Elogio de la nimiedad (VIII): ripios del desayuno

Siesta canina en la Vall de Ebo. Foto R.Puig
Estaba ya tentado de hacer novillos este domingo. Además una cantata de Bach en la radio me invitaba a la pereza del bloguero, esa que te asalta cuando la semana ha estado mediada por un vuelo low cost y la resaca consiguiente. Pero, al descargar algunas fotos de mis últimas semanas por las tierras de mi abuela materna, algunas me han devuelto a mis deberes.
Fue en la Vall de Ebo, el cuatro de octubre, en un restaurante al que vamos de pascuas a ramos a comer los platos de los pueblos serranos de la Marina Alta. Hay a sus puertas dos perros reviejos, que siempre parecen estar a punto de estirar la pata y sin embargo, cuando de año en año volvemos, siguen ahí en absoluta indolencia canina o, visto de otro modo, en la mayor placidez.
Y me he dicho : «¡aún no estás ahí!
Así que, a pesar de que había cerrado los ojos (como es de rigor cuando te mece la música de Bach) he oído una voz (no sé si en alemán o en latín) que, entre los vaivenes de la música del genio de Leipzig, me susurraba : «¡abre los ojos y cumple con tu precepto dominical!»

Despertar canino en la Vall de Ebo. Foto R.Puig
La verdad es que, desde el miércoles por la tarde hasta esta mañana de domingo, no puedo destacar muchas nimiedades. No me refiero obviamente al mundo mundial del que se ocupa mi amigo José María Tortosa, donde, gira que te gira, sigue sucediendo de todo, y no precisamente cosas nimias. Más bien, se trata de esas banalidades mías que a menudo rumino en estas páginas.
Pero veamos…
El día antes de volar de Alicante a Gotemburgo, frente a mi balcón el cielo se adornaba con brochazos de amarillo Nápoles.

MIércoles 17 de octubre. Atardecer en la Almadraba. Foto R.Puig
Diríase que el espíritu de Rubens andaba enredando entre los nubarrones de un temporal que se anunciaba mientras yo hacía las maletas.
No dejó de llover en toda la noche.
A la mañana siguiente la visión era una mezcla de grisalla, morado y plata. Un charco inmenso el mar, y los modestos aguazales que la lluvia había dejado y que la luz dignificaba.

Jueves 18 de octubre. La mañana desde el balcón.. Foto R.Puig
Y aquí me tienen, mañana de domingo en costas escandinavas, en horas de desayuno, frente a los entes de una prosaica mesa de cocina.

Es la leche. Foto R.Puig
A mí este vaso glauco
a la edad pueril
me ha transportado
.
«¡Bebe niño la leche!
¡Acábatela toda!
¡Si no, no crecerás!»
.
Nadie entonces sabía
que la lactosa
podía ser peligrosa.
.

Es la pera. Foto R.Puig
Pequeña cachiporra
verde, amarilla o pecosa
la pera es otra cosa.
.
Robada del vecino
si decirse puede
sabe aún más sabrosa.
.
Es fruta muy jugosa,
la comas a mordiscos
o te la den con queso.
.

Aquí hay tomate. Foto R.Puig
No hay por mi Alicante
desayuno o almuerzo
sin tu pan con tomate.
.
Con kilos de este fruto
y otros tantos de azúcar
creaba mi abuela confitura.
.
Pero -¡ay!- (hábito estúpido)
su espachurre en las calles
hoy llaman tomatina.

Cafecito matinal. Foto R.Puig
Es mi ripio final
una modesta laudatio
del fruto del cafetal.
.
Mis amigos colombianos
acostumbran al café solo
llamar tinto.
.
y gracias a esa taza
hoy el blog despegó.

Gato en la Vall de Ebo. Foto R.Puig
Así que ahora estoy despierto como este gato de la Vall de Ebo vecino de los viejos canes sesteantes.
Fotos del espíritu de Rubens y de los perritos domésticos muy bien pero, más bien, me identifico con el director y pianista, casi tan loco como un servilleta. Supongo que en las estadísticas del teclado universal se puede buscar el secreto de por qué el tono en MI , mayor o menor es muy usado en los clásicos y en los populares. Sospecho que se acomoda bien a las dos manos mejor que en DO o en otros tonos…pero esta es una opinión que tiene una experiencia tanto de tocar como de leer partituras absolutamente y flojamente empíricas como sustento.
Bach no fue sólo «el músico de Dios», también se divertía. Esta cantata del café es una prueba del ambiente musical que en la Cafetería Zimmerman se respiraba. Era el local de reunión y celebraciones para el Collegium Musicum que Bach dirigía en Leipzig. Con las necesidades pecuniarias que tenía con su familia numerosa no sería extraño pensar que la compusiera a petición del lobby de los importadores de café 🙂