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Breverías erasmianas (II): «Dulce bellum inexpertis». Entre la Europa de Erasmo y el Premio Nobel de la Paz a la Unión Europea.

13 octubre, 2012

«La guerra atrae a quienes no la han vivido»

La paz es la madre y la nodriza de todos los bienes.

La guerra arruina, extingue, barre de repente y de una sola vez todo lo alegre y todo lo bello y descarga sobre la vida de los hombres una cloaca de males, una especie de cié­naga de Lerna.

En tiempos de paz sucede enteramente como si una primavera singular brillase sobre el mundo de los hombres: los campos se cultivan, los jardines verdean, pacen gozosos los rebaños, se construyen gran­jas, se erigen ciudades, se reconstruyen las que se habían desplomado, se embellecen y se agrandan los edificios, las riquezas aumentan, se celebran fiestas, rigen las leyes, florece el sentido cívico, hay fervor religioso, la justicia prevalece, se valora la solidaridad, se desarrolla el artesa­nado, el jornal de los pobres es más abundante, la opu­lencia de los ricos se vuelve más espléndida.

Florece el estudio de las disciplinas más respetables, la juventud se instruye, los ancianos disfrutan de un descanso apacible, las doncellas se casan bajo buenos auspicios, «las que dan a luz reciben piropos por el parecido de la prole» (Horacio, Odas, IV,5,23).

Extracto de «Dulce bellum inexpertis» de Erasmo de Rotterdam (Adagio 3001 – IV i 1 ).

Traducción del autor de este blog en su edición de Adagios del poder y de la guerra y Teoría del Adagio (Madrid, Alianza Editorial, 2008)

Siglos de masacres en Europa

En la edición de los Adagios de Erasmo de 1508 este adagio apenas ocupa cinco líneas. Pero en 1515, los desastres que ha contemplado en Italia, en Francia y en el Du­cado de Borgoña espolearon a  Erasmo, su comentario se convierte en un ensayo contra la guerra y el texto no dejará de crecer a lo largo de sus numerosas ediciones.

En 1517 publicará otra obra donde se repetirán literalmente muchos de estos pasa­jes. Se trata del Lamento de la paz (Querela pacis), que fue escrita por encargo para dar realce a los acuerdos que se iban a pactar en la llamada «paz de Cambrai» entre Maximiliano de Alemania, Carlos I de España, Francisco I de Francia y Enrique VIII de Inglaterra.

La esperanza con que Erasmo la escribió se tornó años más tarde en amarga desilusión cuando era ya patente la falsedad de aquellos acuerdos, tanto que llega a afirmar en 1523 que «para la paz lo que hay que escribir es  el epitafio».

Las fórmulas de Erasmo para combatir el belicismo no han envejecido.Propone crear instancias supranacionales, recurrir al arbitraje de consejos civiles, desarrollar una relación constructiva con los pueblos exteriores a Europa y ejercer un control reforzado del poder de de­clarar la guerra. Erasmo recelaba de los poderes autocráticos y soñaba con un régimen republicano.

El poder de iniciar una guerra siguió sin embargo estando en manos de los más fuertes y los desastres que la guerra acarreaba aumentaron en in­tensidad y extensión, manteniendo la misma horrible monotonía durante más de cuatro siglos de la historia de Europa.

La vi­sión de Erasmo sobre las causas y las consecuencias de las guerras, cuyas víctimas son las gentes del pueblo, siguieron siendo de triste actualidad.

El proyecto europeo y el Premio Nobel de la Paz 2012

La Unión Europea es como un milagro, lleno de imperfecciones y cada vez más denigrado por quienes ignoran la historia de nuestro continente y acusan de “déficit democrático” a este proyecto inusitado que surgió sobre las ruinas de la II Guerra Mundial y como reacción al mayor estado de desesperanza colectivo que nuestros pueblos han vivido.

El autor de este blog no es un iluso, no tiene anteojeras, pero, a pesar de la crisis económica, a pesar de los errores de nosotros los europeos y de nuestros gobernantes, le basta mirar hacia atrás en la historia de nuestros pueblos y naciones, de las barbaries de los nacionalismos y de las creencias fanáticas que asolaron nuestro continente, y no puede menos de pensar que el Premio Nobel de la Paz otorgado a este frágil proyecto que une en paz a 500 millones de seres humanos,  imperfecta en sus carencias pero paz, habría emocionado a Erasmo y a los cientos de millones de víctimas de la intolerancia y del fanatismo que sucumbieron en nuestra Europa a lo largo de los siglos.

