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Breverías erasmianas (LXII): «Obsequium amicos, veritas odium parit» (‘La lisonja granjea amigos, la verdad genera odio’).

26 May, 2024
José Gutiérrez Solana (1886 -1945): «Reunión en la botica de José»

Seguimos hoy con la serie de comentarios de Erasmo de Rotterdam (1467 – 1536) a los adagios que la antigüedad greco-latina plasmó y que nuestro infatigable humanista fue recogiendo como dichos de sabiduría antigua durante toda su vida. Las ediciones sucesivas de sus Adagiorum collectanea incluyeron en su última edición, con los textos, las fuentes y las glosas de aquel sabio irrepetible un total de 4151 adagios.

«Obsequium amicos, veritas odium parit»

La lisonja granjea amigos, la verdad genera odio

Adagio II, ix, 53

Obsequium amicos, veritas odium parit.

Senarius est proverbialis apud Terentium in Andria, non admonens, quid oporteat fieri, sed ostendens, quid vulgo fiat. Vulgaris enim amicitia constat obsequiis ; nam invicem conivere ad familiarium vitia,

Haec res et jungit, junctos et servat amicos.

At inter veros amicos nihil est veritate jucundius, modo absit asperitas agrestis et  inconcinna gravisque. Porro qui vulgo plurimis studet amicus esse, moribus alienis obsecundet caveatque juxta Persium

Auriculas teneras mordaci radere vero.

Non probari vero sententiam hanc poetae, satis indicat, cum ait : Namque hoc tempore, id est his corruptis moribus. Eandem sententiam in Adelphis idem aliter extulit Ut homo est, inquiens, ita morem geras. Donatus admonet proverbialiter dictum. M. Tullius in sermone De amicitia : Sed nescio quomodo verum est, quod in Andria familiaris meus Terentius dixit : Obsequium amicos, veritas odium parit. Molesta veritas est, siquidem ex ea nascitur odium, quod est venenum amicitiae ; sed obsequium multo molestius, quod peccatis indulgens praecipitem amicum ferri sinit ; maxima autem culpa in eo est, qui et veritatem aspernatur et in fraudem obsequio impellitur. Pindarus in Nemeis hymno quinto : Οὔτοι ἅπασα κερδίων φαίνουσα πρόσωπον ἀλάθει’ ἀτρεκής, καὶ τὸ σιγᾶν πολλάκις ἐστὶ σοφώτατον ἀνθρώπων νοᾛσαι. Sentit simplicem veritatem non semper ut est proferendam, quod damnosa sit, sed sapientis esse nonnumquam celare suam sententiam, in tempore prolaturus, cum fructus spes ostenditur. Apud Athenaeum libro quinto citatur hic trimester ex Agathone :

Εἰ μὲν φράσω τἀληθές, οὐχί σ’ εὐφρανὦ,

Εἰ δ’ εὐφρανὦ τί σ’, οὐχὶ τἀληθὲς φράσω, id est

Si vera dicam, tibi voluptati haud ero,

Si sim voluptati, haud tibi vera dixero.

Les Adages d’Érasme, présentés par les Belles Lettres et le GRAC (UMR 5037), 2010, pp. 1398 – 1399

José Gutiérrez Solana: «La tertulia de Álvaro Pombo».

“La lisonja granjea amigos, la verdad genera odio” es un verso  yámbico proverbial del Andria de Terencio, que no sugiere tanto lo que debería suceder, sino que nos dice lo que suele suceder; porque entre la gente común la amistad consiste en cortesías. Hacer la vista gorda ante las faltas de un conocido:

 «esto une a un amigo con otro y los mantiene unidos» (1)

Entre los verdaderos amigos, por el contrario, nada produce mayor placer que la verdad, siempre que no haya ninguna aspereza grosera que sea inoportuna y pueda ofender. Por otro lado quien generalmente se esfuerza por ser amigo de muchos, debe obedecer a las costumbres de los demás y, en palabras de Persio, tener cuidado de

«no herir a oídos delicados con la dura verdad»

Que el poeta no aprueba esta máxima queda suficientemente claro cuando añade: «Para la época», que significa «según los estándares corruptos de nuestra generación». El mismo principio se expresa de otra manera en el Adelphoe, donde se dice: «Como sea el hombre, así debes complacerlo» (3), lo que Donato califica de máxima proverbial. Cicerón en su diálogo Sobre la amistad dice que «de alguna manera hay verdad en lo que dice mi favorito Terencio, que la adulación gana amigos y la verdad engendra odio» (4). «La verdad puede ser tediosa, porque es fuente de odio, lo que para la amistad es un veneno mortal, pero la adulación es mucho más pesada, porque al justificar en sus faltas a un amigo hace que éste acelere su desplome. Aunque la culpa reside principalmente en el hombre que rechaza la verdad y se deja engañar por la adulación”. Píndaro en el quinto himno de sus Nemeas: «Considera que la verdad a secas no siempre hay que exponerla, porque sería dañina, pues a veces es prudente ocultar la propia opinión, para exponerla a tiempo, cuando haya esperanza de que de fruto.» (5). Su punto es que la pura verdad no siempre debe exponerse como realmente es, porque puede causar daño; pero es propio de un hombre sabio ocultar a veces su opinión, con la intención de expresarla más tarde, cuando aparece alguna esperanza de que pueda ser fructífera. En Ateneo, libro 5, se cita la siguiente línea yámbica de Agatón (6):

«Si digo la verdad, no te complaceré,

Si quiero complacerte, no diré la verdad».

A modo de moraleja

Basta observar la actualidad de la vida pública para ver como las lisonjas generan afectos y favores y como se cosechan el odio y las descalificaciones cuando se cantan las verdades. No entraré en detalles, pues no está entre las finalidades de este blog contribuir al ruido, pero en honor de los sabios antiguos y renacentistas, he tratado de ofrecer a los lectores una traducción legible de esta elocuente brevería erasmiana.


NOTAS

(1)Terencio, Andría 68; Horacio, Sátiras 1.3.54

(2) Persio, citado en las Sátiras de Horacio 1.107-8

(3) Terencio, Adelphoe 431, que Donato comenta es una máxima proverbial.

(4) Cicerón, De la amistad, 24.89

(5) Píndaro, Nemeas, 5 16-18

(6) Ateneo 5.211e

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  1. 1 junio, 2024 03:41

    «Entre los verdaderos amigos, por el contrario, nada produce mayor placer que la verdad, siempre que no haya ninguna aspereza grosera que sea inoportuna y pueda ofender. Por otro lado quien generalmente se esfuerza por ser amigo de muchos, debe obedecer a las costumbres de los demás y, en palabras de Persio, tener cuidado de

    «no herir a oídos delicados con la dura verdad»

    Pienso en las acumulaciones culturales en el medio actual y nuestros días necios: que útil recordádnoslo y me sacudo… «Mira Pedro como estamos y tu….» decía

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