Por la vereda de los trasgos

Una semana en una stuga (cabaña) en la isla de Öckerö, que da el nombre a un territorio comunal del archipiélago norte (norra skärgården) de Gotemburgo ofrece descubrimientos y agradables paseos. De una isla a otra se pasa o por puentes o por transbordadores gratuitos. En la mochila algunos bocadillos, un termo de café y, por qué no, una pequeña nevera con alguna bebida fría. No faltan algunas playitas entre rocas para tomar un rápido baño refrescante, en especial si luce el sol, ni restaurantes y pequeñas tabernas, incluso alguna pizzería y hasta un kiosco take away de comida tailandesa.
Este mapa es el de un folleto guía de la compañía pública de transportes de la Costa Oeste y siento que la imagen no sea nítida.
Basta con las ganas de estirar las piernas para deambular por veredas junto al mar y ascender a los batolitos emergentes. Es un paisaje sobrio y sereno como puede verse en esta video-panorámica.
En una de esas pausas de refrigerio, sentados en una roca de la isla de Hälsö, al borde del fiordo de Källö Knippla, con la isla del mismo nombre enfrente, pudimos observar las idas y venidas de una familia de patos marineros. De vez en cuando, siguiendo al papá pato, se zambullían en la corriente desplazándose de una roca a otra, indiferentes a los veleros, guardacostas y transbordadores que navegan por la zona.


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Entre trasgos y «gremlins«
Cual más largo, cual menos, todas las islas del archipiélago de Gotemburgo tienen circuitos (slingan) para practicar la marcha o el jogging, disfrutando al mismo tiempo de las vistas del mar, flanqueados por una flora silvestre. De vez en cuando aparece un gamo y en Öckerö también pastan los corderos. Algunas de estas veredas atraviesan tupidos bosquecillos de arboleda mixta, propicios a encuentros con traviesos trasgos o con aviesos gremlins, esos duendecillos a los que Roald Dahl bautizó con ese nombre en 1943. Por lo visto se entretenían complicando el vuelo de los aviadores de la RAF durante la II Guerra Mundial, como narró aquel piloto y escritor. Pero, los trasgos, aunque noctámbulos irredentos y amigos de las umbrías, son menos marrulleros que los gremlins.
Hoy pasamos revista a algunos de estos especímenes, con la ayuda de Anders Nilsson, albañil retirado, ceramista y escultor, que los retrata en cemento. He descubierto sus efigies durante un paseo por la slinga de la isla de Hälsö y he conseguido identificar al artista, gracias a la Hoja Local (Lokalbladet) de la Comuna de Öckerö.
Empezaremos por los trasgos para diferenciarlos de sus primos los gremlins que suelen tener los ojos verdes.
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Trasgos junto a un sendero boscoso de la isla de Hälsö

Las narices voluminosas suelen ser un elemento común de estas dos especies de género troll, aunque una distinción frecuente es que los dientes de los trasgos son romos y en cambio los dientes de la especie gremlínica suelen ser afilados.

Además los gremlins son osados y provocadores, mientras que con frecuencia la timidez e incluso el apocamiento es un rasgo recurrente de la familia trásguica, algo que el Sr. Nilsson ha captado bien. Por añadidura hay algo que distingue a los trasgos, y es que algunos han sido destacados científicos.
Nuestro artista ha demostrado especial perspicacia al detectar la naturaleza trásguica de un famoso físico y premio nobel responsable de muchos quebraderos de cabeza estudiantiles con sus misteriosas ecuaciones.
También los trasgos pueden tener sus carencias, algunas de las cuales se deben a los accidentes de la vida del bosque, por esas puntas afiladas de algunas ramas.
Y hay trasgos que, aunque tengan los dos ojos, bizquean de forma notoria. En este caso las causas de la elevada prevalencia de los estrabismos no han sido aún aclaradas
Es digno de señalarse que de la misma manera que hay trasgos humanoides también los hay con fisionomía felinoide.
Otros, estando en la infancia, todavía no han conseguido definirse. Este parece estar a medio camino entre can y oso.
Finalmente, confirmando que toda regla tiene excepción, traigo aquí el caso de dos trasgos cuyas costumbres no pueden considerarse enteramente pacíficas.
El primero no por ser un insectívoro benéfico deja de ser un secreto chupasangres
Casi estoy tentado de ir a pedirle al Sr. Nilsson que me lo clasifique como gremlin, puesto que los dientes los tiene bien afilados. Bastaría con ponerle ojos verdes.
Y qué me dicen de éste…
Si las paletillas las tiene romas, los colmillos desde luego son como navajas traperas y sables de húsar.
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A modo de hipótesis
¿Será que esos trasgos en los que despuntan maneras y dentaduras agresivas son el eslabón perdido que dio paso a los gremlins?
Como estas criaturas han sido materia de muchos dimes y diretes, nos contentaremos por ahora con presentarles a uno de los retratados por Anders Nilsson y dejar a los otros para el próximo domingo
cuando aún seguiremos por las islas de Gotemburgo…