Breverías erasmianas (XLII): “Stultus stulta loquitur» (El memo dice memeces) y una novedad editorial erasmiana.

Dubuffet, La grande bouche, detalle,1946, National Gallery of Art, Washington
«Stultus stulta loquitur»
El memo dice memeces
Adagio I, i, 98
Erasmo me pone otra vez en la tesitura de traducir un proverbio para que funcione en el español de hoy. Aunque lo que ocurre con este adagio es que, tal y como está la época que vivimos en España, esta tarea me pone en un brete, ya que alguien se podría dar por aludido y no quisiera yo añadir munición a la «crispación». Basta con asomarse a la televisión o abrir los periódicos, por no referirme a las «redes sociales», para comprobar con cuánta frecuencia se verifica este adagio.
Si hay en castellano (y no son menos otras lenguas) una palabra con infinidad de acepciones esta sería la versión del latín stultus. Literalmente se podría traducir como «estulto», pero, si queremos afinar, podríamos escoger entre al menos dieciséis opciones: estulto, loco, bobo, estúpido, idiota, imbécil, memo, necio, tonto, estólido, mentecato, majadero, insensato, chalado, chiflado y demente. Para ser igualitarios habremos de decir que se trata de sustantivos masculinos que naturalmente tienen sus dieciséis equivalentes femeninos.
En todo caso, de lo que se trata es de traducir una oración en la que stultus es el sujeto y el verbo es loquitur; pero, siendo el complemento directo stulta, los sinónimos castellanos para «estulticias» son algunos menos que para «estulto», lo cual, si no me equivoco, reduce el número de posibilidades a trece.

Dubuffet, Voluntad de poder, detalle, 1946, Museo Guggenheim
Tras pensar en un hipotético y sensible protagonista del proverbio, he ordenado los sustantivos, candidatos a la versión española de los términos latinos, en sentido decreciente de la que considero su virtud irritante. El número uno seria el que más podría molestar y el decimotercero el más suave, a saber:
1) imbécil (imbecilidades); 2) idiota (idioteces); 3) estúpido (estupideces); 4) mentecato (mentecaterías); 5) majadero (majaderías); 6) estulto (estulticias); 7) insensato (insensateces); 8) necio (necedades); 9) tonto (tonterías); 10) loco (locuras); 11) chiflado (chifladuras); 12) chalado (chaladuras); 13) memo (memeces).
Entiendo que ni este orden ni el experimento son científicos y que se necesitarían ensayos clínicos en varios contextos y con diversas cohortes, para llegar a ser validados. Experimentos que obviamente sólo son posibles con humanos que se presten a ser calificados y a que su nivel de enfado se mida con variables fisiológicas objetivas.
No he encontrado mecenas para acometer esta investigación. Así que, para evitar lo que, en estos tiempos de barbarismos, denominan «tensionar», he decidido ser benigno y adoptar la versión que estimo más cariñosa, la número trece, que además tiene la ventaja de rimar con un nuevo vocablo popular en las redes que llaman «sociales». ¿No estamos acaso en el universo de los «memes»?
Nos quedaremos con que el memo dice memeces.

Charles Le Brun, s.XVII, Diferentes caracteres de las pasiones.
Pero ya es hora de que dejemos paso a los comentarios de Erasmo :
Como Eurípides dijo en Las Bacantes, “un necio habla necedades” y con las mismas palabras lo sentenció nuestro profeta Isaías.
Seneca le escribió a Lucilio : “Entre los Griegos circuló un proverbio que afirmaba que el lenguaje de los hombres indica lo que son sus vidas”; la formulación exacta no está clara, pero es famoso el siguiente verso griego:
Ἀνδρὸς χαρακτὴρ ἐκ λόγου γνωρίζεται
“Hominis figurae oratione agnoscitur”
La índole del hombre se manifiesta en su lenguaje

