Píntame una piedra

Mats Gustafson. Roca. 2006. Museo Nórdico de la Acuarela. Foto R.Puig
Cada verano vamos a la isla de Tjörn al norte de Gotemburgo y tributamos visita en Pilane a la mejor exposición internacional de escultura al aire libre que conozco en Suecia. Tiene lugar cada año entre mediados de mayo y fines de setiembre. Las altas rocas de esta finca, que permiten otear el mar en un ángulo de casi 300 grados, emergen de un inmenso batolito, como las puntas de un iceberg granítico, afloramiento de nuestra glaciación cuaternaria, en uno de cuyos períodos interglaciares nos encontramos, testimonio pétreo del cambio climático lento e incesante del planeta.
Comencé a visitar Pilane cada verano desde el año 2011. Paseamos por estos parajes y entre los menhires que aquí dejaron para señalar sus tumbas quienes, al menos desde la Edad del Hierro, los habitaron. El metal sigue siendo uno de los protagonistas de la exposición anual.

Laura Ford, «Silent howlers» (Gemebundas silenciosas), bronce. Pilane 2019. Foto R.Puig
Pero no adelantemos acontecimientos, en una próxima entrega hablaremos de las esculturas…
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Cuando se escucha a las piedras
Hoy quería referirme a las acuarelas de Mats Gustafson, un artista sueco nacido en 1951, conocido por sus trabajos de ilustrador de moda femenina y que ha despertado mi envidia por su maestría con la acuarela, y en particular por esas rocas que retrata emergiendo del agua, en el mar y en los lagos de la costa occidental sueca.

Mats Gustafson. Roca. 2003. Museo Nórdico de la Acuarela. Foto R.Puig
Siempre he tenido dificultades con la acuarela, con esa forma de dejar que el agua teñida se difunda de forma controlada sobre el papel granulado, hasta ocupar la superficie que has delimitado con el pincel, y se funda con los otros pigmentos que has seleccionado para reproducir el volumen, las luces y las sombras de ese objeto, que, por humilde que sea, revelará su presencia más allá de lo físico, bajo la luz del momento y en el contexto de ese instante.

Mats Gustafson. Rocas. Museo Nórdico de la Acuarela. Foto R.Puig
A partir de ahora, cuando me adentre en las aguas del mar o de un lago y una roca se ofrezca emergiendo desde el fondo, creo que la mirare de otra forma. Esas piedras pulidas por el hielo hace millones de años y lavadas cada día por las olas y las ondas, tienen de algún modo un rostro que varía con las horas y con la luz cambiante, que dialoga con la nubes, con el cielo y con el espejo de las aguas.

Mats Gustafson. Roca. 2003. Museo Nórdico de la Acuarela. Foto R.Puig
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La exposición tiene más cosas, pero por hoy nos detendremos aquí, pensando en la silente conversación de las rocas, para que cuando veamos a alguien extasiado frente a la orilla de un lago o del mar, mirando como las aguas acarician una piedra que suavemente se sumerge, emerge, se sumerge, emerge…
no perturbemos su meditación.
Nota: En todo caso, no quisiera que alguien se desespere ante las dificultades que tiene esto de dibujar y pintar a la acuarela…

Siempre se puede aprender a pintar a la acuarela. Museo Nórdico de la Acuarela. Foto R.Puig
No importa la edad para practicar ese arte, no tienen más que venirse unos días al Nordiska Akvarellmuseet en la Isla de Tjörn.