Gotemburgo tiene un color especial (cosas del mes de mayo)
¡Ya sé! ¡ya sé! ¡No debería copiar a Los del Río y robarle a Sevilla su canción! Pero quien cita no plagia.
Así que, si por las orillas del Guadalquivir hay desde luego un color especial, en Gotemburgo, modestamente, también hay colores en estas semanas de mayo, cuando -¡venturosos!- hemos alcanzado temperaturas más altas que las de Madrid o Barcelona. Y lo mismo este milagro dura hasta el cuarenta de mayo.
La ciudad alegre y confiada
Por de pronto, estoy tentado de irme a chapotear como un niño en una plaza que tenemos cerca de casa, donde los surtidores me recuerdan los que refrescan a los madrileños en el parque de “Madrid río”.
Además, como no me vigilará mi mamá para que no me resfríe, podré ducharme sin impermeable
Y sin paraguas.
Sobre todo si me he arriesgado a participar en el medio-maratón más nutrido del mundo que pasó por mi barrio hace menos de dos semanas.
De todos modos, hay diversos sistemas de aprovechar el sol y la benignidad del aire de este mes de mayo.
Los más sedentarios sacan una silla al balcón
Aunque les bastaría con darse una vuelta y bajar al parque, que no está tan lejos
o tumbarse en la yerba y, si eres un chaval, trepar como Tarzán por una de las ramas de un árbol centenario
Los más marineros han limpiado el barco y lo van probando por las aguas del puerto
Pero como no faltan orillas soleadas, hay quien combina la bici con la pesca. Aunque no sé a dónde iría a parar el vehículo si picase un pez gordo
Los estudiantes andan de exámenes, lo que no impide llevarse los libros al muelle para empollar al sol. Seguro que las neuronas asimilan mejor bajo los rayos uva.
Y, sin libros, no está de más una pausa en las clases para tomarse un café o un smoothie frente a los embarcaderos cerca del campus tecnológico de Lindholmen
Estos otros no sé si estudian o están mandando sus apuestas para la final de la Champions, lo que es seguro es que no cursan estudios de Etnología.
Pero lo romántico es sentarse en el banco de siempre, donde quizás brotó la primera declaración de amor, no lejos de otras parejas que no necesitan banco
No volveremos a ser niños que chapotean en el agua, la infancia no volverá. No obstante, para el amor siempre estaremos a tiempo.
Con un poco de suerte puede que hasta el viejo banco haya resistido al paso de los años y todavía nos espere.
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Con lo dicho me daría por contento. Así que, si estos colores de Gotemburgo os han dejado buen sabor de boca, no estáis obligados a seguir leyendo una breve nota de color político (sin que sirva de precedente) que se me está escapando.
No puedo evitarlo, pero es que durante el mes de mayo también he encontrado esta imagen en los espacios de publicidad de las marquesinas del transporte público (la segunda foto la tomé en mi parada de autobús) y, además, el candidato en cuestión me ha metido su programa en el buzón de casa (el primer plano procede del folleto en cuestión).
Prometo no reincidir, al menos no demasiado…
El candidato ceñudo y desconfiado
En estos días de sol y aire cálido también ha habido alguien que vela por nuestros intereses, que sacrifica horas de sol rodeado de asuntos importantes, un empresario de los media, cristiano demócrata, que se define como “periodista tozudo e inquisitivo” y que pide el voto para que los suecos le manden al Parlamento Europeo a “limitar la Eurocracia de Bruselas”, a recuperar el poder legislativo que la UE quita a los Estados miembros (el ejemplo que pone es el tabaco de chupar o “snus”) y evitar que haya “estados de la UE que tengan que pagar por culpa de que otros estados viven por encima de sus posibilidades”. Por supuesto hay que conseguir que a la UE sólo entren inmigrantes con el visado en regla…
Independientemente de sus ideas (que están escritas como si aún no hubiese leído los Tratados de la UE que Suecia ha firmado), lo que pienso debería preocupar a sus posibles votantes es que este señor tan enfadado, que quiere ir a Bruselas a examinar con lupa todos esos expedientes que la eurocracia oscuramente maquina, este aspirante, a juzgar por la foto, todavía –¡chico malo!- no ha podido poner orden en su propia mesa de trabajo…
De nuevo, o muy en especial, esta entrada es un remanso de paz, Ramón, no sé si naïf o ¡aleluya!, de una ingenuidad querida, hallada y obsequiada. Me ha hecho una gracia inmensa esa adorable criatura de la foto -y qué bueno eres siempre con la cámara- porque, aun con temperaturas superiores a las nuestras estos días, ese niño no se atreve al chapuzón completo: supongo que un clima educa en que toda precaución es poca ante lo ‘raro’. No imagino de esa guisa a un niño español, pero tampoco a un berlinés, por ejemplo, una ciudad que he frecuentado en sus días más estivales.
