Saltar al contenido

Sobre los santos (II): de destacar en el servicio de Dios a la heroicidad de las virtudes

1 octubre, 2023

Las etapas de una causa de reconocimiento de la santidad

Tras la introducción del 17 de septiembre pasado, pasamos hoy a los sucesivos pasos hacia el reconocimiento de la santidad de un cristiano.

Por lo general los candidatos a la santidad pueden ser o confesores o mártires. Confesores son aquellos que han sido testigos de la fe, pero sin el sacrificio supremo de la vida. Mártires son aquellos que han sido asesinados por odio a la fe, “in odium fidei”. Además, desde 2017 es posible llegar a la canonización también a través de una tercera vía: el ofrecimiento de la vida, «se trata de personas que han ofrecido voluntaria y libremente la vida por los demás, «perseverando hasta la muerte con este propósito, en un acto supremo de caridad» (2).

De hecho ya tres años antes, en el 2014, se celebró la canonización de los Papas Juan XXIII y Juan Pablo II sin un largo pasaje por todas las etapas habituales, de las que vamos a comenzar a hablar a continuación, recurriendo a algunos ejemplos concretos, gracias sobre todo al material que me ha facilitado el padre Benjamín Crespo S.J., vice-postulador de varias causas de personas que fallecieron en fama de santidad en el Perú.

.

Las dos primeras fases: de Siervo de Dios a Venerable

Aunque haya pues dos excepciones en que el proceso se simplifica, los mártires y la tercera vía, el proceso más habitual es el de los confesores, que es el primer peldaño de la Causa y comienza a nivel local, documentando que quienes han conocido a la persona (testigos de visu) o han escuchado hablar de ella o han leído acerca de ella (testigos de auditu) manifiestan que su vida (1):

  • fue ejemplar,
  • su influencia fue positiva,
  • fecunda apostólicamente
  • y su muerte edificante.

Es la fase preliminar para entrar en la categoría de Sierva o Siervo de Dios. Un ejemplo es el de la religiosa Clara Álvarez del Corazón de María a quien se le reconocieron esas cuatro características y a la que mencionamos en la entrada del 17 de setiembre pasado.

Nacida en Lima el 15 de julio de 1860, fue «una hermana fraterna, observante, humilde, una madre tierna, dulce, recta y santa», que en 1877 se graduó como preceptora para dedicarse a la educación, un 6 de diciembre de 1883 fundó la Congregación de las Franciscanas de la Inmaculada Concepción y el 18 de marzo de 1884 abrió al servicio de la educación las puertas del Institución Educativa La Inmaculada Concepción.

En Fase preliminar esta religiosa fue declarada por el Arzobispo de Lima sierva de Dios. Lo que significa haber superado con éxito ese primer peldaño en la diócesis o lugar donde nació y haberse presentado a la Santa Sede un informe sobre la vida y las virtudes de la persona, fundamentando el inicio de la causa. Obtenido el Decreto de «Nihil obstat» del Dicasterio vaticano el Obispo diocesano dictaba el Decreto de Introducción de la Causa de la a partir de ese momento Sierva de Dios. El actor de la Causa es el Obispo, la Congregación Religiosa, el Movimiento, grupos de laicos, etc. después de cinco años de la muerte de la persona en cuestión.

A partir de ahí se iniciaba el proceso de beatificación y canonización, comenzando la Fase diocesana en la que el Obispo nombra al Tribunal Diocesano que preside él o su delegado y que conforman el Promotor de Justicia y el Notario. Nombra también al Postulador y dos comisiones: histórica y teológica: examinan documentos y dan su parecer personal y colegiado. El Postulador o Vice Postulador presenta a la comisión una lista de testigos: de visu, de auditu y ex officio.

El Tribunal recoge los testimonios: escritos y orales, en forma presencial que responden a cuestionario sobre la vida, vocación, ministerios, fama de santidad, virtudes teologales, cardinales y otras más sobre vida religiosa, apostólica, aspectos humanos personalidad. El Tribunal diocesano recibe los testimonios de las personas que conocieron a la Sierva de Dios. No da sentencia alguna; ésta queda reservada al Dicasterio de las Causas de los Santos. En paralelo al proceso de declaración de testigos corresponde examinar todos los escritos y documentos a dos comisiones, la histórica y la de censores teólogos, señalados también por el Obispo, que analizan la ortodoxia de todos los escritos de la Sierva o Siervo de Dios o acerca de su persona.

