🙂

  2. 20 octubre, 2014 11:04

    ¡Gracias Luisa! No vas descaminada, esta entrada la he publicado desde Madrid donde estoy esta semana. Por cierto, no está mal ese servicio que me atribuyes de ejercer de «ensondecuna»; siempre que no me pase y me transforme en un opiáceo, claro… 🙂

  3. 23 octubre, 2014 08:23

    Ramón, como siempre genial. Si no hubiera estado al tanto de tus propósitos hubiera quedado gratamente asombrado por tu esfuerzo investigador y por tu excelente tono literario. Ahora, sólo me queda agradecerte en nombre de toda la Asociación de vecinos de la Almadraba la defensa tan meritoria que estás haciendo de nuestra pequeña bahía.
    Con tu permiso lo vamos a compartir en las redes sociales (y, si te parece bien, en el blog de la asociación http://la-almadraba.blogspot.com.es/). Gracias !!

  4. 23 octubre, 2014 19:27

    Gracias a ti, Pere,

    Por supuesto que sí, que me honra que compartas este trabajo, que es posible, como bien sabes, sobre la base de tu ayuda y tu documentación. Espero que les guste a los demás y que sea, no digo un grano de arena, sino un canto rodado más en el esfuerzo por preservar la Almadraba.

    Un fuerte abrazo

    Ramón

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