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Breverías erasmianas (XXVII): “Nihil dulcius quam omnia scire” (Nada hay más dulce que saberlo todo)

6 noviembre, 2016
Cicerón. Museos Capitolinos. Roma.Foto R.Puig

Cicerón. Museos Capitolinos. Roma. Foto R.Puig

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«Nihil dulcius quam omnia scire»

Nada hay más dulce que saberlo todo

V i 42

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Para explicar este proverbio Erasmo cita a Cicerón, que lo emplea en una de sus Cartas a Ático, donde se muestra curioso y pide a su amigo que le informe de lo que ocurría en Roma en su ausencia. Entre otras cosas, quería tener información sobre algunas actuaciones de los censores y de Apio Claudio Pulcro, pero en especial de su hermano, el tribuno de la plebe Publio Clodio Pulcro que persiguió a Cicerón hasta exiliarle, expropiarle y hacerle la vida imposible a su vuelta.

Cicerón lo apoda con el nombre deformado de otro tribuno (Lucio Apuleyo) que había sido declarado enemigo público décadas antes. Lo tilda de afeminado llamámdole «Apuleia» aludiendo a que Publio Clodio se había travestido para colarse en la casa de Julio Cesar.

Nil dulcius quam scire prorsus omnia…

Nada más dulce que saber absolutamente todo…

Quare ut homini curioso ita perscribas ad me quid primus dies, quid secundus, quid censores, quid Appius, quid illa populi Apuleia.

Como soy hombre curioso cuéntame en detalle lo qué sucedió el primer día, qué el segundo, que hubo de Apio, qué de esa Apuleya favorita del pueblo

Cartas a Atico, 4.11.2

(Les Adages d’Érasme, présentés par les Belles Lettres et le GRAC, Lyon 2010, p. 2472)

Estamos inmersos en la Roma de las rencillas, los rumores y los cotilleos de la política. De modo que el sentido pedestre con el que Cicerón emplea este elegante proverbio hoy podría ser el lema de Twitter, esa red social que promete tenerte al corriente de «lo que está pasando».

Erasmo al final de su comentario toma otro proverbio de Cicerón que aparece en una de sus cartas familiares:  πάντα περὶ πάντων : todo sobre todo.  No he encontrado el texto aún, pero sospecho que va el mismo sentido.

¡Así que, nada nuevo bajo el sol! En materia de chismorreo nuestros medios sociales no han inventado nada.

  Otros sentidos para este adagio

La aspiración a saberlo todo, a abrazar el cosmos y toda la sabiduría en su totalidad es una pasión ancestral que ha movido a la humanidad a ir ampliando las fronteras del conocimiento. Si bien, en el Medioevo se tomaban atajos. Y como no han sido sólo los varones quienes han sentido este impulso de ascender por la escala de la sabiduría absoluta, recordemos a la abadesa alemana Hildegarda de Bingen (1098 – 1179) mística, profetisa, médica, compositora y escritora y su visión del Cosmos.

Visión del Cosmos de Hildegard av Bingen. Códice de Lucca.

El Cosmos de Hildegarda de Bingen. Codex de Lucca.Fuente: Joanna Wolska.

Erasmo no era amigo de los prodigios de la ciencia infusa, y en todo caso no glosó este proverbio con un extenso comentario. La razón pudo ser que no encontró las referencias clásicas y filológicas que podían apoyar un sentido más noble del mismo. En otros adagios sí que se extendió sobre la pasión del trabajo intelectual y del afán incansable por el estudio. Claro que, con su natural ironía, tampoco olvidó poner esa pasión de quien todo lo quiere saber entre las formas de locura

Xilografía de Franz Masereel para el Elogio de la locura

Xilografía de Franz Masereel para el Elogio de la locura

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Pero, volviendo a nuestro adagio de hoy, el texto de Cicerón, que da pie al comentario, es expresión de la inveterada curiosidad por la vida y milagros de los demás, y en este caso por los tejemanejes de los adversarios políticos. Como soy hombre curioso cuéntame en detalle lo qué sucedió, escribe Cicerón a Ático.