Finalmente el Obispo invita a la sesión de clausura de estos trabajos a todos los que deseen participar en sesión pública, cumpliéndose todos los requisitos canónicos con juramentación de haber cumplido la misión y guardar reserva; a continuación todos los documentos debidamente firmados se envían a Roma, al Dicasterio de las Causas de los Santos en tres sobres sellados y lacrados. El texto original queda en el Archivo diocesano, sellado y lacrado.

La Santa Sede, por medio del Dicasterio de las Causas de los Santos, examina el informe y determina que o bien que nada impide iniciar la Causa o bien solicitando aclarar algunos puntos o dictando que no hay razón para presentarla. Si no hay problema, la Santa Sede concede el Decreto «Nihil obstat“, por lo que la causa se inicia en la diócesis o lugar donde nació (aunque puede trasladarse a otra diócesis con los permisos correspondientes. Obtenido el Decreto de «Nihil obstat», el Obispo diocesano dicta el Decreto de Introducción de la Causa del Siervo o de la Sierva de Dios en el ejemplo que nos ocupa (2).

Así se concluyó la fase diocesana :

El 8 de marzo del 2019 – día internacional de la mujer – la Congregación para la Causa de los Santos otorgó el nihil obstat para la apertura del proceso diocesano de beatificación y canonización de la Sierva de Dios Clara del Corazón de María, apertura que se realizó el 12 de agosto de 2019 en la Basílica Catedral de Lima. El 12 de diciembre del mismo año se clausuró el proceso diocesano de beatificación y canonización, a los 52 años de Aprobación Pontificia y fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, en ambos momentos la catedral estuvo llena y el evento fue seguido por miles de personas a través de las redes sociales.

Fuente: Proceso de Beatificación y Canonización de la Sierva de Dios Clara del Corazón de María

.

Fase romana

El Dicasterio, a través de uno de sus Relatores (responsable de la Causa), guiará al Postulador en la preparación de la Positio, con la ayuda del Vice Postulador. La “Positio”, es una tesis, sobre la vida, virtudes teologales y cardinales vividas en grado heroico debidamente probadas a base de declaraciones y testimonios de personas que lo han conocido personalmente “testigos de visu” o que han escuchado hablar del Siervo de Dios “testigos de auditu”, fama de santidad y martirio. Se recogen también si hubiere milagros, gracias y favores concedidos por la intercesión del Siervo de Dios. Existen diversas clases de Positios según sea el caso presentado (virtudes heroicas y fama de santidad, martirio, ofrenda de la vida).

La Positio debe probar con certeza la vida, las virtudes o el martirio y la fama relativa del Siervo de Dios. Será estudiada por un grupo de Consultores Teológicos del Dicasterio y, en el caso de una «Causa Histórica» (la de un candidato que vivió mucho antes y para quien no hay testigos oculares), también por una comisión de Consultores Históricos del Dicasterio. Si estos votos son favorables (al menos por mayoría cualificada), la Positio será sometida a un nuevo juicio de los Obispos y Cardenales Miembros del Dicasterio.

Esta tarea suele tomar su tiempo, incluso muchos años, pues depende de la dedicación a ella, a su valoración e importancia, si cuenta con la devoción de los fieles, y por supuesto y principalmente a la fama de santidad, en vida, en su muerte y después de su muerte hasta la actualidad. Incluye dos informes: uno sobre las virtudes cristianas, teologales y cardinales, vividas heroicamente o bien goza de fama de martirio y otro informe sobre la fama de santidad. En algunos casos estos informes se envían de manera separada y en otros se presentan ambos informes formando parte de la Positio o documento que presenta el Postulador.

Referencia (1) pp. 2 y 3

.

