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De películas

5 febrero, 2017
Ventanas sin vistas. Foto R.Puig

Ventanas sin vistas. Foto R.Puig

Para decirlo con un eufemismo, febrero en Gotemburgo, climáticamente hablando, no suele ser un mes fastuoso. Felizmente, el final de enero y su pasaje a este mes tristón, si no trae luz del cielo, sí en cambio es generoso en luz de las pantallas.

Más de 1000 proyecciones de 457 filmes y 84 países, representando las vidas, las alegrías y tristezas, los logros y las tragedias de personas y sociedades, hoy y en el pasado, sus imaginarios y sus realidades, crudas, poéticas, prosaicas o heroicas, notorias o anónimas.

El Festival de Cine de Gotemburgo ha celebrado este año su cuarenta aniversario (27 de enero a 6 de febrero). Siempre ha sido un certamen comprometido con la historia y la vida de la gente en los cinco continentes. Es difícil definir en una sola palabra su orientación, su marca. ¿Cine social ? Sí, pero mucho más.  Es un festival dedicado a un cine revelador de las pequeñas y grandes cuestiones que interpelan la conciencia, que denuncian nuestras dobleces, nuestras violencias y barbaries, pero que a un tiempo muestran que los seres humanos somos capaces de implicarnos, de comprometernos en la ayuda y defensa de otras personas, otros grupos humanos, de enfrentarnos a los abusos, a la intolerancia, al racismo o simplemente a la cerrazón y a la exclusión. Que el hombre es capaz no sólo de destruir sino también de construir, no sólo de enquistarse o retroceder sino también de abrirse y de avanzar. Y que hay un cine de calidad y unos cineastas, viejos y jóvenes, aguerridos o principiantes, que se dedican a ello en todo el mundo, a menudo contra viento y marea y arriesgando mucho.

Cuarenta años nos contemplan. Foto R.Puig

Cuarenta años nos contemplan. Foto R.Puig

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Del dilema de elegir

Aunque te pases el día saltando de una proyección a otra entre los 28 cines (biografos) de la ciudad, varios de ellos multisala, por no hablar de los cuarenta pueblos de la región, e incluso la catedral, la sinagoga y la mezquita de Gotemburgo, no puedes abarcar más que una parte reducida de lo proyectado, y eso si consigues, anticipándote mucho, comprar entradas para todo lo que quieres ver (por ejemplo Cine Nórdico, la retrospectiva de los hermanos Dardenne, cine sobre los Sami, cortometrajes, documentales, obras de animación, sección «dioses y hombres», comedia y humor, etc) o ir a los seminarios con directores y sobre temas específicos..

A mí me pilló necesitado de descanso. Así que sólo puedo hablar de una reducida muestra de siete films y de mi encuentro personal con algunos jóvenes directores italianos.

La sede principal del festival es el Cine Draken (el Dragón), fundado en 1956 y que guarda el aire retro de las salas de proyección de nuestra infancia.

Se abre el telón. Foto R.Puig

Se abre el telón. Foto R.Puig

Lo que yo he visto…

Cine de y sobre los Sámi

El habla forastera los llamó durante siglos «lapones» y a su territorio «Laponia». Ellos, los más antiguos pobladores del norte escandinavo, mucho antes de que se dividiera entre reinos y naciones, se reconocen como Sámi.  Desde hace poco cuentan con su propio Instituto del Cine que desborda las fronteras de su extenso territorio.  Uno de los filmes producidos con el patronazgo del Instituto ha sido galardonado con el Dragon Award. No he visto el film pues las entradas se habían agotado para todas sus proyecciones desde el primer día del festival.

Se trata del largometraje Sameblod («sangre de los Sámi») de Amanda Kernell, que ya fue presentado en Venecia en setiembre pasado. Denuncia a través de la historia de una familia sámi la marginación racista bajo la que han vivido los Sámi hasta la segunda mitad del siglo XX. Hemos hablado de ello en este blog.

Pero sí pude ver el documental  Kuun metsän Kaisa (Kaisa’s Enchanted Forest) de Katja Gauriloff sobre la supervivencia de los sámi de lengua Skolt antes de la guerra ruso – finlandesa y el drama que vivieron al acabar la II Guerra Mundial, cuando habían perdido su territorio en Rusia, sus rebaños de renos, sus instrumentos de pesca y sus casas y habían sido reubicados en tierras de Finlandia.

Kaisa's enchanted forest. Film de Katja Gauriloff

Kaisa’s enchanted forest. Film de Katja Gauriloff

Incluye filmaciones antiguas debidas a el escritor suizo Robert Crottet y de Enrique Méndez que ayudaron a la causa de la etnia Skolt.

Dos filmes italianos

También pude ver dos largometrajes italianos que recomiendo. Además tuve ocasión de departir con sus directores, Irene Dionisio y Marco Danieli, y con la directora de promoción del nuevo cine italiano en Cinecittà, Monique Catalino.

