Entre abril y mayo: festejos y cortejos
Valborg
El jueves 30 de abril y el viernes 1º de mayo forman la bisagra que divide la primavera en dos partes, entre un invierno que, a pesar del frío reinante, se retira y un verano que se espera. Son dos días de flores balbucientes, una noche de fuegos que ahuyentan brujas y las libaciones iniciáticas que dejan a decenas de jóvenes tambaleándose, si no postrados, tras la fiesta de Valborg.
¿Quién le iba a decir a la santa abadesa del mismo nombre, en la Alemania de principios del siglo VIII, que cada año cientos de estudiantes de la Chalmers Tekniska Högskola desfilarían en su memoria por las calles de Gotemburgo sobre los más estrafalarios carromatos y artilugios motorizados?
El cortejo de los futuros técnicos y tecnólogos haciendo gansadas es un espectáculo que reúne a los gotemburgueses durante casi tres horas en las calles del centro y que anticipa los fuegos y las danzas de la noche de Walpurgis por los parques de la ciudad.
La celebración está documentada en Escandinavia al menos desde el siglo XVI, aunque su formato folklórico ha ido evolucionando según regiones. Además no ha sido lo mismo en el campo que en la ciudad. En realidad enlaza con otras fiestas de culturas europeas ancestrales que el cristianismo medieval fue asimilando. Para el comercio y la administración acababa el año contable y empezaba otro y en los pueblos era la ocasión para la fiesta anual. Los niños se paseaban con cencerros para espantar a los malos espíritus y alimañas.
En la parte central de Suecia (Dalarna, Småland, Södermanland), coincidiendo tras los meses invernales con la suelta del ganado hacia los pastos, las hogueras se prendían en los límites de las aldeas para ahuyentar a los osos y a los lobos y proteger la cabaña. En el sur no era esa la razón. Los fuegos servían para espantar a brujas y trasgos, como también se hacía en otros países de Europa. Naturalmente, al fuego le sigue la danza, el banquete y la bebida. En las ciudades con escuelas y universidades, desde el siglo XVIII está documentada la tradición de los cortejos goliardescos que precedían al resto.
En Gotemburgo es la Escuela de Ingeniería con su variopinta y larguísima cabalgata mecanizada la que garantiza la tradición.
Me admira la cantidad de camiones de gran tonelaje que pueden reunir los estudiantes para la parada anual.
Y también los artilugios motorizados de menores dimensiones que se inventan para animar el desfile.
Acabada la procesión, los estudiantes descansan del esfuerzo bebiendo y celebrando. En los parques en los que el ayuntamiento lo autoriza se encienden las hogueras y las brujas y los brujos danzan y gesticulan entre horrendos gritos rodeados del público que les jalea.
El buen samaritano
Quienes no descansan en la noche de Walpurgis son las patrullas policiales que conocen bien hasta dónde puede llevar el exceso de alcohol, ingerido desde temprano por miles de jóvenes. El jueves 30 de abril, un agente recordaba en el diario Metro sus impresiones de cuando llegó a Suecia hace catorce años desde Australia, al ir descubriendo los numerosos festejos tradicionales que por motivos diversos (la llegada de la luz, la historia de la patata gigante, la fiesta de las cigalas o la de los bollos con nata, etc.) se celebran todos los años. Y, durante sus primero meses en Suecia, se preguntaba “¿pero es que hay algo que no se festeje en este país?”.
Lo que entonces no sabía el hoy agente Scott Goodwin, jefe de una brigada de policías dedicada a los jóvenes, es que uno de sus principales cometidos durante la noche de Valborg sería ir recogiendo borrachos y luego telefonear a los papas de chicos o chicas adolescentes para decirles que vengan a por su progenie que no puede tenerse en pie. En su anecdotario guarda algunas respuestas, como por ejemplo: “¿me podría decir usted cómo de borracho está mi hijo? ¡Para venir a buscarlo, tengo que conducir sesenta kilómetros!”. Sospecho que lo que preocupaba al progenitor, que respondía así al agente, era que la policía de tráfico pudiese hacerle la prueba de alcoholemia.
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La Fiesta del Trabajo
Quizás sea por eso que en los tradicionales desfiles de 1º de Mayo ya no se ve ninguna de las gorras blancas de los estudiantes. En los cortejos predominan otros colores y las pancartas ya no son chistosas sino reivindicativas. En todo caso el ambiente es festivo, aunque más en unas comitivas que en otras.
En la de Iniciativa Feminista (FI) el color es el rosa tirando al fucsia y se reclaman aspectos vinculados con la igualdad y con las condiciones de trabajo en los servicios sociales, como por ejemplo la reducción de la jornada laboral a seis horas para quienes trabajan en las residencias de ancianos dependientes. Al parecer se ha comprobado que eso aumenta la calidad y la empatía en la atención a los residentes y reduce las bajas laborales y el estrés en el personal cuidante.
Los de la izquierda comunista (el “partido de la Izquierda”) le daban duro al bombo, lo podía sentir desde casa.
Pero cuando bajé a la calle ya estaban desfilaba los Socialdemócratas y los sindicatos afines. Aún siendo festivo, su estilo era bastante más marcial que el de Iniciativa Feminista.
Sin que faltase la banda de música y muchas banderas rojas.
Por supuesto, son ellos los que cerraron la manifestación en el lugar más representativo de la ciudad, la Götaplatsen, que preside el Poseidon de Karl Miles.
El mitin
La plaza está llena y una gran parte de los asistentes ha podido sentarse cómodamente
Bajo las arcadas del Museo de Arte se alinean los abanderados
La banda de música se sitúa ante el estrado donde se produce una breve arenga de un joven militante, centrada en el lema de este año: «Conocimiento, Libertad, Futuro», enfocado hacia la reforma de la escuela y de la enseñanza en general.
Pero el plato fuerte de la jornada será el largo discurso de la ministra de Asuntos Exteriores que no desperdicia la ocasión para desplegar los argumentos a favor de la política exterior de su gobierno. La audiencia aplaude en los momentos en que la oradora hace las inflexiones adecuadas de voz.
No se hace referencia a las genéricas o modestas reivindicaciones de las pancartas que han desfilado por la ciudad, ahora convenientemente plegadas y recogidas en una camioneta. Entre el público sólo ondean tres banderas palestinas
Cuando el discurso está por concluir, el cielo parece pedir un final y la lluvia se desata
Al fondo de la plaza una anciana alza el puño, mientras cerca del estrado se entona la Internacional.
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NOTA: Se puede leer más sobre la fiesta de Valborg en Gotemburgo en la página del GöteborgDaily (un noticiero en inglés sobre la vida de la ciudad. Hace dos años publicó más fotos e información al respecto