Venerable

Es el segundo nivel de la Causa en el proceso hacia el reconocimiento de la condición de Santo o Santa. La categoría de Venerable la gestiona y concede el Dicasterio de las Causas de los Santos de la Santa Sede. Se trata de un adjetivo, el atributo de alguien que merece veneración, cuya cuarta acepción se presenta así en el Diccionario de la RAE:

Primer título que concede la Iglesia católica a quienes mueren con fama de santidad, 

y al cual sigue comúnmente el de beato, y por último el de santo

Si el juicio y parecer del Prefecto del Dicasterio es favorable, lo presenta al Papa, si lo considera oportuno, autoriza la promulgación del Decreto sobre las virtudes heroicas, sobre el martirio o sobre el ofrecimiento de la vida, del Siervo de Dios, que así se convierte en Venerable, es decir, se le reconoce por haber ejercido en grado «heroico» las virtudes cristianas, las teológicas: fe, esperanza y caridad; las cardenales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza; y otras virtudes humanas y religiosas: pobreza, castidad, obediencia, humildad, fortaleza, prudencia, etc.), o haber sufrido un verdadero martirio o haber ofrecido la propia vida según las exigencias establecidas por el Dicasterio.

Las normas litúrgicas no permiten dar ningún culto a los siervos de Dios declarados Venerables, pero desde el momento de su declaración han de cesar los sufragios por su alma, puesto que la Santa Sede ha juzgado que ha vivido en grado heroico las virtudes cristianas.

Ibidem, pág. 3

De nuevo procederemos con el ejemplo de uno de los venerables presentados en nuestra entrada anterior

Natural de Belinchón (Cuenca), Maestro en artes y Bachiller en Teología por la Universidad de Baeza, se ordenó sacerdote en 1555 y predicó durante diez años antes de ingresar en el noviciado de la Compañía de Jesús en Sevilla, a los 35 años.

En 1569, partió como misionero a Perú, como era su deseo. Pronto comenzó el estudio de las lenguas indígenas y la predicación en las proximidades de Lima. En 1572, se trasladó a Cuzco donde acompañó, antes de ser ejecutado, al último de los incas de Vilcabamba, Tupac Amaru I. Durante los años siguientes su incesante actividad apostólica le llevará a las regiones del Titicaca, Tucumán, y el Gran Chaco, extensos territorios pertenecientes hoy a Perú, Bolivia, Argentina y Paraguay. Entrando en contacto con multitud de pueblos y lenguas indígenas, cuyos idiomas y culturas estudió.

En 1576, dados sus conocimientos lingüísticos, se le encargó, en el marco de la Congregación Provincial, la redacción de gramáticas y catecismos en quechua y aymara. En diciembre de 1582 fue enviado a Potosí (Bolivia) y pocos meses después la Audiencia de Charcas (Sucre) lo nombró catedrático y examinador diocesano de quechua, aymara y puquina. Dos años después, es enviado con otros compañeros a Santiago del Estero (Argentina). Con Manuel Ortega, SJ, recorrió las tierras de los tobas, mocovíes, diaguitas, y de los chiriguanos y en 1588 acompañó al gobernador de Tucumán, Juan Ramírez de Velasco, a la región de los calchaquíes. Después de misionar entre los lules, viajó a la gobernación de Paraguay. En 1597, enfermo, inició el viaje a Lima para tratarse, falleciendo antes de llegar.

Barzana había llegado a conocer once lenguas amerindias y escrito vocabularios, gramáticas y catecismos, desafortunadamente una parte importante de su trabajo quedó inédito. Entre sus obras publicadas podemos citar: Doctrina christiana y Cathecismo para instrucción de los indios … con un confessionario (Lima, 1583), los curas de Indios (Lima, 1595), Tercero cathecismo y exposicion… por sermones (Lima, 1585), Arte y vocabulario en la lengua general del Perú (Lima, 1586) y Arte de la lengua Toba (La Plata, 1893).

Universidad Pontificia de Comillas: Textos elaborado por un equipo coordinado por José García de Castro S.J. y Blanca Herranz. Fuentes: Soto Antuñedo, W. (2018). Alonso Barzana, SJ (1530-1597), el Javier de las Indias occidentales: vida y obra. Bilbao: Mensajero, 2018 y Fernández, E, Baptista, J. (2001). Barzana, Alonso de. Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús, Roma-Madrid: IHSI-Universidad P. Comillas. II, p. 362-363

Este hombre destacó por sus virtudes ejercidas sobre la base de una voluntad, unos talentos lingüísticos extraordinarios y una dedicación fuera de lo común a la causa de los pueblos indígenas, recorriendo incansable sus pueblos y comunidades a pie. Llegó a dominar 12 lenguas originarias desde los Andes al Chaco y contribuyendo al desarrollo gramatical de la lengua quechua y aymara.

