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El perro avaricioso

25 febrero, 2013
Royal Readers III.Portada interior. Foto R.Puig

Royal Readers III.Portada interior. Foto R.Puig

Aprendiendo inglés en la España de los años 20

Recuerdo que el librillo victoriano que ahora tengo en mis manos rodaba siempre por la casa de mi niñez.Lo atestiguan algunos garabatos y rayajos en sus maltrechas páginas, fruto de las “lecturas” infantiles de diez hermanos. Mi padre lo había usado para su aprendizaje del inglés en sus años mozos. Pero nuestra maldita guerra dividió las vidas de los jóvenes españoles en un antes y un después. Absorbidos por ganarse la vida, quienes algo de inglés habían aprendido antes no sólo debieron de aparcar sus lecciones,  sino que en la inmediata posguerra, cuando los ministros de Franco se fotografiaban en Berlín con sus correligionarios nazis,  el idioma de los países aliados, y lo británico en general, no estaba muy bien visto.

Conocimientos de inglés a mi padre no le quedaron muchos, pero fueron suficientes para interpretarnos los cuentos del tomito III de los “Royal Readers”, ilustrado con grabados y reimpreso en Londres en 1925 por T.Nelson and Sons. Digo interpretar, porque no sólo los traducía y adaptaba a nuestra imaginación infantil a la hora de dormirnos mientras nos mostraba los grabados, sino que cuando se empleaba a fondo con una de las stories of tigers, mi padre rugía como los grandes felinos y hacía ademán de sacar las garras. Creo recordar que también sabía imitar perfectamente el berrido de los elefantes, tan bien como en las películas de Tarzán. Y así con los tiburones, los monos, etc.

El libro también tiene cuentos sobre el mejor amigo del hombre…

El perro y su sombra

Royal Readers III.The dog and the shadow.Foto R.Puig

Royal Readers III.The dog and the shadow.Foto R.Puig

 The dog and the shadow

Un perro que atravesaba un riachuelo con un hueso en la boca, vio su imagen reflejada en el agua clara y la tomó por la de otro perro llevando otro hueso.  No satisfecho con lo que ya poseía, la avariciosa criatura se abalanzó sobre la presa que veía debajo. Al hacerlo, evidentemente soltó el hueso real, que cayó en el arroyo y se perdió.

Los avariciosos, al codiciar más de lo que tienen a menudo pierden incluso lo que podrían haber disfrutado en paz.

Royal Readers nº III, First Series. London, T.Nelson ans Sons, 1925, p.70

La moraleja sigue siendo actual. Por lo que leemos todos los días en la prensa, más de un personaje debe de estarse arrepintiendo en España de no haberse contentado con lo que honradamente tenía…

La pedagogía del idioma y de la lectura en la Inglaterra victoriana

Royal Readers III.La planta del tabaco

Royal Readers III.La planta del tabaco. Foto R.Puig

Este viejo texto escolar sienta sus objetivos pedagógicos en el prefacio, que comienza con una frase muy significativa:

Good Reading is more readily acquired by practice than by precept

Leer bien se consigue con más facilidad por la práctica que por la imposición

Se intuye que el libro (y los otros cinco de la serie) debió de componerse para las escuelas de los tiempos victorianos, pues se cita el Syllabus del Departamento de Educación Inglés para los aspirantes a maestros del año 1872.

De ahí un anacronismo de su reimpresión en 1925, que mi padre subrayó con tinta y signos de exclamación en una de las páginas de este texto escolar, donde dice:

Todavía hay esclavos en las islas que pertenecen a España; pero hay razones para esperar que pronto serán liberados. Entretanto, hemos de alegrarnos de que ya no existe esclavo alguno en los dominios Británicos

Royal Readers III. Slaves.Foto R.Puig

Royal Readers III. Slaves.Foto R.Puig

La verdad es que esta afirmación pertenece a una narración, con grabado de las tres carabelas incluido, en la que se exalta la gesta de Cristobal Colón y, después, se explica a los niños la historia de las crueldades de la sucesiva colonización europea y de la trata de esclavos, sin excluir a Inglaterra de tales prácticas.

Royal Readers III. Las carabelas de Colon. Foto R.Puig.

Royal Readers III. Las carabelas de Colón. Foto R.Puig.