En la introducción a su enorme colección de adagios, Erasmo ya dejó sentado que una característica de los proverbios es esa ambigüedad que hace posibles sentidos variados. Algo de eso ha ocurrido con la interpretación de lo que afirma un personaje, prototipo del chismoso, en una comedia de Terencio: Homo sum, humani nihil a me alienum puto (Hombre soy, nada humano me es ajeno). Esta frase no se suele entender como lo que es, la confesión de un fisgón que se justifica diciendo que es humano entrometerse en la vida de los demás, sino como una noble expresión del espíritu de solidaridad.

Así que, en el caso que nos ocupa hoy, se me ocurren también a mí algunos sentidos más nobles de este nihil dulcius quam omnia scire.

El ansia de descubrir todo

La pasión por el conocimiento universal movió a hombres como Aristóteles a ocuparse de todos los aspectos del pensamiento y del saber de su tiempo. Basta con recorrer el índice de sus obras

Aristóteles. Museos Capitolinos. Roma. Foto R.Puig

Aristóteles. Museos Capitolinos. Roma. Foto R.Puig

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Otro apasionado investigador en busca de la síntesis total de las ciencias de su tiempo fue Alexander von Humboldt (1769 – 1859) que viajó y exploró lugares a los que nadie había llegado y con su mirada innovadora recopiló una inmensidad de datos, en diálogo directo con la naturaleza y con cientos de investigadores y científicos de su tiempo.

Alexander von Humboldt frente al Teide. Bronce. Foto Santi Rodríguez. Geographical Magazine

Alexander von Humboldt frente al Teide. Bronce. Foto Santi Rodríguez en el blog del Geographical Magazine

En su afán de percibir el mundo natural como un todo interdependiente anticipó nuestra propia época con sus intuiciones sobre la influencia humana en el cambio climático, puso las bases para el trabajo de Darwin  y motivó a generaciones de científicos y estudiosos de las ciencias naturales y a las corrientes modernas de protección del ambiente natural

Alexander von Humboldt. Naturgemalde. Fuente Geographical Magazine

Alexander von Humboldt. Naturgemalde. Fuente Blog del Geographical Magazine

El Cosmos que se le brindó a Hildegarda por revelación divina, a Alexander le costó infinitos trabajos y penalidades, como por ejemplo subir al Chimborazo con los pies hechos trizas, dejarse comer por los mosquitos navegando por el Orinoco o recorrerse la Siberia rusa en tartana hasta llegar a Mongolia. Trabajó diecisiete años para plasmar sus conocimientos en los tres volúmenes soberbiamente ilustrados de su Cosmos. 

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La pasión por leerlo todo

Conozco a alguien a quien su mujer le dio a escoger entre desatascar los pasillos de la casa, obstruidos por sus kilométricas estanterías llenas de libros, o mudarse.

Bueno, pues esta es otra pasión que a no pocos nos empuja y que puede convertir en insuficiente el espacio doméstico. Así que no puedo evitar traer aquí dos hermosas imágenes

Biblioteca de Pierre Cuypers. Rijkt Museum. Foto R.Puig

Biblioteca de Pierre Cuypers. Rijkt Museum. Foto R.Puig

de algunos de esos lugares en los que uno puede perderse sin necesidad de poner en peligro la armonía matrimonial

La biblioteca del Trinity College de Dublín. Foto Shutterstock

La biblioteca del Trinity College de Dublín. Foto Shutterstock

Aunque sin ir tan lejos, estoy seguro de que muchos de los lectores de este blog tienen cerca alguna biblioteca en la que pueden pasar algunas de esas horas dulces que la vida nos depara.