En Roma el 18 diciembre de 2017 el Papa Francisco aprobó el Decreto de Virtudes heroicas declarándole Venerable.

.

La cuestión de los milagros

El milagro parte de la creencia, predominantemente cristiana, fundada en los Evangelios, y en la Tradición que se inicia con los Hechos de los Apóstoles, de que hay intervenciones sobrenaturales que no tienen explicación natural. El milagro se puede producir a modo de una delegación que Dios o el Hijo de Dios conceden a personas de virtud extraordinaria. Por ello la Iglesia las considera como pruebas a tener en cuenta, en su caso, en los procesos de reconocimiento de la santidad de las mismas

El Diccionario de la RAE define así concisamente lo que significa el vocablo en castellano:

hecho no explicable por las leyes naturales 

y que se atribuye a intervención sobrenatural de origen divino.

Su influencia en el proceso de las causas de los santos, a partir de la etapa a la que hemos llegado en esta entrada, nos lo explica así el vice-postulador jesuita padre Benjamín Crespo S.J. al que hemos citado ya en diversos momentos:

Es competencia del Obispo del lugar en que haya ocurrido la investigación del milagro que se atribuye a la intercesión de un Siervo de Dios o de un Venerable o Beato. Se considera milagro un hecho que no es explicable por causas naturales. La mayoría de los milagros son de naturaleza médica, pero es posible investigar milagros de otro tipo; en cualquier caso, el milagro debe ser físico: «la práctica ininterrumpida de la Iglesia establece la necesidad de un milagro físico, pues no basta un milagro moral». Así, un milagro no médico que ha valido para una beatificación ha sido una multiplicación de arroz: a modo semejante a la multiplicación de los panes y los peces, una gran multitud pudo comer con el contenido de un poco de arroz. El hecho ocurrió el 25 de enero de 1949 en Olivenza (Badajoz, España) por intercesión del entonces Beato Juan Macías, y de tres tazas de arroz echados en una olla salieron bastantes ollas de arroz hervido. Fueron testigos todos los habitantes del pueblo. El milagro sirvió para la canonización del santo.

Al igual que en el proceso de virtudes heroicas, el Postulador iniciará el proceso en el tribunal competente y propondrá las pruebas pertinentes. En el caso de milagros médicos, son útiles las pruebas médicas anteriores a la curación y posteriores, así como el testimonio de los médicos. No se debe olvidar demostrar que la curación fue por intercesión del Siervo de Dios, Beato o Santo: deberá testificar, por lo tanto, la persona que haya pedido el favor al Siervo de Dios (que puede ser el beneficiado por el milagro, u otra persona).

Sólo serán relevantes los milagros que bajo ningún aspecto pueda ser explicable por causas naturales. En el caso de las curaciones, por ejemplo, se debe descartar una curación por causas médicas que aún no se explican, pero quizá algún día se conocerán. El postulador deberá buscar asesoramiento de un buen médico con recto criterio antes de iniciar el proceso.

Al igual que en el proceso ordinario, se redacta una Positio y se envían las actas al Dicasterio para las Causas de los Santos. En este caso, sin embargo, no interviene un relator. Los milagros atribuidos se estudian en una Comisión de peritos (que será de médicos, si el favor es una curación), después en un Congreso especial de los teólogos, y por fin en la Congregación de los Cardenales y Obispos. Si los informes de los tres grupos son favorables, se presenta al Papa, que es quien tiene la competencia de determinar lo que sea conveniente.

Ibidem pp. 3 y 4

En cualquier caso, es a partir de la beatificación cuando, salvo dispensa papal se podría necesitar un milagro para la canonización (no en el caso de los mártires).

Por el momento, hoy nos detenemos en la condición de Venerable, que en el caso de Alonso de Barzana le sitúa a las puertas del proceso de Beatificación, como se puede apreciar en la invitación a un acto celebrado en el Cusco (Perú) el pasado mes de junio.

(continuará)


Referencias y notas:

(1) Benjamín Crespo, S.JPasos hacia la santidad: las fases y etapas de los procesos de beatificación y canonización (con anexo relativo a la Iglesia del Perú), Roma, julio del 2023.

