Día Mundial de las Abejas

Abeja belga libando. Foto Agnès Fayet. Detalle.
En memoria de Pär, agricultor y apicultor de Skåne y abuelo de mi esposa
Considerando la necesidad urgente de abordar el problema de la disminución de la diversidad de polinizadores en el mundo y los riesgos que ello implica para la sostenibilidad de la agricultura, los medios de vida del ser humano y el suministro de alimentos;
Colmenas en Lekit. Azerbaiyán. Foto FAO
Recordando la labor de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) relativa a los servicios de polinización para una agricultura sostenible y el papel destacado que ha desempeñado la FAO en la facilitación y la coordinación de la Iniciativa internacional para la conservación y el uso sostenible de los polinizadores, establecida por el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) en 2002;
Abeja concentrada en su tarea. Foto Agnès Fayet
Teniendo en cuenta la Evaluación temática sobre polinizadores, polinización y producción de alimentos, publicada por la Plataforma intergubernamental científico-normativa sobre diversidad biológica y servicios de los ecosistemas (IPBES) en febrero de 2016;
En el panal. Foto Agnès Fayet.
Observando la dependencia de los sistemas agrícolas mundiales de los servicios de polinización y la importante contribución de las abejas y otros polinizadores a la mejora de la producción y los rendimientos de la agricultura en todo el mundo y, por tanto, a la creación de empleo rural;
En el panal. Foto Agnès Fayet
Observando la contribución y el papel fundamental que desempeñan las abejas y otros polinizadores en la producción sostenible de alimentos y la nutrición, promoviendo así la seguridad alimentaria para la población mundial en crecimiento y contribuyendo al alivio de la pobreza y la erradicación del hambre;
La abeja reina (la señal amarilla corresponde a una reina del año 2017) y sus obreras belgas. Foto Agnès Fayet.
Observando la contribución que los servicios ecosistémicos proporcionados por las abejas y otros polinizadores aportan a la salud del ecosistema, al preservar el estado de diversidad biológica, la diversidad genética y de las especies, promoviendo así una intensificación ecológica y sostenible de la producción de alimentos y ayudando a la adaptación al cambio climático;
Tráfico. Foto Agnès Fayet
Expresando preocupación porque las abejas y otros polinizadores están en peligro a causa de una serie de factores, en particular relacionados con los efectos de actividades humanas como los cambios en el uso de la tierra, las prácticas de agricultura intensiva y el uso de plaguicidas, así como la contaminación, las plagas y las enfermedades y el cambio climático, que amenazan su hábitat, su salud y su desarrollo;
Abeja sueca libando. Jardín Botánico. Gotemburgo. Foto R. Puig
Afirmando que las abejas y otros polinizadores son importantes para alcanzar las tres dimensiones del desarrollo sostenible, a saber, la económica, la social y la ambiental;
Abeja belga trabajando. Foto Agnès Fayet
Conscientes de la urgente necesidad de sensibilizar a todos los niveles y de promover y favorecer acciones para proteger a las abejas y otros polinizadores, a fin de contribuir a su salud y su desarrollo, teniendo en cuenta que es importante mejorar los servicios de los polinizadores para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en particular los de erradicar el hambre, lograr la seguridad alimentaria y mejorar la nutrición, y promover la agricultura sostenible, proteger los recursos naturales limitados y detener la pérdida de diversidad biológica, así como muchas otras dimensiones de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible;
Abejas de Valonia faenando. Foto Agnès Fayet.
Reconociendo que la celebración de un “Día Mundial de las Abejas” por la comunidad internacional contribuiría de manera importante a sensibilizar a todos los niveles de la importancia de las abejas y otros polinizadores y a promover las iniciativas mundiales y las acciones colectivas para su protección.
Asamblea General de la ONU, 18 de octubre de 2017
En consecuencia el 20 de mayo de cada año las Naciones Unidas, por iniciativa de la FAO, decidieron que se celebre el Día Mundial de las Abejas. Este blog se suma hoy al esfuerzo que a todos nos compete para que la población de abejas no sólo no siga disminuyendo sino que aumente.
Si no hubiese sido por Agnès Fayet, quien no sólo mantiene desde hace años el sitio web de La Apicultura de Valonia y Bruselas (L’APIculture wallone et bruxellois) sino que es también una fotógrafa profesional, yo no habría podido ilustrar como es debido esta jornada. Le agradezco haberme facilitado el acceso a la nutrida colección de sus propias imágenes fotográficas, algunas de las cuales tienen hoy ante sus ojos mis lectores.

Atareadas. Foto Agnès Fayet
.
Con los apicultores del Sur de Suecia
Como esto de abrir un tema en el blog es como lo de tirar de un racimo de cerezas, ayer, cuando creía tener lista esta crónica, me sucedió lo siguiente: mi esposa me propuso irnos a visitar la Feria Anual de Jardines en el Parque Liseberg de Gotemburgo.
Eso es lo que hemos hecho, no sin antes dar un paseo entre las multitudes que animaban a los 63.000 participantes de la media maratón de Gotemburgo, donde han corrido con un tiempo espléndido y de la que podremos comentar algunas fotos el domingo próximo.
Tras comprar tomates y flores, ya de camino a la salida, nos hemos tropezado con el stand que representa en esta feria a la Asociación de Apicultores del interior del Sur de Suecia, fundada en 1894
Y a estos entusiastas representantes de los apicultores del sur de la Suecia interior les hemos dado la noticia de que el 20 de mayo (o sea hoy) se celebra por primera vez el Día Internacional de las Abejas, proclamado por la Naciones Unidas en octubre del año pasado. Ni esta asociación regional, ni la Asociación Nacional de Apicultores de Suecia de la que forma parte, se habían enterado de esta proclamación, lo que no dice mucho en favor de agilidad de las oficinas de información y comunicación de las agencias de la ONU, en particular de la FAO, aunque sí estaba anunciada en la página de la asociación belga arriba mencionada.
Y para que vean que un panal de abejas suecas es muy parecido a un panal de abejas belgas, aquí tienen algunas imágenes del panal que en vivo y en directo nos han enseñado en el stand

Panal de abejas suecas. Foto R.Puig
Trabajan con el mismo entusiasmo que sus camaradas belgas

Abejas suecas faenando con entusiasmo. Foto R.Puig
La abeja reina sueca, con la etiqueta blanca del año 2018, se rodea igualmente de sus obreras, tal y como sucede en las panales de Bruselas y Valonia..

