Gratuidades

Tarde de febrero en la orilla. Särö. Foto R.Puig
En algunos restaurantes y pubs de Inglaterra, cuando vas a pagar con tarjeta, te aparece en la pantalla la palabra gratuity, que es como decir propina, algo que se añade, sin que se deba.
Hay cosas que no se compran ni se venden, que se nos ofrecen gratis, lo que podríamos llamar (transgrediendo algo la gramática) una gratuidad.
Hace dos semanas estaba yo en Leicester con mis nietos viendo el cielo y los árboles un poco al norte del paralelo 52. Hoy escribo desde Gotemburgo, un poco más arriba, al norte del paralelo 57, viendo árboles y mar de la Costa Oeste de Suecia.
A pesar de esa diferencia de latitudes, tanto el cielo, el aire, el sol, el viento y la lluvia, como la alborada y el ocaso, están ahí para todos. Aunque no paguemos por ello, no nos lo pueden quitar.
Como el arco iris de un amanecer en Leicester

Amanece en el patio trasero. Leicester. Foto R.Puig
Como el atardecer en Gotemburgo

Atardecer en Slottsberget. Foto R.Puig
Los árboles que ya presienten la primavera en los parques de Leicester

Apuntes de primavera. Leicester. Foto R.Puig
O aquellos que aún aguardan frente al mar al sur de Gotemburgo

Tarde de febrero frente al mar. Särö. Foto R.Puig
Los vista de los colores de la lana en una tienda de Queens Road

Lanas. Leicester. Foto. R.Puig
Los de un rincón junto al mar de Gotemburgo

Orilla. Skintebo. Foto R.Puig
Las calles de Leicester

Por el viejo Leicester. Foto R.Puig
Los muelles de Särö

Atardecer en la costa de Särö. Foto R.Puig
Estos brazos que anhelan el verde de las hojas

Esperando los brotes. Leicester. Foto R.Puig
O los amarres que aguardan a los barcos