(2) Dicasterio de las Causas de los Santos: los pasos hacia la santidad

La Causa di beatificazione e canonizzazione riguarda un fedele cattolico che in vita, in morte e dopo morte ha goduto fama di santità o di martirio o di offerta della vita.

Per l’inizio di una Causa di beatificazione è quindi sempre necessaria la “fama di santità” della persona, ovvero l’opinione comune della gente secondo cui la sua vita è stata integra, ricca di virtù cristiane. Questa fama deve durare e può ingrandirsi. Quelli che hanno conosciuto la persona parlano dell’esemplarità della sua vita, della sua influenza positiva, della sua fecondità apostolica, della sua morte edificante.

Fase Diocesana

La canonizzazione è solo l’ultimo gradino di una scala che ne presuppone altri: il candidato, per diventare ufficialmente Santo, deve essere prima Servo di Dio, poi Venerabile, poi Beato.

È chiamato Servo di Dio il fedele cattolico di cui è stata iniziata la Causa di beatificazione e canonizzazione.

Il postulatore, appositamente nominato, raccoglie documenti e testimonianze che possano aiutare a ricostruire la vita e la santità del soggetto. La prima fase inizia quindi con l’apertura ufficiale di una Inchiesta in Diocesi e il candidato viene definito Servo/a di Dio. Obiettivo è spesso quello di verificarne l’eroicità delle virtù, ovvero la disposizione abituale a compiere il bene con fermezza, continuità e senza esitazioni. Occorre cioè dimostrare che il candidato ha praticato le virtù a un livello molto elevato, superiore alla media. In altri casi, l’oggetto della verifica riguarda i requisiti del martirio cristiano oppure l’offerta della vita.

La ricostruzione viene fatta seguendo due piste: ascoltando le testimonianze orali delle persone che hanno conosciuto il Servo di Dio e possono raccontare con precisione fatti, eventi, parole; raccogliendo i documenti e gli scritti riguardanti il Servo di Dio.

Se le condizioni preliminari sembrano concordi, il Vescovo può introdurre la Causa. Il processo di beatificazione, salvo una particolare dispensa papale, non può iniziare prima che siano passati almeno 5 anni dalla morte del candidato. Il Vescovo diocesano nomina un Tribunale composto da un suo Delegato, da un Promotore di Giustizia (a livello del Dicastero ci sarà poi il Promotore della Fede) e da un Notaio Attuario. Una apposita Commissione Storica raccoglie tutti i documenti che riguardano il Servo di Dio e i suoi scritti. Infine due Censori Teologi devono valutare i medesimi scritti, se vi sia qualcosa di contrario alla fede o alla morale. Tutte le informazioni vengono raccolte e poi sigillate nel corso di una sessione di chiusura, presieduta dal Vescovo.

Fase Romana

Terminato questo lavoro, si chiude la fase diocesana dell’Inchiesta e tutto il materiale viene consegnato a Roma al Dicastero delle Cause dei Santi che, tramite un suo Relatore, guiderà il postulatore nella preparazione della Positio, cioè del volume che sintetizza le prove raccolte in Diocesi; è la cosiddetta fase romana del processo.

La Positio deve dimostrare con sicurezza la vita, le virtù o il martirio e la relativa fama del Servo di Dio. Essa sarà studiata da un gruppo di Consultori Teologi del Dicastero e, nel caso di una “Causa storica” (quella che riguarda un candidato vissuto molto tempo prima e per il quale non vi siano testimoni oculari), anche da una commissione di Consultori Storici del Dicastero. Se questi voti saranno favorevoli (almeno in maggioranza qualificata), la Positio sarà sottoposto a un ulteriore giudizio dei Vescovi e Cardinali Membri del Dicastero.

Se il giudizio di questi ultimi è ugualmente favorevole, il Santo Padre, se lo ritiene opportuno, autorizza la Promulgazione del Decreto sull’eroicità delle virtù, sul martirio del Servo di Dio o sull’offerta della vita, che così diviene Venerabile: gli viene riconosciuto cioè di aver esercitato in grado “eroico” le virtù cristiane (teologali: fede, speranza e carità; cardinali: prudenza, giustizia, fortezza e temperanza; altre: povertà, castità, ubbidienza, umiltà, ecc.), o di aver subìto un vero martirio oppure di aver offerto la vita secondo i requisiti previsti dal Dicastero.

