Nocturno de Gotemburgo

Todo parecido con la realidad… Foto R. Puig
Hay ruido de conciertos al aire libre, muchos a la vez, el sonido de una orquesta rock se mezcla con el de una cantante de 78 años que ha reunido a sus fans de toda la vida, cabezas canosas, apenas doscientos metros más allá. Quién mucho abarca…

Canta Lill Lindfors Foto R.Puig
Ha venido Lill Lindfors, a la que acompañan en sus baladas músicos cuasi octogenarios. Pero el Festival Cultural de Gotemburgo (Kulturkalaset) está cronometrado, una hora para ella, sólo una, y los organizadores terminan en forma abrupta su recital, en su punto álgido. Los instaladores de las baterías de la Forbidden Orchestra llegan, empujando para ocupar el escenario.

Calles festivaleras. Foto R.Puig
Las calles y parques de Gotemburgo desbordan de gente durante seis días, hay carpas con todo tipo de grupos y de músicas, infinidad de chiringuitos donde se pueden degustar todas las cocinas del mundo.
¡Y yo que ensoñaba con poner un puesto de churros españoles!

Churros made in Sweden. Foto R.Puig
El carromato de los churreros circula desde hace nueve años por todas las ferias y festivales de la Costa Oeste de Suecia, vendiendo con todo tipo de adobos cucuruchos de Spanish Waffles.
Cuando le digo al joven churrero que soy madrileño, y que le voy a explicar dónde en Madrid se hacen los mejores churros del mundo, me llena el cucurucho hasta los topes con los spanska våfflor.
En Suecia ocurre también que cuando dices que vienes de la capital de España, enseguida te preguntan si eres del Real o del Atlético. No falla. Pero me estoy desviando del tema…

La venus del parque. Foto R. Puig
La cuestión es que hace dos noches, por el parque cercano a casa la realidad era todo lo contrario de real. Habíamos salido a darnos una vuelta, bajo la atracción -¿rejuvenecedora?- que estos festivales ejercen sobre los entrados en años. Las calles no son la calles cotidianas, la multitud es más abigarrada y flotante que a la luz de un día ordinario, la música y el ruido rellenan la atmósfera sin dejar resquicios, los reflejos en los canales son diferentes…

Sueños de árbol. Foto R.Puig
Me había propuesto flotar yo también, escuchar y mirar sin ningún propósito. De hecho había salido sin mi pequeña cámara de fotos, pero fatalmente llevaba el teléfono móvil.
Así que estas fotos son digamos que androideas.
Por cierto, había un remolque donde, cosas de las ferias, la gente puede hacerse fotos en las que eliges de qué quieres aparecer vestido. Si no probé fue por no hacer cola, si no, lo mismo habría podido aparecer yo aquí en guisa de espadachín sueco de la guerra de los treinta años.

En busca de la magia fotográfica. Foto R.Puig
El parque no sólo estaba embebido de decibelios, sino que muy cerca de su entrada se podía tragar cerveza como una esponja al son de otros ritmos, ciertamente más movidos que los de nuestra septuagenaria Lill Lindfors.

Mañana será otro día. Foto R.Puig
También puedo aseverar que ayer por la mañana los canales ya no lucían con el mismo embrujo de la noche del viernes.

El canal incendiado. Foto R.Puig
…
Lo que hoy, al abrir la ventana del patio, con la temprana mañana llega, es una prosodia de gaviotas callejeras, acompañada -¡ay!- por el sordo compás de los extractores de aire del hotel vecino.