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Y el tiempo se detuvo en Santa Eulalia…

13 marzo, 2016
La espadaña. Santa Eulalia. Foto R.Puig

La espadaña de la ermita de Santa Eulalia. Foto R.Puig

Érase una vez un conde, nacido en Valencia, descendiente de Fernando I de Castilla, casado con otra descendiente del mismo monarca veinte años más joven. Eran Condes de Alcudia, amén de otros muchos títulos. Por mor de la brevedad, llamémoslos por sus nombres de pila, Antonio él y Concha ella. No nos extenderemos con otras ascendencias heráldicas que, para los antepasados del conde, podrían retrotraernos a la Génova del siglo XIV.

No sabemos bien si el conde había leído a Charles Fourier o simplemente si, a partir de la ley de colonias agrícolas de 1868, decidió crear una en sus tierras de Los Prados de Santa Eulalia, entre Sax y Villena. En definitiva, gracias a esta iniciativa y en esos feraces campos junto al río Vinalopó que, según dicen los arqueólogos, ya cultivaron los árabes andalusíes, surgió la Colonia Agrícola de Santa Eulalia, precisamente la santa mártir que amparó una matanza de sarracenos a manos de nobles catalanes en ese mismo lugar.

La entrada a la Colonia de Santa Eulalia. Foto R.Puig

La entrada a la Colonia de Santa Eulalia. Foto R.Puig

Sea como sea, el caso es que, inspirándose en las ideas de similares colonias catalanas, en 1887 el noble terrateniente fundó su Colonia Agrícola de Primera Clase, para cultivar, recolectar y elaborar productos agrícolas y comenzó a erigir una pequeña ciudad para los colonos y su patrón.

La La fábrica de harinas. Santa Eulalia. Foto R.Puig

La fábrica de harinas. Santa Eulalia. Foto R.Puig

El negocio incluía una fábrica de harinas, una bodega y una fábrica de alcoholes (coñac Santa Eulalia), además de una estación de ferrocarril.

Fabrica de alcoholes La Unión. Foto R.Puig

Fabrica de alcoholes La Unión. Foto R.Puig

Para no ser menos que las colonias análogas en Cataluña, los condes dotaron el lugar con una mansión, el palacio, en el estilo modernista de la época, caracterizado por sus adornos y alegorías.

Aspecto de la plaza con el palacio. Santa Eulalia. Foto R.Puig

Aspecto de la plaza con el palacio. Santa Eulalia. Foto R.Puig

Friso con alegoría de la vid en un balcón del palacio. Santa Eulalia. Foto R.Puig

Friso con alegoría de la vid en un balcón del palacio. Santa Eulalia. Foto R.Puig

En 1900 el proyecto creció gracias a los conocimientos agronómicos de un primo segundo del conde, a quien llamaremos también por su nombre propio, es decir Mariano, Vizconde de Alcira, pero sobre todo por los dineros de la mujer de este, quien, además de haber sido dotada  por su padre, indiano de Cuba, se llamaba María.

Esquina de la plaza. Santa Eulalia. Foto R.Puig

Esquina de la plaza. Santa Eulalia. Foto R.Puig

La sociedad prosperó en paz hasta que, no sabremos nunca si por las ideas de libertad sexual o por la inspiración emancipadora y feminista de Charles Fourier, o por ambos factores a la vez, o simplemente por las debilidades de la carne, María se cansó de su marido y eligió como amante a Antonio, con lo que Mariano se marchó y no sabemos lo que hizo Concha (quien sobreviviría a su conde once años más).

Fabrica de alcoholes La Unión. Fachada lateral y torre de aireación. Foto R.Puig

Fabrica de alcoholes La Unión. Fachada lateral y torre de aireación. Foto R.Puig

El negocio siguió marchando viento en popa, pero sin que sepamos si los colonos participaban de ello en la medida justa. También brillaba la colonia gracias al casino, el teatro y sus conciertos de zarzuela, así como por las sonadas fiestas del conde y la hija del indiano.

El Teatro Cervantes. Santa Eulalia. Foto R.Puig

El Teatro Cervantes. Santa Eulalia. Foto R.Puig

Hasta que un día, según cuentan, tras arruinarse en su casino en una noche aciaga de 1925, cayó borracho y de bruces en la pileta del jardín del palacio y murió el conde. Si así fue, se había jugado a los dados el bienestar de sus colonos y habremos de concluir que nuestra época no ha inventado nada nuevo en materia de bancarrotas y destrucción de empleo.

El palacio. Fachada posterior. Santa Eulalia. Foto R.Puig

El palacio. Fachada posterior. Santa Eulalia. Foto R.Puig

No seré yo quien escarbe en esos viejos chismes y desgracias, que algunos atribuyen a la venganza de ultratumba de aquellos moros cuyos huesos yacen enterrados bajo la colonia. Pero el caso es que ese bien de interés cultural de la Comunidad Valenciana, valioso conjunto de arqueología industrial, se cae a pedazos.