El proyecto europeo, nacido hace más de sesenta años, por encima de los instrumentos económicos, sociales y culturales que fue poniendo en marcha para consolidar una paz basada en la reconciliación (la paz que en aquel contexto violento del siglo XVI ya describía Erasmo), es ante todo un proyecto político que se funda en una comunidad de valores. Ese proyecto es lo que saluda el Comité Nobel, con un premio que no se dirige sólo a las instituciones de la Unión, sino, una a una, a todas las personas que durante décadas han creído en Europa y han trabajado y trabajan por mejorarla, sabiendo que sus culturas nacionales y regionales no sólo no se disuelven en esta unión, sino que se reconocen, se celebran y se potencian con la paz y la colaboración política, social y económica. Quienes reducen la Unión Europea a nuestras dificultades actuales deberían reflexionar sobre nuestra historia.

Frente a la grosería de muchos comentarios que he leído en las últimas horas sobre la noticia del premio, fruto de la ignorancia y quizás de la frustración, frente al escepticismo invasivo, quiero poner mi granito de arena sobre esta modesta página. La paz que soñaba Erasmo era la paz del respeto a los derechos de los ciudadanos y de la democracia, garantizada por fuertes lazos supranacionales y es una laboriosa y lenta invención europea, que, a pesar de los pesares, sigue atrayendo e inspirando a millones de personas de todas las latitudes de nuestro maltratado mundo.

Los progresos cívicos, sociales y políticos son muy lentos y son frágiles. Hay que evitar que retrocedan y para ello hay que avanzar. Por ejemplo (esta idea ha sido propuesta en el seno del Parlamento Europeo) dejando de lado algunas tradiciones nacionales de dominio y en lugar de presentarnos separados en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (Inglaterra y Francia son miembros permanentes) se debería dejar paso a una presencia integrada de la Unión Europea.

Así no sólo daría ejemplo de paz interior sino que tendría un peso determinante para potenciar la paz en todo el mundo. ¿Una utopía en las circunstancias actuales? Puede ser, pero si al final de la II Guerra Mundial los políticos que lanzaron el proyecto europeo hubiesen sentido de este modo y hubiesen retrocedido ante los particularismos, seguramente no habríamos llegado a vivir en una Unión Europea.

Creo que en vez de denigrar el proyecto europeo, no hay que avergonzarse de apoyarlo.  Lo que hay es que luchar por mejorarlo y seguir conquistando parcelas de utopía.

Este premio es justo y va en el buen sentido.

9 comentarios leave one →
  1. Pancho Otero permalink
    13 octubre, 2012 20:26

    Muy valioso tu comentario. Erasmo estaría también orgulloso de este premio!
    Un abrazo
    Pancho O.

    • 13 octubre, 2012 22:16

      ¡Gracias Pancho!

      Hoy he pensado mucho en el Perú viendo un magnífico reportaje de la cadena Arte sobre los trabajadores en las islas guaneras (en concreto la Isla Santa frente a Chimbote), hombres del interior de los valles de la Cordillera Blanca, que pasan la mayor parte del tiempo sobre la isla, trabajando duro.

      ¡Gente admirable! El reportaje seguía el trabajo de uno de ellos y su vuelta por unos días con la familia en la provincia de Huaylas, así como todo el proceso de extracción del guano y las condiciones de vida de los trabajadores y sus familias.

      La verdad es que me ha renovado antiguas emociones.

      Un fuerte abrazo

      Moncho

  2. Patricia Puig de la Bellacasa permalink
    14 octubre, 2012 11:54

    Hola Moncho,,
    yo era de las que tenia mis dudas , pero despues de leer tu comentario y reflexion, estoy totalmente de acuerdo contigo. Hay que seguir luchando para mejorar esta Union Europea.El Premio es un empujón en esa linea.
    Un abrazo fuerte
    Patricia

  3. 14 octubre, 2012 23:59

    Gracias Patricia,

    Al fin y al cabo yo nací el año en que acabó la II Guerra Mundial y tú ocho meses antes del Tratado de Roma, así que somos beneficiarios del período más largo sin guerras en la historia de Europa.

    Confío en que saldremos de esta mala racha para seguir avanzando.

    Un abrazo muy fuerte

    Moncho

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