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Caminando entre los paralelos 86 y 90 por los montes de Suecia y Noruega

8 octubre, 2017
Renos entre Idre y Grövelsjön. Foto R.Puig

Renos entre Idre y Grövelsjön. ¿Qué ha podido encontrar en el asfalto? Foto R.Puig

Para Marie, que en todo me motiva

Tras recorrer 435 kms de la Nacional 70 y el tramo final de carretera local entre Idre y Grövelsjön, llegamos a tiempo para la cena a un hotel muy frecuentado por quienes podriámos ser llamados los pensionistas senderistas. Un lago da su nombre a este pueblo en la Reserva natural de Langfjället.  La ruta nos ha conducido desde Enköping hacia el noroeste, pasando por Sala, Borlänge y Mora, entre otras localidades de la región de Dalarna. De nuestras paradas hemos hablado el domingo pasado.

Los renos que fuimos encontrando al final del recorrido son outsiders de los rebaños transhumantes que transitan entre el norte de Suecia y estas tierras medias. Exclusivamente los sami (a quienes se solía llamar lapones) tienen derecho a desplazarlos entre el territorio Sápmi y aproximadamente el 40% del territorio sueco. No hay una frontera precisa, aunque hay restos arqueológicos de este antiguo pueblo anteriores a la Suecia histórica en tierras de Dalarna y Gästrikland. Eso explica el que en nuestra caminata por estas montañas encontremos los enormes cercados dentro de los cuales los sami reúnen a sus renos para efectuar el recuento y el marcaje de los rebaños.

Cercado de un corral para el recuento anual de los renos. Foto R.Puig

Cercado de un corral para el recuento anual de los renos. Foto R.Puig

Esta nación transfronteriza sin estado, con lengua, cultura e historia comunes, se atiene a las reglas y al mapa de la Comisión de Límites que, sobre la base del Swedish Land Survey, determinó en 2007 cuál es el territorio Sápmi y a que otras circunscripciones de Suecia los sami pueden extender su transhumancia en aplicación de la Convención 169 de la OIT relativa a los derechos de los pueblos indígenas y tribales. En concreto la Comisión de Límites determina las zonas por las cuales los sami tienen derecho a desplazar sus renos desde su propio territorio durante la temporada invernal entre el 1º de octubre y el 30 de abril.

Entre los abetos. Foto R.Puig

Entre los abetos. Foto R.Puig

Para nuestro primer día nos marcamos un recorrido modesto de entre 9 y 10 kilómetros, del lado noruego de la frontera, subiendo hacia las laderas del Rundhøgda (altura redonda) por su lado oriental.

El Rundhøgda y al fondo a la izquierda el Sushøgda. Foto R.Puig

El Rundhøgda y al fondo a la izquierda el Sushøgda. Foto R.Puig

Es un monte calvo y pedregoso de 1120 metros sobre el nivel del mar.  Durante el camino encontramos los cercados de recuento y marcaje de los renos.

La vista se extiende lejos, este silencio sólo lo atravesamos el viento, los escasos excursionistas que, en este final de verano, caminamos por estas tundras,

Cuanto la vista se extiende. Foto R.Puig

Cuanto la vista se extiende. Foto R.Puig

y el rumor de los torrentes

Torrente en las laderas del Rundhøgda. Foto R.Puig

Torrente en las laderas del Rundhøgda. Foto R.Puig

Si miramos con atención, descubrimos los innumerables matices de esta vegetación tenaz, los tonos rosáceos de los musgos

Los colores del musgo. Foto R.Puig

Los colores del musgo. Foto R.Puig

y el blanco de las flores de nieve

Flores de montaña. Foto R.Puig

Flores de montaña. Foto R.Puig

¡Cómo echo de menos algo de ciencia botánica!

El mapa de dos días de vandring. Foto R.Puig

El mapa de dos días de vandring. Foto R.Puig

Primer día

Mapa del primer día. Foto R.Puig

Mapa del primer día. Foto R.Puig

Tras rodear las laderas del Rundhøgda, dejando a la derecha la cima del Store Lifjellet (1.219 metros), subimos por la quebrada de Valbekken siguiendo el curso del torrente, para alcanzar la pequeña laguna que lo alimenta. Esas aguas anidan bajo los farallones del Jorpetjhake coronados por la cima del Sushøgda de 1.252 metros. Hoy no nos alcanza el tiempo para ascender a su cima. Además, hay que medir las fuerzas y evitar que nos atrape la hora del crepúsculo.