José Ribera, modelos de narices y bocas, 1622
Según Diógenes Laercio, el filósofo Demócrito decía que el lenguaje es imagen de la vida, algo así como su sombra.
“simulacrum, quandamque velut umbram”
No se podría formular este pensamiento con mayor nitidez, pues no hay espejo que refleje la imagen y la expresión del cuerpo como la palabra retrata la imagen del alma.
“Nam nullo in speculo melius, expressiusque relucet figura corporis, quam in oratione pectoris imago repraesentatur.
Y a los hombres se les valora por sus palabras igual que a los vasos de bronce por su resonancia.
«Neque secius homines ex sermone quam aerea vasa tinnitu dignoscuntur”.
***
Una novedad editorial erasmiana
Con ocasión de mi brevería erasmiana, me quiero referir a una reciente publicación (marzo de este año) que me ha obsequiado Edmundo Garrido, alma y editor humanista de los libros de la resistencia. Esta editorial es una hermosa aventura, admirable en estos tiempos en que muchas librerías y editoriales se baten en retirada. La suya resiste, publica obras selectas que como joyas escondidas no encontrarán ustedes en los anaqueles de los más vendidos.
Fiel a esta vocación libros de la resistencia ha publicado el comentario de Erasmo al adagio Festina lente (Madrid, Libros de la resistencia, marzo 2020). Es un hermoso elogio del gran humanista del Renacimiento a la edición de libros y a la imprenta, publicado por Aldo Manucio cuando la imprenta vivía aún su primer siglo. Este texto, celebérrimo en su tiempo, se puede leer completo en castellano gracias a la delicada obra de bolsillo de la resistente editorial madrileña y con traducción al castellano de José Campos.

Festina lente. Libros de la Resistencia, marzo 2020
Anímense a leerlo, pues, como afirma Erasmo…
…entre tan grande número de proverbios no hay ninguno tan digno de grabarse en todas las columnas, de inscribirse en las fachadas de todos los templos
…in tanto proverbiorum numero non arbitreris ullum aliud esse perinde dignum, quod omnibus incidatur columnis, quod pro templorum omnium foribus describatur
página 20
Entre otras ventajas de este venerable consejo, cuántas estulticias dejarían de decirse si todos siguiéramos la propuesta del festina lente, si pensásemos más despacio lo que vamos a decir o escribir. ¡Cuántas toneladas de idioteces que circulan cada día el mundo se ahorraría! Hay que «apresurarse despacio» o, como se suele decir, pensárselo bien antes de disparar.
Referencias y observaciónes
Comentario al Stultus stulta loquitur :
- Eurípides, “Las Bacantes”, 369,2. Isaías, 32, 6. Séneca, “Epístolas” , 114, 1. Menandro, “Sentencias”, 72. Diógenes Laercio, 9, 7, 5, 37.
- He traducido de la versión latina del adagio: Les Adages d’Érasme, présentés par les Belles Lettres et le GRAC (UMR 5037), Lyon, 2010, pp. 166-167
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No pienso, ni seguramente Erasmo lo pensaba, que un memo diga exclusivamente memeces. Además lo habitual es que para hacer estragos un estulto se concentre en sus temas predilectos. Por otro lado la madre naturaleza distribuye instantes de lucidez entre todos los seres humanos, aunque a veces nos gustaría que fuese más dadivosa. Por otra parte, seamos sinceros, ninguno de nosotros está a salvo de decir alguna que otra estupidez. Es justo pues complementar el adagio erasmiano con otra sentencia que rezaría así: omnes aliquando stulta loquimur («todos decimos memeces de vez en cuando). Con ello todos contentos y nadie tiene que sentirse señalado.
Edición castellana del Festina Lente :
- Erasmo de Rotterdam, «Festina lente. Apresúrate despacio», prólogo de Rodrigo Cordero Cortés y traducción de José Campos, Libros de la resistencia, Madrid 2020, 61 páginas.
- Para animarles a procurarse esta fina edición del Festina lente pueden si quieren mirar la brevería erasmiana que le dediqué hace algunos años.
La estupidez nunca descansa, Ramón, jamás se toma un minuto de vacaciones.
Cierto Manolo, y además se suele especializar con ahínco.
El Hno. Santos García todo un personaje en la historia del colegio de la Inmaculada usaba uno de estos adagios para a los alumnos se que dicen tonteras cuando se les pregunta la lección…pero no recuerdo qué adagio usaba. Habría que preguntarle a un alumno viejo como yo…
Lo que pasa es que entonces se abusaba de la calificación de «tonto» traumatizando a chicos cuyo problema podía ser por ejemplo una dislexia, un ADHD (trastorno de hiperactividad con déficit de atención), etc., es decir alrededor de un 10 % del alumnado, a los cuales se estigmatizaba ante sus compañeros.
Este adagio sólo se debería utilizar para combatir la estupidez campante entre los adultos (por ejemplo en los parlamentos democráticos) pero prohibir su uso en las escuelas.
Quizás tendré que añadir una nota en este sentido en esta entrada del blog.
Gracias por esta observación, Bernardo.