Mirar para saber

Y ya que hemos mencionado a Aristóteles, no está mal recordar que pasear ayuda también a pensar, pues no en vano en los jardines de su escuela en Atenas se practicaba el peripatêín

Así que le pido disculpas a Erasmo por este recurso a la dulce pereza de marchar sin rumbo fijo, de ese simple caminar que ilustra delicadamente en un manga el extraordinario artista, poeta del dibujo, Jiro Taniguchi

Jiro Taniguchi. L'homme qui marche. Paris, Casterman, 1995, p.41

Jiro Taniguchi. L’homme qui marche. Paris, Casterman, 1995, p.41

Es un poco eso que los franceses llaman flâner, o sea deambular en plan gandul

Jiro Taniguchi. L'homme qui marche.p.123

Jiro Taniguchi. L’homme qui marche.p.123

mirando a las nubes, pero también a las hojas, las ramas y los colores en esas frondas que cambian con la brisa y con la luz

Jiro Taniguchi. L'homme qui marche. Paris, Casterman, 1995, p.35

Jiro Taniguchi. L’homme qui marche. Paris, Casterman, 1995, p.35

Pero, ya que estamos hablando de nubes, hay quienes parecen optar hoy por un nihil dulcius quam nihil scire (nada más dulce que no saber nada), porque ¿si todo está en La Nube, para qué molestarse?

En esas estamos

6 comentarios leave one →
  1. Francisco Otero permalink
    6 noviembre, 2016 16:30

    Otra vez con un aporte q me llena de curiosidad y placer. Gracias Moncho, q haríamos sin ti, te tendríamos q inventar. Despiertas el hambre de saber más de lo q escribes
    En esa ciencia (pseudo-ciencia ? y medio diabólica -para algunos- que es el psicoanálisis) Freud habla de la «epistemofilia» , probablemente tomado de alguien, como ese saber inagotable, q a mí en el juniorado y filosofía se me hizo insaciable! Hasta ahora. Claro, Freud lo desmistifica, afirmando q es el deseo del niño de saber q hacen los padres en la noche cuando cierran las puertas. …..

  2. 6 noviembre, 2016 22:14

    Gracias, Pancho,

    ¡Bastante obsesiva e indemostrable esa teoría de Freud! ¡Entonces la «epistemofilia» apareció cuando se inventaron las puertas! 🙂 Además, según esta explicación, los expósitos que crecen en un orfanato carecerían del deseo de saber.

    Creo recordar que Piaget tiene mejores explicaciones para el nacimiento de la curiosidad infantil, en la fase evolutiva «sensorio-motora» (0 a 2 años).

  3. Bernardo Regal Regal permalink
    10 noviembre, 2016 10:50

    Ni con ayuda de otros he podido manejar a gusto el twitter, o sea que no sé estar al día en la vida de políticos y artistas. El e-mail para la comunicación personal y el facebook para mantener el contacto grupal me parecen extraordinarios lo mismo que el francamente milagroso whatsApp. Me falta dominar el youtube para seguir de instructor, docente, vendedor en suma de lo mejor que uno quiere ofrecer a «la comunidad». En fin, son canales de cultura abiertos por dónde comunicamos los contenidos humanistas que son parte importante del perfil del típico tertuliano junioraico…
    Muy bueno tu blog… como siempre!!!

  4. 10 noviembre, 2016 10:55

    Escribí sobre el «twitter» y otras cosas pero no supe «publicarlo».

  5. 10 noviembre, 2016 10:56

    Pero veo que sí se publicó…!

    • 10 noviembre, 2016 13:14

      Ahora me regalas tres comentarios en uno 🙂 Gracias, Bernardo.

      Tienes razón en lo que dices y si, además, añadimos la Wikipedia (pero ahí la edición de una página exige más habilidades, tiempo y paciencia), pues ya podemos pasarnos la vida en la Red. Lo malo de la inmediatez es que a veces nos arrepentimos de haberle dado al envío demasiado rápido y, luego, échale un galgo.

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