Los ruidos del otoño y lumbricus magnus (2)

Hay ruidos en el parque de Nya allén. Foto R.Puig
El 1º de abril de este año dejé en estas páginas constancia de las aprensiones que embargan a muchos vecinos de Gotemburgo en relación con lo que yo denominaba el lumbricus magnus. No era, puedo asegurarles, un poisson d’avril. El nombre oficial es Västlänken (“el enlace occidental”). Se trata de un enorme proyecto para la construcción de una travesía ferroviaria (norte-este-sur) de ocho kilómetros, que incluye la perforación de seis kilómetros de túnel bajo el núcleo central de Gotemburgo.
En el año 2007 la obra se presupuestaba en 15.000 millones de coronas suecas, que se convirtieron en 20.000 en 2010 y actualmente se estima en casi 35.000 millones (cerca de 3.400 millones de euros) que, según porcentajes oficiales, se cubrirán al 50% con el presupuesto nacional. Un 41% por ciento lo cubrirán los impuestos de entrada y salida de vehículos por la ciudad (que cada año suben), es decir por los habitantes de la misma que viven o trabajan en ella y no tienen más remedio que desplazarse en vehículos motorizados
Se dice que las obras concluirán en el 2026 con una serie de grandes ventajas para la mejora de los transportes y los viajes en tren que tienen a Gotemburgo como nudo estratégico.

¡Uy! se acerca la gran lombriz. Foto R.Puig
El debate ha sido intenso, pues durante ocho años (si se cumplen los plazos) la ciudad va a estar sometida a grandes obras de excavación de túneles, con grandes socavones a cielo abierto en puntos neurálgicos, y cientos de volquetes circulando para llevarse el suelo extraído, no se sabe muy bien hacia dónde, más las emisiones de máquinas y camiones. El temor a imprevistos y riesgos geológicos está llevando a miles de propietarios en inmuebles de las zonas afectadas a solicitar una certificación sobre el estado actual de sus pisos o edificios.
La ciudad está construida en una buena parte (surcada por canales) sobre suelos arcillosos y en parte cimentada sobre rocas graníticas. Las encuestas de opinión entre la ciudadanía el año pasado daban un 26 % de opositores a la obra, un 25% de habitantes a favor y un 46% que no se pronunciaba. Consecuencia: tras las elecciones de hace ya cincuenta días aún no se sabe quién será el o la burgomaestre de la ciudad (casi un 30 % de los electos al Consejo Comunal están en contra del proyecto).
Pero, en fin, parafraseando a Beltrán du Guesclin, no voy a ser yo quien (con mi pobre voto) quite ni ponga alcalde, pues siendo madrileño en Suecia, más me valdría hacerme el sueco. Además, este blog no suele emitir juicios de política aplicada y, mucho menos, de política ficción.
Así que volvamos a los ruidos del otoño.

Otoño mediado. Foto R.Puig
En variadas ocasiones he traído a estas páginas las imágenes del Kungsparken que recorre la Nya allén y bordea el antiguo canal que circunda el corazón de lo que fueron los bastiones de la ciudad dieciochesca.
Desde hace años suelo pasear por esta verde avenida en ambas direcciones. Incluso la tomé como motivo de uno de mis lienzos.

Nya allén. Acrílico y óleo sobre tela (120 x 100 cm). Ramón Puig, 2014
La gran lombriz de Gotemburgo (2)
Pues bien, hace pocos días, me daba yo una vuelta por este paseo, cuando caí en la cuenta de que en la Nya allén ya se está excavando justo frente a la iglesia del histórico barrio de Haga (Hagakyrka), bajo la cual el lumbricus magnus abrirá un vasto espacio para una estación subterránea de cuatro vías de tren.

Dos liturgias. Foto R.Puig
Como es sabido, las obras públicas a cielo abierto suelen concitar el interés de paseantes ociosos (entre los que últimamente me incluyo). Al fin y al cabo, desde que éramos hombrecitos, nos regalaban camiones-volquete, grúas y otras herramientas para que jugáramos a ser ingenieros de caminos, canales y puertos, lo que por supuesto incluye socavones y túneles de gran tamaño.
Así que algo mueve a los pensionistas de nuestra generación a extasiarse ante esos artilugios, los de verdad, operados por hombres (hoy también por más y más mujeres) con casco y chaquetones reflectantes.

Los artilugios de la gran lombriz. Foto R.Puig
Cuando junto a otros viandantes te detienes a observar un rato las excavaciones y a escuchar las conversaciones, estos parloteos callejeros son como una pequeña encuesta de opinión a pie de calle. Hay desde aquellos (más bien gente que peina canas) que dicen, como escuché textualmente, “vamos a tener que emigrar”, a quienes simplemente se limitan a decir que es fascinante.

La gran lombriz ya anda por aquí. Foto R.Puig
En mi caso, cronista de mis días y si mis lectores no protestan, les tendré al corriente de los progresos del gran verme.
Y si alguno se da un garbeo para venir a verme, trataré de servirle de guía, si es necesario con casco.
Para celebrarlo ¿qué mejor que unas tapas de gruyer con sus agujeros?

Voracidad. Foto R.Puig
Y ya que el apetito del anélido es enorme y complejo, no quiero olvidar otro detalle: sus anillos son de varia nacionalidad. A esta voraz expedición aportan sus fuerzas varios musculosos consorcios de Suecia, Italia, Turquía, Noruega y Alemania.
…
Cómo es la vida, cuando pensábamos que lo sabíamos todo sobre gusanos y lombrices…

Janet y Allan Ahlberg. “El gusano, ese desconocido. Madrid, Altea Benjamín, 1981 (The Little Worm Book, Granada,1979)
resulta que aún nos queda mucho por aprender
O sea que tenemos ocho años para que nos hables de las profundidades de Gotemburgo!!!
No nos vamos a aburrir…
¡Y yo que que siempre había creído, Ramón, que “los mirones”… -ya, pero es que en francés suena fatal, ¿no? – … que se paraban junto a las obras eran producto español en exclusiva! No me preguntes por qué, quizá por razones climatológicas. Pero ya veo que los paisajes urbanos son también muy parecidos por kms. y kms. que separen unos países de otros. De todas maneras, imaginarte entre todos esos mirones jubilados me provocó una sonrisilla burlona (eso sí, tierna). Pero, bueno, ya que estás, mantennos enterados, por fa…
Luisa, eres implacable.
¡Perdona a tu pueblo! A lo mejor te suena mejor en italiano decir que los jubilados se vuelven “curiosoni”. ¿Las jubiladas no?
Para disculparme diré que a los anélidos gigantes hay que tenerlos vigilados… ¡cualquier día van y se cuelan en casa por la taza del retrete!
No sé por qué, pero todas estas excavaciones me recuerdan la infancia, los tiempos de la autarquía, cuando los socavones inesperados en Madrid eran noticia más frecuente. Sería porque los niños son más impresionables y algunas cosas parece que se quedan grabadas en la memoria.
Seguiremos con estas crónicas de ultratumba…