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Viejos, pero no secos.

9 marzo, 2014
Nocturno invernal en Gotemburgo. Acrilico sobre lienzo. R.Puig

Nocturno invernal en Göteborg (120 x 100 cm). Acrílico sobre lienzo. R.Puig

Pasito a paso el invierno se despide y se acerca la primavera y con ella, aquello que por antonomasia simboliza: la esperanza; es la segunda de las teologales y probablemente la virtud más a menudo defraudada (no sé qué dirán de ello mis amigos sociólogos).

No obstante, por algunas sierras benditas, la primavera ya lleva semanas floreciendo

Febrero en Benimaurell. Foto R.Puig

Febrero en Benimaurell. Foto R.Puig

pero, en Gotemburgo los brotes son todavía tímidos

Brotes de Gotemburgo. Foto R.Puig

Brotes de Gotemburgo. Foto R.Puig

Esperar con el poeta

Así que mejor será mirar a nuestro inmediato futuro estacional con los ojos de la poesía. Hay versos que de algún modo expresan lo que sentimos, cuando, contra la dura tozudez de las evidencias, nos atrevemos a esperar. 

Muchos se acordarán de aquel poema, la oda a un olmo seco, con el que nuestros profesores también esperaban despertarnos a la poesía. Los que vamos siendo viejos lo descubrimos durante los años de la posguerra española (época de verdad seca).

No puedo atestiguar que se leyese a Antonio Machado en todas las aulas de aquel tiempo, pero en la nuestra sí que se estudiaban sus versos. Aunque me temo que no todas sus obras ni toda su vida, de modo que no podíamos sospechar, adolescentes ignaros, que por los pueblos y ciudades de España la trágica realidad de los hechos seguía negando las esperanzas machadianas.  Pese a ello, leer a Machado en el Madrid de los cincuenta, era, sin nosotros saberlo como el deseo oculto de un milagro.

Lo que no recuerdo que se nos dijera, es que, a pesar de la estrofa final de ese poema, al poeta se le murió la amada. El milagro no se operó, el olmo no reverdeció. Más aún: a Machado el fratricidio patrio les arrastró, a él y a su madre, a morir fuera de España.

Fueron dos muertes, que siguen siendo el símbolo de muchas esperanzas defraudadas, la del poeta y la de Ana Ruiz, fallecida tres días después de la muerte de su Antonio. ¿No es así que lo peor que puede ocurrirnos es que un hijo no nos sobreviva?

Sepultura de Antonio Machado y de su madre Ana Ruiz en Collioure. Foto R.Puig

Sepultura de Antonio Machado y de su madre Ana Ruiz en Collioure. Foto R.Puig

La primavera es hoy una palabra muy traída y llevada por los medios de comunicación. Vivimos tiempos de primaveras alentadas por los grandes titulares. Luego prevalecen los de siempre, los de los dogmas, los de los mitos, los de la metralla y los de las cifras, siempre las cifras.

Por el paseo de San Saturio

Pero acerquémonos con Antonio Machado, todavía en aquella primavera de 1912, al olmo de sus paseos junto al río.

Aún vive Leonor

                A un olmo seco

      Al olmo viejo, hendido por el rayo

y en su mitad podrido,

con las lluvias de abril y el sol de mayo

algunas hojas verdes le han salido.

    ¡El olmo centenario en la colina

que lame el Duero!Un musgo amarillento

le mancha la corteza blanquecina

al tronco carcomido y polvoriento.

     No será, cual los álamos cantores

que guardan el camino y la ribera,

habitado de pardos ruiseñores.

     Ejército de hormigas en hilera

va trepando por él, y en sus entrañas

urden sus telas grises las arañas.

     Antes que te derribe, olmo del Duero,

con su hacha el leñador, y el carpintero

te convierta en melena de campana,

lanza de carro o yugo de carreta;

antes que rojo en el hogar, mañana,

ardas en alguna mísera caseta,

al borde de un camino;

antes que te descuaje un torbellino

y tronche el soplo de las sierras blancas;

antes que el río hasta la mar te empuje

por valles y barrancas,

olmo, quiero anotar en mi cartera

la gracia de tu rama verdecida.

    Mi corazón espera

también, hacia la luz y hacia la vida,

otro milagro de la primavera.

