De cal y de arena
Construir con nada más que arena no se puede. Desde antiguo se ha dicho aquello de harena sine calce, para referirse a algo que no se tiene en pie, que no funciona. De hecho se trata de un adagio latino que está recogido en la colección comentada por Erasmo ( II, III, 57). Se solía decir que un discurso sin nervio ni orden estaba hecho de arena sin cal.
De modo parecido se suele usar en castellano el proverbio «una de cal y otra de arena», queriendo significar, entre otros posibles sentidos, que para conseguir un equilibrio, para evitar conflictos, para dar satisfacción, mejor será dar una de cal por otra de arena. ¿Cuál es la buena y cual la mala? ¿La cal o la arena? No es esta la cuestión, en realidad la vida esta hecha de lo que cohesiona y de lo que se disgrega, de cal y de arena.
Pero no iba yo en esta dirección al hablar de arena y de cal, más bien pretendía introducir alguna imagen de estos últimos días en Els Poblets, unas alegres, otras ambiguas y otras, otras que dan pena.
Para ir por orden he comenzado por el amanecer desde mi terraza de estos días, en la playa de La Almadraba, jubilosa por fin tras varios días de nublados.
Caminando al pueblo me salen al paso otros motivos que animan el día.
Mediado abril los muros floridos de las casas son la norma. Hay para elegir. Y tampoco es difícil seleccionar algún enanito de jardín. Los hay para todos los gustos.
No sigo, porque tendría que sacar a los siete, cada uno sobre un pilar del muro que rodea la parcela de un chalet extremadamente cuidado en todos sus detalles y caprichos.
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Pero, ay, ay, ay, de la nota saltarina pasamos a una visión deprimente, la del riurau de Els Poblets que ya lleva años abandonado y sin esperanzas de que se restaure y se le dé un buen uso.
Por la Marina Alta hay otros riurau más afortunados y asociaciones que trabajan para catalogarlos y mantenerlos, pues son testimonios de una época próspera, la del comercio de la pasa. El cultivo de ciertas variedades de uva más pequeña y la desecación de la misma para obtener la pasa, a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, fue el principal motor económico de la Marina Alta. Se exportaba desde el puerto de Jávea, donde había una cámara de comercio inglesa que negociaba la compra de grandes cantidades. La burguesía regional aumentó y promovió la construcción de muchas de las casas que valorizan hoy el casco antiguo de muchos pueblos de la comarca.
El riurau era el edificio tradicional, diseñado para tratar y secar la uva y obtener la uva pasa, y es una construcción que diversas localidades de la Marina Alta han restaurado y miman con esmero para que no se pierdan. La galería y sus arcos están orientados para aprovechar al máximo las horas de sol y proceder al secado de la uva a cubierto.
No es el caso, tristemente, del riurau de Els Poblets, hoy abandonando a la erosión de los meteoros y del tiempo, no se sabe si a la espera de que el estado de ruina justifique su demolición.
¿Lo veremos algún día convertidos en cascotes, como estos que llenan un contenedor de una obra cercana?
Pero no es esta la única señal de desidia que nos golpea. Dentro del término municipal de Ondara, a la vera de un camino vecinal bordeado por los naranjos en flor que mostrábamos el domingo pasado, frente a ellos, cuelgan de una enredadera, que trepa sobre un vallado de alambre unas bayas que me recuerdan a las del cacao y que llaman mi atención.
Gracias a mi amigo Pere Cardona he sabido que se trata de una planta invasora y dañina para los cultivos de la comarca.
La Araujia sericifera, me entero, es oriunda de América del Sur (donde al parecer cumple funciones útiles como enemiga de plagas de ciertas mariposas), pero en la Marina Alta es una planta invasora que está prohibida y cuya reproducción se debe evitar.
Afortunadamente no la he manipulado, pues, como me explica Pere, tiene una savia pegajosa (sericifera significa serosa) que produce alergias graves y picores en la piel.
En todo caso, su imagen tiene algo de fascinante, por no decir turbador.
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De vuelta al pueblo, la imagen del Segaria sobre los campos de naranjos, aporta serenidad y magnificencia.
He de volver a subir a sus riscos, como ya hice hace unos años. Pero por esta vez no va a poder ser.
El solo deseo de trepar y el paseo de la mañana me ha despertado el apetito, es mediodía y hora de comer. El sol de abril me sigue por las calles del pueblo
hasta recalar en el pub inglés, lugar de reunión para quienes añoren la cocina británica, así que, en vez de caminar sanamente, acabo recalando frente a un plato de…
Para compensar, ¡nada de coche! ¡he venido caminando y me volveré caminando!
Una figura esbelta, me recuerda severamente que algo tendré que sacrificar para reducir los nacientes michelines y disciplinar mis hábitos alimentarios.
Y ya que me he excedido con las suculencias del pescado rebozado y las patatas fritas de la pérfida Albión, me propongo seguir lo que el National Health Service inglés, precupado por las inquietantes estadísticas de la obesidad anglosajona ha lanzado como su programa oficial para el adelgazamiento: el método 12 weeks. Todo hay que decirlo, el soplo me ha llegado de Leicester…
¡Pronto estaré tan estilizado como ese árbol que me ha mirado desde un jardín!
Me merezco un atardecer sin grasas en la playa.
La tarde se extingue tras la línea de los montes hacia el noroeste de la Almadraba.
Ha sido un paseo agradable e ilustrado que recomendaría alimentar con menos fritura para los michelines (la ventaja del fish and chips de Les Poblets sobre los del país originario es la falta de cucurucho de papel). Por cierto «secar las uvas pasas o las pasas» es redundante ya que una vez pasas ya están secas. Hay que secar solo la uva. Es una cuestión menor ya que lo importante es conservar las edificaciones que que se efectuaba el sacado.
Gracias por el paseo.
Gracias por la observación, aunque hay quien a las uvas de pasa (variedad más pequeña de uva, como la Corinto) las llama «uvas pasa». En todo caso ya está modificado para evitar que me llamen la atención los de la RAE 🙂
Por lo que se refiere al «fish and chips», depende de si los comes en un bar barato de Londres, donde te lo mezclan todo en el cucurucho, incluso la salsa tártara, o si te vas a un pub finolis, como el Old Joint Stock Pub de Birmingham que nos lo sirvió en un plato bien elegante el pasado febrero. Els Poblets no es menos fino que Birmingham, y además el sol luce mejor.
Abrazos
Moncho