Laguna a los pies del Sushøgda. Foto R.Puig

Laguna a los pies del Sushøgda. Foto R.Puig

No sin antes sentarnos y sacar de la mochila las vituallas y los termos de café y de nyponsoppa, ese puré ligero de escaramujo, muy vitamínico y popular en Suecia. Hay tal paz ahí arriba que si no fuese por las nubes que comienzan a anunciar lluvia podríamos haber plantado una tienda de haberla tenido. Hay que emprender la vuelta por un sendero accidentado que no está marcado en el mapa.

Camino de vuelta. Foto R.Puig

Camino de vuelta. Foto R.Puig

De regreso por las laderas occidentales del Rundhøgda, a medida que bajamos, el paisaje se va poblando de coníferas

De bajada, las coníferas. Foto R.Puig

De bajada, las coníferas. Foto R.Puig

El Djupsjøberget (montaña del lago profundo) se destaca al otro lado de una gran hondonada poblada de lagos, uno de los cuales da su nombre a la cima.

Para volver al punto de partida hemos de atravesar una zona de humedales

Por terreno pantanoso. Foto R.Puig

Por terreno pantanoso. Foto R.Puig

Así llegamos al aparcamiento donde habíamos dejado el coche y emprendemos el corto regreso a Suecia.

Retornamos a Suecia. Foto R.Puig

Retornamos a Suecia. Foto R.Puig

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Segundo día por la mañana

Comienza la segunda jornada con lluvia, pero han anunciado que durará poco. Así que decidimos empezar con una excursión matinal, esta vez sin atravesar la frontera y  andando bosque a través. El cielo, tras unas chubascos breves, se abre

A través del bosque. Foto R.Puig

A través del bosque. Foto R.Puig

El primer objetivo es una vieja granja que encierra memorias de los años cuarenta.

La granja de Valdalsbygget. Foto R.Puig

La granja de Valdalsbygget. Foto R.Puig

En su interior y en varias ocasiones, como durante las Navidades y el invierno del 1943, dejaron sus nombres grabados a cuchillo en la madera los soldados de una patrulla sueca de frontera. Noruega estaba ocupada por el ejército del III Reich. El límite fronterizo era permeable para los miembros de la resistencia noruega que recibían un apoyo discreto del ejército y los gendarmes suecos.

Memorias de guardias suecos de frontera durante la II Guerra Mundial. Granja de Valdalsbygget. Foto R.Puig

Memorias de guardias suecos de frontera durante la II Guerra Mundial. Granja de Valdalsbygget. Foto R.Puig

Junto al apellido algunos inscribieron su número de matrícula y el nombre del pueblo cercano de donde procedían. Estas son algunas transcripciones:

Patrulla de fronteras el 12/9 1943

Karlsson, Älvdalen

29 Larsson, Rot

227 Pettersson, Smedjebacken

17/10 1943

De patrulla el día de Navidad 1943

Svensson

Patrulla el día de Navidad 1943

176 Andrén

74 Svensson, Särna

212 Hjort, Säter

Quizás el más emocionante sea el de un joven llamado Stygt, noruego y probablemente miembro de la resistencia:

Un chico noruego aquí 30 abril 1944

horas. 15, nieve, Stygt estuvo

Viva el Rey!

La granja de Valdalsbygget. Foto R. Puig

La granja de Valdalsbygget. Foto R. Puig

Suecia, para evitar ser bombardeada, asaltada, ocupada por Hitler y gobernada por los partidarios y admiradores del régimen nazi (que eran abundantes), decidió proclamarse neutral durante la Segunda Guerra Mundial. La neutralidad incluyó permitir el paso de los convoyes alemanes cargados de soldados y armamento hacia la Noruega ocupada y seguir exportando materias primas y acero sueco al III Reich.

La granja de Valdalsbygget. Foto R.Puig

La granja de Valdalsbygget. Foto R.Puig

El apoyo a la resistencia noruega fue una forma de compensación. Los campos de entrenamiento de los resistentes que mantuvo la policía sueca sirvieron no sólo para ayudarles en su lucha contra el ocupante, sino también para fortalecerles para lo que vino más tarde: la tentativa, disfrazada de ayuda, de una ocupación soviética por el norte. Cuando la debacle alemana los resistentes noruegos ocuparon ese territorio y evitaron que el ejército rojo pudiese aventurarse a «liberar» Noruega.