 

              ________

Han pasado más de cien años desde aquel poema.

Sus versos son viejos, sí, como el alma de España.

Pero siguen vivos, no están secos.

Reverdecen en cada lector que los musita.

 

Un olmo que resiste. Guadarrama. Foto R.Puig

Un olmo que resiste. Guadarrama. Foto R.Puig

6 comentarios leave one →
  1. 10 marzo, 2014 20:21

    Un artículo precioso, Ramón, pone la piel de gallina.
    Y emocionante esa comparación de la primavera con la esperanza.
    Hace unos tres días que ha llegado a Madrid, a ver qué trae con ella…
    Un abrazo

    • 11 marzo, 2014 06:41

      Gracias, Mercedes.

      A un viejo y buen amigo, en un correo que hablaba de sus propias esperanzas, deslizó recientemente uno de los versos de ese poema.

      Y, en tu blog, tú habías hablado de los domicilios familiares de Antonio Machado en la geografía de nuestro Madrid.

      Así que retorné al poeta y a su poema, que creo que es también una metáfora adecuada para la hora que vive España.

      Saluda al cielo de Madrid de mi parte.

      Un abrazo

      Ramón

  2. 14 marzo, 2014 16:22

    «No puedo atestiguar que se leyese a Antonio Machado en todas las aulas de aquel tiempo…» Permite que lo atestigüe por ti, Ramón, y tanto como alumna de la Enseñanza Pública, de licenciatura cursada en Oviedo, más dos cursos de perfeccionamiento en Salamanca, como por profesora durante una vida en varios institutos de muy diversos paisajes españoles y, por lo mismo, relacionada como por una tela de araña con gentes de aquí y de allí. «No todas sus obras ni toda su vida», no, claro, pero desde luego Machado tuvo mucha más suerte que otros poetas de su talla; de donde no tengo tanta información es de la privada de la iglesia.

    Sé que conoces este breve poema, pero quizá no alguno de tus lectores esta especie de rebeldía amansada. Gracias y un cordial saludo.

    Campos de Castilla

    CXIX

    Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería.
    Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar.
    Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía.
    Señor, ya estamos solos mi corazón, y el mar.

    • 14 marzo, 2014 19:27

      Muchas gracias, Luisa,

      Sí, sí conocía esa cuarteta que testimonia que aquella esperanza primaveral no se cumplió, con esa hermosa metáfora del mar y la soledad.

      Gracias por tu aclaración también, aunque yo me estoy refiriendo a los últimos años cincuenta. Precisamente en un colegio de jesuitas, donde teníamos buenos profesores de literatura, que compensaban un poco lo que se nos decía en clase de religión.

      Cordiales saludos

      Ramón

  3. 26 abril, 2014 18:24

    Estimado Ramón.

    Ha sido un placer conocerle esta mañana en el homenaje a los Comuneros que hemos realizado en torno al olmo de la calle Padilla, frente a la Fundación Juan March.

    Este olmo, como el de Guadarrama es resistente a la grafiosis que ha acabado con los olmos centenarios de Castilla.

    Lo elegimos para el homenaje, por la misma razón que trasciende en su artículo: la Esperanza.

    La esperanza en que las personas vuelvan a creer que se pueden cambiar las cosas, que despierten del letargo en que nos quieren mantener y que nos es tan propio a los Castellanos.

    El artículo es realmente bonito y me ha animado a seguir leyendo su blog.

    Si quiere conocer algo más de nuestra actividad política puede hacerlo a través de la página del PCAS en Madrid (http://www.pcasmadrid.org/ ) y la nacional (http://www.partidocastellano.org/es/portada/ ).

    Un saludo.

    Miguel Ángel Navarro

  4. 26 abril, 2014 19:17

    Estimado Miguel Ángel:

    Ha sido un gusto conocerle y le agradezco que se haya interesado por estas crónicas que escribo, ahora cada domingo. Voy a mirar su página con mucha atención y le escribiré «en bilateral». Ciertamente, con el objetivo que se han marcado de despertar a la esperanza activa a los castellanos, en la medida en que pueda (ya sabe que resido en Gotemburgo) me sentiré honrado de ayudarles.

    Un abrazo

    Ramón

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