De paseo por Estocolmo (y 2)
El sábado 18 de febrero nevó en Estocolmo. Desde la ventana del hotel el Berzelii Park ofrecía el aspecto que encabeza esta segunda crónica de los cinco días que pasamos en la capital de Suecia. El nombre se lo debe el parque al científico Jöns Jacob Berzelius (1779–1848), el Padre de la Química Sueca, al que le habría gustado ver su solemne efigie coronada de blanco.
Berzelius, nacido en agosto del 1779 pocos años antes de que estallase la Revolución Francesa y muerto en agosto del 1848, el año de la otra gran revolución, hablaba el francés. Cuando se iniciaba la dinastía de los Bernadotte en la Casa Real de Suecia en 1818, el sabio sueco estaba trabajabando en los laboratorios de Claude Louis Berthollet (1748 – 1822) en París.
Así que he traducido para chicos y grandes una popular poesía de Jacques Prévert, de alegre ritmo, que como podéis aquí comprobar se puede muy bien cantar
y además rima bien con el galope de los patinadores, pequeños y grandes, sobre la pista de hielo de Kungsträdgården, en el centro de Estocolmo, bajo la estatua vigilante del rey Karl XIII (1748 – 1818).
Esta escena es del domingo, cuando la nieve ya se había fundido, aunque resistía aún en los montones blancos que los quitanieves han dejado al borde de la plaza
Sobre una de las fachadas soleadas del parque hay un largo friso con las escenas de los varios oficios y artes del trabajo manual.
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Desde ahí seguimos nuestro paseo, buscando la orilla soleada de los canales, poblados de cisnes y patos.
y a pocos cientos de metros, encontramos la residencia del primer ministro,
para luego, en una calle tranquila, flanquear el edificio y la fachada dieciochescos del Tribunal del Trabajo.
Al adentrarnos en la Ciudad Vieja (Gamla stan) despierta nuestra curiosidad un estrecho callejón empedrado, por el que no se interesa la riada de turistas que inundan la vía principal; de su acera derecha salimos hacia una bella plaza circular con soportales de aire neoclásico.
En su centro destaca una hermosa escultura en bronce titulada La mañana, obra de Ivar Johnssons (1985 -1970). La escoltan otras escenas en piedra sobre la balaustrada de un estanque, ahora sin agua. Estamos en la Brantingtorget (Plaza Branting), solos en este rincón. Aquí el domingo discurre en absoluta calma.
Por el mismo callejón, donde un portalillo gótico testimonia edades pasadas, retornamos al barullo dominical.
De vuelta a los canales nos adentramos en la plaza de la Riddarsholmens kyrkan, iglesia medieval donde están enterrados los reyes y regentes de Suecia desde 1630, además de dos monarcas feudales: Magnus Ladulås (1240-1290) y Karl Knutsson Bonde (1408-1470).
Nuestro paseo se acercará a sus fin, otra vez frente a las aguas sobre las que se alza la Stadhuset, es decir la casa consistorial de la ciudad. A la izquierda de la foto puede apreciarse la escultura en bronce de Ebert Taube (1890-1976), el más famoso cantautor, trovador y músico de la Suecia moderna.
Pasamos el puente para llegar a la Stadshuset, desde cuyas arcadas percibimos la columna erigida en honor del héroe nacional Engelbrekt Engelbrektsson (circa 1390 – 1436), un hijo de agricultores que encabezó la rebelión de Bergslagen en 1434 contra los impuestos abusivos y la explotación de los campesinos suecos y de los mineros, suecos y alemanes, por Erik av Pommern (rey regente temporal de Suecia entre 1434 y 1436) y los señores feudales.
Engelbrekt es un líder medieval legendario muy celebrado en Suecia, a quien asesinaron en mayo de 1436 cuando, ya enfermo, caminaba hacia Estocolmo para negociar acuerdos de paz con el rey Karl Knuttson Bonde, al que ya hemos mencionado por estar enterrado en la iglesia de la colina de los caballeros.
Tras el asesinato de Engelbrekt a manos de Måns Bengtsson (Natt och Dag) hijo del terrateniente Bengt Stensson (Natt och Dag), el rey no dudó en cancelar sus propósitos de negociación con los rebeldes y reprimir duramente las revueltas.
Más allá, también percibimos la flecha de la misma Riddarsholmens kyrkan, junto a la que ya hemos pasado antes, una perspectiva que simbólicamente enfrenta al venerado rebelde, eternizado sobre la columna, con aquel rey de quien ya nadie se acuerda, enterrado en la cripta de esa iglesia.
Por hoy nos despedimos, seguramente volveremos de nuevo a la capital de Suecia, digna de otras exploraciones que se sumen a las que hasta ahora hemos contado en este blog.
Gracias por tan bonita crónica Ramón!
Tus fotos y tus comentarios me acercan el recuerdo de mi viaje a Estocolmo, con la Comisión. Incluso fuimos recibidos en la residencia del primer ministro, minúsculo edificio que tan bien has retratado. Eran los días aciagos del rescate bancario español (junio de 2012), pero la luz y el presagio del verano lo perdonaban todo. Un abrazo vienés,
¡Gracias Germán! Son los meses luminosos del verano escandinavo: junio (se baila en torno al «midsommarstång» coronadas de flores las cabezas), julio (zambullidas desde las rocas de la costa), agosto (la fiesta de los «kräfter», es decir cigalas en castellano, con gorritos de feria) y ¡las noches de las Perseidas!
¡Que estéis muy a gusto en vuestro renovado hogar en Viena!
Un abrazo desde unos días inesperados de auroras boreales.
Me llevo paso a paso tu crónica, sentía la frescura y el hielo, me inicié en la historia desde los lugares y sus explicaciones. Sobrio y clásico tu estilo. Agradecido. Saludos.