Puerta del almacén.Santa Eulalia. Foto R.Puig

Puerta del almacén. Santa Eulalia. Foto R.Puig

A mí modo de ver, historias de amor y odio aparte, lo triste es que esta porción del pasado de los agricultores y obreros de la comarca del Vinalopó, notable vestigio de la historia del socialismo utópico, que vinculaba de forma peculiar e irrepetible a propietarios y colonos en proyectos de trabajo, vida y cultura, se esté viniendo abajo, mientras en Cataluña las colonias agrícolas de entonces se restauran y se miman.

La puerta del Teatro Cervantes. Santa Eulalia. Foto R.Puig

La puerta del Teatro Cervantes. Santa Eulalia. Foto R.Puig

Mi reportaje no añade nada original, pero, ya que me hospedé una noche en Sax de camino a Madrid y dediqué una mañana a deambular por el pueblo y por la aledaña Colonia de Santa Eulalia, por si alguien no la conocía he querido dejar constancia de mi breve paso.

Otro día hablaré del pueblo  de Sax y su castillo.

 

5 comentarios leave one →
  1. Francisco Otero permalink
    13 marzo, 2016 07:54

    Gracias Moncho acabas de enviar. Ya le leeré. He pasado un día maravilloso contigo ayer. Recuerdos, tus comentarios tan interesantes! Te agradezco mucho este regalo de tu presencia en Medrid. Gracias por la camiseta!!! Anoche me cayó muy bien los Polvos esos con paracetamol y demás. He dormido hasta hoy a las 6:00 am Debes estar en los preparativos de tu viaje a Poblets para luego viajar a Gotemburg Un beso a Marie U abrazo fraterno a ti Pancho

  2. fernandocardenal permalink
    17 marzo, 2016 00:08

    Felicitaciones, Ramón, por tu precioso reportaje sobre la antigua Colonia agrícola de Santa Eulalia y otras iniciativas similares más modernas. Todas van en busca de un ideal muy extendido que es el de vivir y trabajar en el campo. Aportas multitud de observaciones interesantes históricas y sociológicas. Ejemplos de iniciativas parecidas, de carácter civilizador, nacieron alrededor de muchas misiones religiosas en los países colonizados por las potencias europeas y probablemente perviven.

    • 17 marzo, 2016 10:39

      Gracias, Fernando. Ese tema que apuntas de iniciativas de colonias agrícolas -¿africanas?- merece estudio. Supongo que hay investigaciones al respecto. En estos momentos estoy a punto de salir para el aeropuerto, de vuelta a Suecia de un viaje a España más corto de lo que querría. Ya te escribo con más calma.
      Un fuerte abrazo
      Ramón

  3. Luis Bernardo José Regal Alberti permalink
    18 marzo, 2016 03:45

    En los años 70 se puso en la ULima cursos sobre Cooperativismo. En la bibliografía creo recordar que se hablaba de los experimentos comunitarios de Fourier y otros.El gobierno de Belaunde había empezado con el cooperativismo. El gobierno militar avanzó en esa dirección con el modelo -creo- yugoeslavo…y otros. Eran la posición intermedia entre el capitalismo y el comunismo. René tendría muchas cosas que decirnos. O el Cipca de Piura. No pocos de mis alumnos eran damnificados de la manera como se entendió el manejo de la propiedad privada.

    • 19 marzo, 2016 20:59

      En los 60 estábamos interesados por las fórmulas de autogestión a la yugoeslava, aunque lo que había comenzado como una forma de trabajo cooperativo, al final acabó controlado de forma centralista por el régimen de Tito (aunque sin llegar al férreo sometimiento de los koljoses de la URSS de Stalin).

      Recuerdo que tuve durante bastante tiempo unos libros en castellano, escritos por uno de los teóricos de la autogestión de Yugoslavia, que se editaban allá. Pero poco que ver con la tradición mutualista del anarquismo de Prudhon o los falansterios de Fourier, ni con las cooperativas libres del siglo XX.

      El socialismo utópico, pero edulcorado y más vertical de las colonias agrícolas catalanas o de la de Santa Eulalia son una fórmula adaptada al campo español del siglo XIX. Luego llegarían las formas libertarias y anarquistas catalanas del comienzo de la guerra civil española, francamente revolucionarias. De cómo el PC y el PSUC acabaron con el anarquismo catalán durante el primer año de la contienda trata el «Homenaje a Cataluña» de Orwell.

      De la inspiración socialista nacieron también, como cooperativas igualitarias los kibutzim israelíes, que el movimiento sionista impregnó de una dinámica de cohesión, más allá del colectivismo cooperativo.

      Pienso, aunque mis conocimientos sobre todo esto son vagos y antiguos, que el contexto cultural y las tradiciones agrarias del lugar donde se implantan estos sistemas, sean libres u obligados, condicionaban mucho la forma final de su adaptación. De sus formas en América Latina los compañeros que mencionas deben de saber mucho, yo confieso que estoy pez en esa materia.

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