Lo que lamento es que el título de Le ultime cose de la joven directora de Turín haya sido traducido al inglés con el de Pawn Street («calle de los empeños»). Se trata de los dramas de la gente en situación precaria, empujada a empeñar sus objetos de familia, y de la corrupción y la inhumanidad del pequeño mundo de los Monte di Pietà.

Le ultime cose. Film de Irene Dionisio

Le ultime cose. Film de Irene Dionisio

Buen guión, buena dirección de actores (profesionales o no) y buen trabajo de imagen. Una denuncia sin sentimentalismos y una visión de la pobreza vergonzante de las víctimas del desempleo.

El primer largometraje de Marco Danieli se titula La ragazza del mondo y tampoco comprendo porque le han tenido que poner un título tan insípido como Wordly Girl. No hay modo, la pleitesía que se le rinde al inglés conduce a sacrificar la belleza de otras lenguas y de títulos perfectamente comprensibles en italiano.

La ragazza del mondo. Film de Marco Danieli

La ragazza del mondo. Film de Marco Danieli

El film describe el doloroso y humillante proceso de una chica de diecinueve años para desvincularse de los Testigos de Jehová y del ostracismo al que es sometida por la familia y la secta, porque ha decidido volver al mundo. Está inspirada por una historia real que el director de la película conoció personalmente.

Dos filmes sobre la barbarie nazi antisemita

Otra de las películas que he visto en el festival se está ya estrenando en las pantallas de los Estados Unidos. Se trata de Denial (Negación), de Mick Jackson, una producción USA/Gran Bretaña que deberían ver quienes sientan todavía la tentación de prestar oído a las falsedades que la inmoralidad política llama hoy alternative facts .  

Denial. Film de MIck Jackson

Denial. Film de Mick Jackson

Trata del histórico caso del pseudo historiador británico David Irving, apologeta de Hitler, racista y antisemita, quien llevó a juicio por difamación a la historiadora norteamericana Deborah Lipstadt que le había tachado de mentiroso, y de como ella no bajó los brazos y no aceptó componendas hasta que la justicia inglesa falló contra el demandante. En el juicio se demostró ampliamente la falsedad de las tesis de los negacionistas del Holocausto.

El otro film Across the waters (Flugene over sundet: fuga por el estrecho), del director danés Nicolo Donato narra el caso de un músico de jazz danés y de su esposa e hijo, quienes, por ser de judíos, tuvieron que escapar en una fuga trágica desde Copenhague a Suecia.

Across the waters. Film de Nicolo Donato

Across the waters. Film de Nicolo Donato

Es un testimonio sobre una historia real del sadismo y la crueldad de los SS y de sus colaboradores, pero también sobre el heroísmo y la solidaridad de los daneses que se jugaron la vida por esconder y ayudar a escapar a sus compatriotas judíos. Gracias a ellos, el 95 % de la comunidad judía de Dinamarca pudo sobrevivir.

El tiempo gris de Gotemburgo en algunos de estos días

Tarde de febrero en Gotemburgo. Foto R.Puig

Tarde de febrero en Gotemburgo. Foto R.Puig

ha alternado con la luz vespertina de ótros

Ventanas con vistas. Foto R.Puig

Ventanas con vistas. Lindholmen. Gotemburgo. Foto R.Puig

Algo así ocurre con la mezcla de penalidades y solidaridad que predomina en las producciones que acuden a este festival  cada año. Si no me creen, deberían ver un film británico, que se desarrolla en Londres y que trata de un gato y un joven. Como en casa tenemos una gata, se me ocurrió comprar dos entradas para verlo con mi mujer en la víspera de su cumpleaños.

A street cat named Bob («un gato callejero de nombre Bob») es en cierto modo una comedia que acaba bien: la historia de un drogadicto (basada en el libro del mismo joven que la vivió) que consigue quedar limpio de la dependencia de la cocaína gracias a la compañía de un gato que se cuela en su vida.  

A street cat named Bob. Un film de Roger Spottiswood

A street cat named Bob. Un film de Roger Spottiswood

Como es natural, esta peripecia que termina en risas no está exenta de algunas lágrimas, las de la vida precaria de los sin techo londinenses y de aquellos que, contra lo que le ocurre al protagonista,  no consiguen escapar de la droga.

Hoy mismo, el Dragón vikingo ha levado las anclas de su drakkar y ha partido en búsqueda de nuevos filmes para la cosecha del próximo año.