Para un manual escolar de 1925 la crítica de nuestra civilización no está nada mal.  Deduzco que cuando habla de los restos de esclavitud en islas de dominio español se refiere a Cuba o Puerto Rico, ¿o se estarían refiriendo a las islas de Fernando Poo y Annobón? En el siglo XIX esas islas, que eran de dominio español pero con gobernador inglés, se mantuvieron aún durante algunas décadas como uno de los centros de comercio de esclavos de británicos y holandeses. La trata databa del siglo XV, de cuando los portugueses tomaron las islas sometiendo a la población bubi. Los historiadores podrán decir hasta cuándo subsistió el depósito inglés de esclavos de Fernando Poo, ¡una colonia española con gobernador inglés y subgobernador holandés nombrados por Isabel II, la reina de España!

España no suprime la esclavitud en Puerto Rico hasta 1873 y en Cuba hasta 1880. En el Imperio Británico se había concluido legalmente en 1834, salvo en la India donde se abolió en 1843, aunque en la práctica continúo varias décadas detrás de la fachada.

En cualquier caso a los escolares ingleses del último tercio del siglo XIX y primeras décadas del XX se les alimentaba un poco la buena conciencia, comparando el benigno imperio inglés con los restos de los dominios españoles.

Royal Readers III. Elefantes en faena. Foto R.Puig.J

Royal Readers III. Elefantes en faena. Foto R.Puig

Los Royal Readers se encuentran digitalizados en

http://collections.mun.ca/cdm4/browse.php?CISOROOT=%2Fcmc

con un comentario en

http://doodledaddle.blogspot.se/2011/06/royal-readers-victorian-era-textbooks.html

4 comentarios leave one →
  1. Patricia Puig de la Bellacasa permalink
    25 febrero, 2013 12:57

    Hola Moncho, no tenia ni idea de la existencia de este libro y me ha hecho gracia lo que cuentas de nuestro padre imitando los sonidos de los animales. Me lo imagino!!
    Esta muy bien este «relato» que haces.
    Me gustó mucho tambien descubrir en tu ultimo blog la existencia del Museo de Bellas Artes de Valencia y la existencia de esos cuadros tan estupendos. La próxima vez que vaya a Valencia iré a verlo.
    Disfruo mucho con tu blog aunque no siempre haga comentarios. Un beso

    • 26 febrero, 2013 20:19

      Gracias Patri,

      puede que cuando papá te contaba cuentos a ti, ya se los sabía de memoria y él mismo ya no se acordaba de dónde andaba el libro.

      En cuanto al San Pío V de Valencia ni siquiera hay tantos valencianos que lo han visitado, y eso que se le considera la segunda pinacoteca de España, tras el Prado. Por no hablar de las obras de Mariano Benlliure y la sala de Sorolla.

      Cuando estuve había además una exposición dedicada a Clotilde,de Sorolla, su mujer y musa y la valedora de su obra tras la muerte del pintor. Las fotos que hacía el mismo Sorolla y fotógrafos de su entorno son también admirables.

      Un beso

      Moncho

  2. Joaquim Parellada permalink
    3 marzo, 2013 22:43

    Querido Ramón,
    ¡Lo que son las cosas! En cuanto vi la portada y las ilustraciones, el libro me sonó enseguida. En efecto, tengo un par de ejemplares: el mismo que tú citas y otro volumen de la serie IV. Ambos pertenecieron a un hermano de mi abuelo materno, Antonio Casas y Junyent, según firma de su propia mano. Ambos están llenos de papelitos donde iba anotando el vocabulario que iba aprendiendo (en cada hojita está anotada la fecha, con lo que se puede deducir el ritmo de lectura: allá por 1915 y 1916). Se me ha ocurrido mirar la página 141 pero a mi tío abuelo no le debió parecer sorprendente la frase y no hay admiración alguna.
    En cualquier caso, los dibujos son magníficos y todo ello me ha traído buenos recuerdos familiares.
    Un abrazo,

    Joaquim

    • 4 marzo, 2013 08:34

      Querido Joaquim,

      Lo que me dices me conmueve. Parece que los libros fueran como unos ríos de cauce imprevisible. La fuente es una y luego se desparraman por miles de cauces. Me encanta saber que entre tú y yo hemos logrado reconstruir (con ayuda de la magia de internet) dos parcelas del paisaje humano por el que discurrió hace tanto tiempo ese riachuelo del perro avaricioso.

      Pero es claro que tu tío abuelo manejó una edición anterior a la de mi padre. Así que, si bien la fuente es una, sin embargo, tendré que modificar la metáfora fluvial para la cuestión de las reimpresiones. Quizás sirva aquello que dicen que dijo Heráclito: «Nunca te bañarás dos veces en el mismo río».

      Me estoy liando… En fin, el caso es que el perro sigue ahí mirándose en el agua y nosotros mirándole como lo hicieron nuestros antecesores familiares. Emociona pensarlo.

      Un abrazo

      Ramón

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