Pantalanes a la espera de los botes. Skintebo. Foto R.Puig
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Lo que tengo
Siempre me canso de contar
Antes de completar el inventario
De todo lo que tengo
Tantos amaneceres y crepúsculos
Y altas noches calladas
Tantos árboles por todo el mundo
Casi todos con pájaros
Tantas delicias para el tacto y para el ojo
Y el oído hasta donde todavía me llega
Para el olfato y el taimado gusto
Y tantas horas para estar despierto
Y otras para soñar dormido
Y tantos días con sus noches
Como el fiel renovarse de las olas
Todo eso tengo y además
La mujer que me tiene.
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Tomás Segovia, «Estuario», Valencia, Pre-Textos, Col. La Cruz del Sur, 2011, p.105
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Un salto a paralelos del Sur
Y ya que hablamos de esas cosas que tenemos y que no nos pueden quitar aunque no las paguemos, me viene a las mientes una entrada del blog Grano Rojo de mi amigo virtual, Guillermo Gamba López, titulada El deleite de latinoamérica.
Les recomiendo que pinchen aquí y escuchen y vean el video de Calle 13 que cierra la entrada del blog. Sobre todo las canciones de Susana Baca, y de otras dos cantantes que no conozco, que empiezan «tú no puedes comprar las nubes…»»tú no puedes comprar el viento…», y las imágenes de esas tierras de nuestra hermana América y sus queridas gentes, como las de Marsella, en Colombia, departamento de Risaralda, no lejos de Pereira, por esas tierras que riega el Cauca:
…Marsella es tierra buena y gente buena,
donde el ojo brillante del cielo reluce en la casa,
en la noches las flores sopesan la luna,
y todas las cosas cantan en la piel de las mujeres,
con silabas originales de la historia del universo
y de cada uno de los marselleses.Guillermo Gamba López, extracto de «Ahí va por Marsella»
¡Saludos Guillermo!
Gracias Moncho. Nos regalas poemas, fotos cargadas de belleza, aromas, reflexiones y a través de tu amigo las bellas canciones de Susana Baca
Abrazos. Te veré pronto
Pancho
Ah sorpresa mía… que buen día este..
Guillermo, yo también he ido admirando tus crónicas de Marsella y encontrando esas sorpresas del realismo mágico que rezuman tus historias.
Muchas cosas para comentar y compartir. Hace un par de días hacíamos con el taxista que me llevaba a casa con las compras que no había nada gratis salvo, hasta cierto punto, el aire…¡pero no el agua…salvo de la lluvia…que en Lima no existe…pero el agua, el agua común y corriente cuesta un montón!!!!!!!!!!!! Hacemos en los taxis pequeñas reflexiones sobre temas diversos, últimamente ,sobre los candidatos a la presidencia!!!!El tema de la corrupción es también un tema que sale sin querer queriendo en nuestra charla. Trato de no ser pesimista ni derrotista pero les digo que ni Jesús pudo controlar a Judas…¡qué va a poder un gobierno común y corriente!
Tenemos un sobrino en Manzanares, casado con una chica de Pereira, Colombia. Y acabo de entrar al blog de tu amigo el de Marsella, y escuché a Susana Baca. Todo muy bien salvo el tonillo revolucionario de los años 60…me pasa que me acostumbré a hablar del problema social, político, moral, a jóvenes que por familia tenían otra idea de las maldades del capitalismo. (Traté de explicarlo en mi libro «Por el ojo de una aguja», supongo que sin mayor éxito. En fin, otro día hablamos de eso.)
Sí, Bernardo, es la pura verdad. Basta ver a esas mujeres de los «pueblos jóvenes» limeños que se organizan para construir sus frágiles estructuras que capturan la humedad de la garúa, para que condense y les permita tener agua para las plantas de sus modestos parques. Me refiero a un documental de la TV sueca sobre el grave problema de suministro de agua en Lima que vi el año pasado.
Lo de Judas tiene su miga, acabo de leer la novela de Amos Oz, «Judas» (Ed.Siruela, 2015). Es una versión interesante de la figura del traidor infame e infamado, que no parece lo fuera tanto, si se atiende a otras tradiciones silenciadas.
Lo del «tufillo años 60» lo he notado yo también, pero me he quedado con el resto. Me gustaría leer tu libro. Ya me contarás.
A pesar de haber nacido en Valencia, pensé que no había leído nada de Tomás Segovia, qué vergüenza, qué manera de olvidarnos de ciertas personas, siempre pasa lo mismo con los que se van por una u otra razón… me dije. Pero, de pronto, como un milagro, fueron asomando palabras, y así, inconexas, las introduje en Google y entonces recuperé parte de lo que me sedujo en su día. Este se llama Bandera y seguramente no habrá nadie entre sus devotos que lo desconozca. Parece que está recogido en el primer vol. de su obra poética, publicada por Pre-Textos con el nombre de Partición (1976 a 1982), Valencia, 1983. Tal cual lo encontré, dice:
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«Mi tienda siempre fuera de los muros. Mi lengua aprendida siempre en otro sitio. Mi bandera perpetuamente blanca. Mi nostalgia vasta y caprichosa. Mi amor ingenuo y mi felicidad irónica. Mis manos graves y en ellas un incesante rumor de pensamientos. Mi porvenir sin nombre. Mi memoria deslumbrada en el amor incurable del olvido. Lastrada en el desierto mi palabra. Y siempre desnudo el rostro donde sopla el viento».
Ramón, cómo me gustaría, para mi próximo viaje a Berlín, un suéter tejido con esa suave y sin duda excelente lana, justo esos colores, de la tienda de Queens Road. Buscaré algo parecido al menos, pero después de Fallas, que mira por dónde, acabo de enterarme de que van seguidas, sin transición ninguna, de un puente por Semana Santa ¡de cinco días! 😦 Las fiestas y los puentes, junto con algo más que no nombro por cortesía en un blog tan hermoso, es el único pero que le pondría a este país mediterráneo… Aunque es un pero gigantesco.
Un beso y hasta mañana, ¿no?
Hoy ya es pasado mañana, Luisa, y me temo que las fallas están más cerca y esos ruidos que las acompañan. Espero que logres sortearlos. Como habrás visto, también yo ando por estas tierras, un pasar breve por Sax, luego Madrid, y ahora tres días más frente al mar, y vuelta al norte.
A Tomás Segovia lo descubrí más tarde que tú, a través de una amiga de mi hija que estaba, hace algo así como cuatro años, trabajando en una tesis sobre su obra. Tengo las ediciones de su obra en Suecia. Voy a buscar ese texto que citas, que ahora no recuerdo haber leído y es verdaderamente hermoso, algo así como el himno de un exilado, en cierto modo de todos los exilados. ¿Y quién, si se piensa bien, no lo es un poco?
Continuará.