El festival del dragón. Foto R.Puig

El festival del dragón. Foto R.Puig

5 comentarios leave one →
  1. 5 febrero, 2017 21:47

    -Tu amigo, el del blog «En son de luz», ha escrito sobre cine. -¿Cine? Me extraña, creo que anda visitándonos. Y además… dudo que tenga tiempo a ir al cine, viaja de continuo, todo lo visita -museos y demás, aparte-, es un excelente fotógrafo atrapa-instantes y cuanto mínimamente hermoso se le pone por delante, debe de leer como un voraz adolescente, traduce, escribe… en fin, Ramón no para, no creo que le quede tiempo para ir al cine. Habrás leído el texto de algún enlace suyo… qué sé yo… Ya en casa, entré en el blog y ¡tachán,»De películas»! Como dicen por aquí: I què farem amb tu, Ramón? O, como en mi tierra: ¡Iste rapaz non é cousa deste mundo! 🙂 Conste que soy cinéfila hasta el tuétano -rehúyo «medula» aposta porque Pidal en su día, o en mi día universitario, me envenenó el «médula» esdrújulo de todos- pero no eran precisamente esos títulos los que tenía pendientes (las distancias apartan las ciudades, las ciudades destruyen las costumbres… que cantaba la dama de la canción). Ahora, vistos los tráilers -¿avances, exigente lingüista?, por si fuera poco lo deletreado- de las que sugieres, la dulce tarea ha crecido.

    • 7 febrero, 2017 10:02

      Había olvidado comentar tus avatares con Menéndez Pidal, eso de que consideraba la «médula» esdrújula como un despropósito etimológico, cosa que ya no recordaba (a mí lo que me hizo sufrir fue un manual de Quilis que creo regalé hace años a mi hija). Me pregunto si también propugnaba «canula» en vez de «cánula». Si las batallas entre filólogos en vez de ser arrojándose artículos y libros, fuesen con armas atómicas, el planeta estaría extinguido hace tiempo. Para monomaníacos Juan Ramón Jimenez, que se convirtió, implicando también a su Zenobia, en un misionero de su J. Tengo las traducciones de Zenobia (del inglés que no del bengalí y supervisadas por su marido) de Tagore, donde campa la J soberana. A ver si encuentro (lo tengo por algún lado) un tomito de segunda mano de Tagore en versión Zenobia, donde quien supongo era maestro de escuela (el libro lleva el sello de la biblioteca de una escuela de ciudad de provincia) ha repuesto todas las ges que los Jiménez cambiaron por la jota.

      Tagore, ya que estamos, era un poeta (hoy, en sus versiones al español, me resulta dulzón) que leía en mi adolescencia. Para los congregantes marianos (ya sabes: sólo era lícito el amor a la Virgen María) era una forma de leer poesía amorosa sin tenernos que confesar, y nos hacía pensar en un Dios agradablemente panteísta. De todos modos, me parece que a Tagore, que escribía en bengalí, sus versiones al castellano, a partir del inglés y pasadas por el estilo juanrramoniano, no le han hecho justicia.

  2. 6 febrero, 2017 09:06

    Buenos días, Luisa (en el Día Internacional de los Sámi). Eres incorregible, ¡ya estás poniéndome en evidencia! ¡has descubierto mis heterónimos! ¡Ahora ya no sabré cómo firmar! ¿Ramón? ¿Arnom? ¿Monra?

    Voy a reflexionar seriamente y te tendré al corriente. Lo mismo lo consulto con Pessoa que de eso sabía mucho. Como Fernando tampoco «é cousa deste mundo» puede que me aconseje algún tratamiento para mi patología divagantis.

    ¡Espero tus noticias de las pantallas valencianas!

    Un abrazo

  3. Luis Bernardo José Regal Alberti permalink
    9 febrero, 2017 05:13

    La fabulosa oferta cinematográfica del Festival de cine y la cadena de cines de Gotemburgo expresan con claridad el nivel de bienestar y el refinamiento cultural de Suecia. Aprendo mucha historia social contemporánea prestando atención a tu blog, Latinoamérica siempre observa, admira y envidia el estilo democrático de Escandinavia en general y de Suecia en particular, tan ligada a los fenómenos socialistas de nuestros países.
    Al margen de estas reflexiones, leí hace unos días en El País un breve y sugerente análisis de cómo se hace cine en los países latinoamericanos pero las cintas de un país no se ven con facilidad en los otros países. Hacemos cine pero no vemos las películas de los países que rompieron la dependencia política de España.
    Hay aquí mucho pan por rebanar.

    • 9 febrero, 2017 09:48

      Del Perú sólo hubo un film: «Ícaros: una visión» de Matteo Norzi y Leonor Caraballo (que no alcancé a ver) contra los 8 de Chile y los 7 de Colombia, por poner un ejemplo. Otros años hubo más. Es cierto que la distribución (que cuesta, es claro) no parece funcionar muy bien.
      Tendré que irme a Lima a ver los filmes peruanos.
      Sobre <a href="https://festival.giff.se/events/icaros-a-vision&quot;

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