Escuchando a la joven granjera de Valdalsbygget. Foto R. Puig

Escuchando a la joven granjera de Valdalsbygget. Foto R. Puig

Tras pasar un rato en la granja, retornamos al hotel buscando el camino de regreso gracias a las instrucciones de la granjera estival encargada del lugar. Los postes de indicación que nos había anunciado hicieron el resto, pues el camino no aparecía en el mapa.

De vuelta al hotel junto a un poste de orientación. Foto M.Puig

De vuelta al hotel junto a un poste de orientación. Foto M.Puig

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Segundo día por la tarde

Después de un almuerzo frugal en el hotel, el día se trasformó con unas temperaturas veraniegas y un sol esplendoroso. Esta fue la oportunidad ideal para dar un paseo por el inicio del Linnéstigen (huella o ruta de Linneo) y rememorar ese camino que habíamos recorrido completo durante tres días hacía treinta años, cuando a la espalda cargábamos sus buenos doce kilos y acampábamos bajo tienda de campaña.

Ruta de Linneo. Foto R.Puig

Ruta de Linneo. Foto R.Puig

La ruta comienza en Grövelsjön a las orillas de su lago

A la orilla del Grövelsjön. Foto R.Puig

En la ribera del Grövelsjön. Foto R.Puig

Hace tres décadas el sendero no contaba con las magníficas pasarelas que ahora facilitan el paso,  incluso a las sillas de ruedas

Pasarela de la ruta de Linneo. Foto R.Puig

Pasarela de la ruta de Linneo. Foto R.Puig

Como la temporada está llegando a su fin, podemos recorrer unos pocos kilómetros sin las procesiones de excursionistas que hace unas semanas paseaban por esta ruta, la misma que recorrió Linneo durante una de sus expediciones científicas y que es ahora muy popular.

Aquí estuvo Linneo. Foto R.Puig

Aquí estuvo Linneo. Foto R.Puig

El aire fresco y frío y el sol nos tuestan la piel. Nos cruzamos con una familia, los pequeños caminan con tanta vivacidad como los mayores. Así que nos prometemos que a no mucho tardar habremos de volver, esa vez con los nietos.

Por si ustedes se animan, aquí tienen el mapa de esta zona. La línea de cruces  en tonos verde y rosa es la frontera con Noruega.

Grövelsjön y el inicio de la ruta de Linneo. Foto R.Puig

Grövelsjön y el inicio de la ruta de Linneo. Foto R.Puig

Las hileras de puntitos negros son senderos de excursionistas, El de la huella de Linneo parte en dirección noroeste desde el puente que cruza el curso de desagüe del lago, una ancha y rumorosa torrentera de montaña que se irá trasformando en río, el Osterdalälven, para acabar en las aguas bálticas del lago Mälar cerca de Estocolmo.

Nacimiento del Osterdalälven en el Grövelsjön. Foto R.Puig

Nacimiento del Osterdalälven en el Grövelsjön. Foto R.Puig

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Regreso

Pero nosotros, para volver a Gotemburgo al día siguiente, tomaremos otra ruta, entrando en Noruega por la carretera que bordea el sur del lago Femunden

El lago Femunden. Foto R.Puig

El lago Femunden. Foto R.Puig

De pesca en el lago Femunden. Foto R.Puig

De pesca en el lago Femunden. Foto R.Puig

por la cual nos cruzamos con estos renos, esta vez noruegos,

En el camino de vuelta Foto R.Puig

En el camino de vuelta Foto R.Puig

que siguen su camino, meditabundos, sin prestarnos atención.

Descenderemos por la Nacional 26 noruega que sigue el valle del KlarälvenTras cruzar la frontera, la ruta se convierte en la Nacional 62 sueca siempre pegada al curso de ese serenísimo río

En balsa por el Klarälven. Foto R.Puig

En balsa por el Klarälven. Foto R.Puig

Haremos noche en una cabaña en sus márgenes

Hospedaje a la orilla del Klarälven. Foto R.Puig

Hospedaje a la orilla del Klarälven. Foto R.Puig

El Klarälven. Foto R.Puig

El Klarälven. Foto R.Puig

Lo hemos seguido desde su nacimiento hasta su desembocadura por Karlstad en el lago Vänern, el mayor de Suecia,  desde donde tragaremos millas hasta Gotemburgo, con la imagen del último reno todavía en la retina

En el camino de vuelta. Foto R.Puig

En el camino de vuelta. Foto R.Puig

 

 

 

 

 

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