I candidati alla santità infatti, possono essere: i martiri, coloro che hanno accolto cristianamente l’uccisione in odio alla fede; i cosiddetti confessori, cioè coloro che sono stati testimoni della fede, ma senza il sacrificio supremo della vita. Inoltre dal 2017 è possibile giungere alla Canonizzazione anche attraverso una terza via: l’offerta della vita, senza uccisione in odio alla fede e senza il prolungato esercizio di virtù eroiche; si tratta di persone che hanno volontariamente e liberamente offerto la loro vita per gli altri, perseverando «fino alla morte in questo proposito, in un supremo atto di carità».

Beatificazione

La beatificazione è la tappa intermedia in vista della canonizzazione. Se il candidato viene dichiarato martire, diventa subito Beato, altrimenti è necessario che venga riconosciuto un miracolo, dovuto alla sua intercessione. Questo evento miracoloso in genere è una guarigione ritenuta scientificamente inspiegabile, giudicata tale da una Commissione Medica convocata dal Dicastero delle Cause dei Santi e composta da specialisti, sia credenti sia non credenti. Importante, ai fini del riconoscimento, è che la guarigione sia completa e duratura, in molti casi anche rapida.

Dopo questa approvazione, anche sul miracolo si pronunciano i Vescovi e i Cardinali Membri del Dicastero e il Santo Padre, sempre se lo ritiene opportuno, autorizza il relativo Decreto. Così il Venerabile può essere Beatificato. In seguito a questa proclamazione, il Beato è iscritto nel calendario liturgico della sua Diocesi o della sua famiglia religiosa, nel giorno anniversario della morte o in un giorno che si ritenga particolarmente significativo.

Canonizzazione

Perché arrivi alla canonizzazione, ossia affinché possa essere dichiarato Santo, si deve attribuire al Beato l’intercessione efficace in un secondo miracolo avvenuto successivamente alla beatificazione.

Per stabilire chi è Santo, quindi, la Chiesa utilizza sempre un accertamento canonico: se una volta si poteva diventare santi semplicemente per acclamazione popolare, ormai da vari secoli la Chiesa ha cominciato a dotarsi di norme specifiche, per evitare confusioni e abusi.

Come in tutti i processi, anche in questo caso ci sono una sorta di accusa e di difesa. L’avvocato difensore, se vogliamo usare questo termine, è il postulatore, incaricato di dimostrare la santità del candidato. Colui che è incaricato di “fare le pulci” a testimonianze e documenti è invece il Promotore della Fede (comunemente noto come “avvocato del diavolo”). Il primo è nominato da chi ha fatto la proposta di istruire la Causa, il secondo è in servizio presso il Dicastero.

Casi particolari

Vi sono casi che procedono per equipollenza, applicata sia ai casi di beatificazione che di canonizzazione; si tratta di una procedura mediante la quale il Papa, dopo le dovute verifiche, approva un culto esistente da tempo, senza attendere il riconoscimento di un miracolo. Si distingue dalle beatificazioni e canonizzazioni formali, per le quali la Chiesa prevede una regolare Inchiesta e il rispettivo miracolo.

Inoltre, il Papa può sempre prendere decisioni particolari. Papa Francesco lo ha fatto nei confronti di Giovanni XXIII, che è diventato Santo per la sua fama di santità, diffusa da decenni in tutto il mondo, senza che gli venisse riconosciuto un secondo miracolo. Una procedura straordinaria è stata seguita anche da Benedetto XVI nei confronti di S. Giovanni Paolo II, la cui Causa di canonizzazione si aprì poche settimane dopo la morte, senza aspettare i cinque anni previsti.

Sólo hay texto en italiano en la página del Dicasterio

NOTA BENE: los dos enlaces al Dicasterio no parecen funcionar bien, por lo que los reproduzco aquí para que quien esté interesado los introduzca en la ventana de su navegador (en el caso comprobado por mí funciona con Google), pues así podrá comprobarlos:

Para los pasos en el camino a a santidad:

https://www.causesanti.va/it/i-passi-del-cammino-verso-la-santita/approfondimenti.html#offerta-della-vita

Para la página principal del Dicasterio:

https://www.causesanti.va/it.html

No comments yet

Deja un comentario