Me gustaría mostrarte algo. La web que construyó un buen amigo para una tía abuela, pintora triestina, Argentina Cerne, alguien, diría, con mucho talento, aunque quizá no lo suficientemente atendido por mujer en época y circunstancias adversas. Ten la amabilidad de opinar con severidad -en 2ª acepción drae:-)-, tanto sobre la pintora como sobre la web.
Gracias, Ramón. Por todo, y aun cuando me mandes a paseo, conste…
argentinacerne.com o http://www.argentinacerne.com
Hola, Luisa:
He leído con mucho interés la biografía de Argentina Cerne. No está de más decir hoy que es la vida de una verdadera europea, de nuestra Europa, la de las penas y la de las glorias. El trabajo de su biznieto, Alberto Caffaratto Ladoire, no sólo es entrañable, sino que es de una gran calidad. Cuando escribo este párrafo todavía no he visto toda la galería de sus obras, pero inserto en el mismo texto de la biografía hay una Vista dalle colline del Carso Triestino (1973), que es de esos en que la pintora se libera y no se deja arrastrar sin academicismos ni «finiciones» excesivas; un cuadro que me recuerda a los «coloristas de Gotemburgo». Me gusta mucho.
Ahora, tras mi repaso a las galerías, me confirmo en que, desde mi punto de vista, es mucho mejor en los paisajes que en los retratos, salvo cuando algunos retratos son dibujos, acuarela o pastel (una modella, 1935; Anna Ladoire, 1967). Tiene una calidad envidiable como dibujante. Pero me parece que lo mejor de su obra es cuando no trata de acabar demasiado (el efecto «relamido» apaga muchos de sus retratos, sobre todo los pintados al óleo). Por ejemplo, tienen una calidad y una seguridad estupendas el retrato de Alba Cerne en 1922 o varias cabezas de niños.
Supongo que los profesores que tuvo eran de orientación más bien academicista. Me pregunto cuánto habría dado de sí su talento si la vida le hubiera dado la oportunidad de moverse en el mundo de las vanguardias, de las que fue coetánea. Pero, claro, en ese caso quizás no habría biznietos que cuidan con cariño su memoria. Pienso que sus otros talentos como persona y la bondad de esa mujer fueron colmados con una vida tan rica, mientras luchaba por ejercer su vocación de artista. Nada fácil, en especial para una mujer tan dedicada a los demás.
Le deseo mucho éxito a Alberto, su ‘pronipote’, en esta magnífica reivindicación de su bisabuela como artista. Ella lo merece.
Gracias por habérmelo enviado.
Ramón
Magnífico blog de un alma viajera a diferentes niveles. Delicia de relatos, imágenes y evocaciones de ambientes. Me he hecho fan instantáneo. Seguiré leyendo con dedicación. Felicitaciones y gracias.
Muchas gracias, amigo Victor Hugo,
Espero que siga gustándote. Publico los domingos al hilo de «mi revolver» (una pequeña cámara digital) que llevo siempre al cinto, listo para disparar cuando se tercia, o al hilo de mis pensamientos, divagaciones y aficiones, y esos -ya se sabe- afloran al hilo imprevisible de «oublieuse memoire» que diría el poeta.
Un cordial saludo
Ramón