Breverías erasmianas (LXI): «Ventres»

Se lo dedico a Hugo a quien los amigos apodan afectuosamente el Tripas
Entre los 4151 adagios la Antigüedad grecorromana que Erasmo de Rotterdam (1467-1536) extrajo y comentó a partir de los escritos clásicos en griego y en latín hay 224 que son fórmulas de sabiduría ancestral encapsuladas en un solo término. Cuando nuestro maestro de humanistas definía lo que es un adagio, también denominado proverbio o paremia, lo sintetizaba así en los Prolegómenos de su enorme obra titulada Adagiorum Collectanea :
«Un adagio es un dicho conocido que se distingue por cierta ingeniosa originalidad»
«Paroemia est celebre dictum, scita quapiam novitiate insigne»
Ensondeluz, 6 octubre 2029: «Breverías erasmianas (XXXIX): ¿Qué es un adagio?»
Entre estos adagios consistentes en una sola palabra y comentados por Erasmo voy a ir trayendo al blog algunos, empezando por uno en que hace gala de sus fuentes y de su ingenio filológico, así como de su crítica a ciertas etimología traídas por los pelos. Se trata de una expresión latina que el diccionario de latín clásico vierte al español como: vientres, estómagos, intestinos, además de otros significados figurativos relativos al embarazo (ventrem ferre) o al seno materno. En los textos de los autores que Erasmo comenta aparecen algunos sentidos que veremos a continuación:
«Ventres«
Vientres
Adagio II, viii, 78
αστέρες, id est Ventres, dicebantur homines edaces ventrique atque abdomini servientes.
Epimenides Cretensis citante divo Paulo in epistola, quam scribit ad Titum :
»Κρᾛτες ἀεὶ ψεῦσται, κακὰ θηρία, γαστέρες ἀργοί», id est:
»Cretenses vani usque, malae ferae, alui inertes».
Item Lucilius :
»Vivite lurcones, comedones, vivite ventres».
Terentius in Phormione: «Pugnos in ventrem ingere» Donatus ostendit et od totum parasitum referri posse. Plutarchus in commentario De discrimine adulatoris et amici putat hos versus jambicos non perinde quadrare in cancrum atque in assentatorem et parasitum :
»Γαστὴρ ὅλον τὸ σὦμα, πανταχᾜ βλέπων
Ὀφθαλμός, ἕρπει τοἶς ὀδοῦσι θηρίον», id est:
»Est venter omne corpus, undique obtuens
Oculus, suisque bestia reptat dentibus».
Aristoteles libro Moralium III ostendit homnies ventri gulaeque deditos appellari solere γαστριμάργους, quod praeter modum expleant ventrem cibo potuque. Constat vocem esse compositam a γαστήρ, venter, et μάργος, insanus. Libet obiter ommemorare ridiculum quiddam, quod per hujus loci occasionem comperi.
Les Adages d’Érasme, présentés par les Belles Lettres et le GRAC (UMR 5037), 2010 1361-1362

El comentario de Erasmo al proverbio Ventres es fundamentalmente filológico, citando sus fuentes clásicas, evocadoras en particular de ciertos significados negativos de la palabra, que los romanos, en especial los estoicos y los satíricos, utilizaban para zaherir los vicios que atribuían a sus antecesores griegos, en este caso la glotonería y los excesos en la bebida. Esta es mi traducción de ese texto latino en el que el comentario erasmiano saca a colación los juicios prejuiciosos sobre los cretenses en algunos textos de los primeros tiempos de la Era Cristiana:
El término αστέρες, es decir vientres, se dice de los hombres voraces, siervos de sus estómagos y abdómenes. San Pablo en su epístola a Tito (1) cita a Epiménides el Cretense:
«Los cretenses, siempre mentirosos, malas bestias, glotones ociosos”.
Y también Lucilius (2):
«¡Adiós, glotones codiciosos, adiós, tripudos ociosos!»
Y Terencio en «Formio» : “¡Hunde tus puños en esa panza!”, a lo cual Donato (3) comenta que: “esa panza”, o ese vientre, puede referirse al entero cuerpo del parásito. Plutarco (4) en su ensayo sobre “Cómo distinguir al adulador del amigo” piensa que esos versos no se refieren tanto al parásito como al adulador como un lameculos “con un cuerpo todo tripa, una mirada errante, una bestia que marcha sobre sus dientes”. Aristóteles en el libro tercero de su «Ética» (5) dice que los hombres que viven para sus estómagos y para comer se denominan ‘gastrimargoi’, porque sin moderación atiborran sus vientres de comida y bebida; ya que la palabra se compone claramente de ‘gaster‘, vientre, y ‘margos’, insano.
(traducción propia del extracto latino arriba citado)
Erasmo continúa criticando los errores de la interpretación del autor del Etymologicum magnum (6) que afirma que Aristóteles en su su tratado «Sobre los animales» identifica al margus con una criatura nacida de la putrefacción en el margen (margo) entre tierra y agua, que no para de comer barro hasta que está henchido y sale al aire libre, donde permanece como muerto durante tres días hasta que humedecido por la niebla revive, deja de comer barro y se convierte en una ave marina, en latín mergus (7), y que por eso los filósofos de la Antigüedad denominaron a los grandes comilones como ‘gastrimargos’, es decir vientres de barro.
Considera Erasmo que esta interpretación del anónimo lexicógrafo, cristiano griego, en el Etymologicum es una ficción sin sentido, a lo que ese autor añade incluso una interpretación moral, según la cual el deseo carnal no deja de devorar el corazón hasta que de la asfixia concupiscente brota la chispa del conocimiento, que nos hace semejante a los dioses, y que a partir de ahí el Espíritu Santo, infunde gotas de reconocimiento que dan nueva vida al alma, de modo que desde sus deseos carnales pueda ascender a una vida de virtud compartida con los dioses. Para nuestro humanista esta opinión procede de las invenciones de un rapsoda (illis rhapsodiis tribuendum) refiriéndose con ese calificativo a Horacio en sus sátiras (8). Erasmo fustiga también a ciertos autores cristianos (aludiendo a Lucilius) que tratan de atribuir a la obra de Aristóteles significados que no estaban en la mente del filósofo en su tratado de los animales y termina citando otras denominaciones que se aplicaban a quienes sus excesos hacían obesos, como barril o viejo barril para el bebedor de barriga prominente (9) y (10).
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Para invitar a la sana morigeración concluyo con un ejemplo de dieta mediterránea regada con la sidra que un gran amigo produce cada año en Normandía para consumo de quienes le ayudan en la cosecha, tratamiento y embotellamiento del dorado néctar de sus manzanas.
REFERENCIAS
(1) San Pablo, Epístola a Tito, 1,12
(2) Lucilius, fragmento 75 en Marx, F: C. Lucili Carminum Reliquiae, Teubner, Leipzig, 1904 y 1905
(3) Comentario de Donato al Formio (988) de Terencio.
(4) Plutarco, Moralia, 548.
(5) Aristóteles, Ética micomáquea, 3. 11 (118b19).
(6) Etymologicum magnum, 225, 5.
(7) En castellano antiguo el mergo.
(8) Horacio, Sátiras, 1.12. 36.
(9) Julius Pollux, Onomasticum, 6.42.
(10) Ateneo,12.552f