La abeja reina (marcada con la señal blanca de 2018) en un panal sueco. Foto R.Puig
No recuerdo si en El Capital se menciona a las abejas. Me tocó leerlo de cabo a rabo en 1968 (no miento) y, qué le voy a hacer, no se me han quedado ni esos detalles ni muchos otros. Pero, en todo caso, ante las amenazas que penden sobre las cabecitas de las abejas, creo que deberíamos exclamar, esta vez parafraseando al famoso manifiesto, de más fácil lectura:
¡Abejas de todos los países, uníos!
Por el momento, a todos los que tengan un césped a su cargo y en primavera o al comienzo del verano lo vean crecer y en él brotar las flores, les rogaría que se aguanten las ganas de cortarlo. No sieguen esas flores, pues son un bufé de nectar para nuestras hermanas abejas.
Sería una pequeña ayuda a la supervivencia de sus enjambres y estarían sirviendo a que aumente la esperanza de vida de estas obreras de la polinización y al futuro agrícola y alimentario del planeta.
Ahora, para endulzarles esta crónica, nada mejor que unos versos de un querido poeta de las tierras de España:
………
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;
.
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas,
blanca cera y dulce miel.
……..
Antonio Machado
.
.
Pero, aún no se libran de mí, la culpa a las cerezas, pues ya se sabe que tirando de un racimo, acaba saltando otro.
Así que hablaremos de
lo que va del tábano a la abeja
Hace ya mucho tiempo hubo en la Italia medieval una familia rica y con sueños de grandeza. Era la familia de los Tafani (los Tábanos), señores de Barberino Val d’Elsa, en la comarca del Chianti, a unos 40 kilómetros de Florencia.
Pero hablemos brevemente sobre ese díptero que al apellido de aquellos señores prestó su nombre. Según dicen los expertos, los tábanos se alimentan del néctar de las flores, si bien las hembras tienen una boca reforzada que les permite picar a caballos, asnos y a otros ganados para alimentarse de sus sangre.

Tábano. Foto Wikipedia.
Esta especie de moscones grandullones y tenaces no suelen, salvo alguna excepción africana, dedicarse al digno ejercicio de la polinización, como hacen las abejas. Y, ya se sabe, decir que es pesado como un tábano no es el mejor elogio que puede hacerse del tacto y la delicadeza social de alguien.
No he conseguido averiguar por qué aquella próspera familia, originaria de Barberino Val d’Elsa, se mereció un escudo heráldico con tres tábanos campando en el blasón. Puede ser que se debiera a algunas hazañas en defensa de la vecina Florencia o en las guerras entre güelfos y gibelinos. No he logrado averiguarlo, pero si alguien, aguijoneado por la curiosidad, descubre la historia de este patronímico, su aporte será más que bienvenido.
En cualquier caso, algo de útil pudieron tener los tábanos con su capacidad de incordio en, por ejemplo, aquellas batallas entre facciones rivales que caracterizaron las luchas dentro y entre las ciudades estado italianas de los últimos siglos de la Baja Edad Media y de los primeros de la Edad Moderna.

Los tábanos de los Barberini. Palazzo Tafani da Barberino. Florencia. Foto Silko. Wikipedia Commons
De hecho, los tres tábanos de aquel antiguo blasón más parecen tener cascos de guerreros que cabezas. Si no fuese porque en su época no se habían inventado, podríamos verlos casi como una escuadrilla de cazas de combate en formación de ataque.
El caso es que, pasados los siglos, empezaron a sentir que con aquel escudo no conseguirían nunca limpiarse el pelo de la dehesa, así que los Tafani, aspirantes a mayores rangos de nobleza, sustituyeron los tábanos por melifluas abejas, justo cuando, ya instalados en Florencia, por ser de Barberino se transformaron en los Barberini.

Escudo de armas de los Barberini. Wikipedia
Y la escuadrilla de agresivos tábanos, transformada en un enjambre de doradas abejas, acabó volando bajo el cielo azul del Lazio. Si visitan el Palacio Barberini en Roma, no dejen de subir y bajar pausadamente por la fascinante escalera que en este lugar nos dejó Borromini. Miren también al alto techo del gran salón para ver volar a las abejas por el enorme fresco de Pietro da Cortona.
Tan alto volaron los que una vez fueron tábanos y ahora eran hábiles abejas que un Barberini se instaló finalmente en el trono de San Pedro con el nombre de Urbano VIII y gobernó los Estados Pontificios entre 1623 y 1644.
Pero no crean ustedes que los genes de los tábanos habían sido sustituidos por el honesto genoma de las abejas. En realidad, su tozudez agresiva acabó transformándose en avaricia devoradora, pues el papa y sus familiares se dedicaron con empeño a desenterrar o mutilar las obras de la antigüedad romana. Tales fueron su destemplanza y sus destrozos, que los romanos acuñaron una frase que lo dice todo:
quod non fecerunt barbari, Barberini fecerunt
«lo que los bárbaros no hicieron, lo hicieron los Barberini»
No obstante, algún recuerdo suyo original ha subsistido en los muros de la Ciudad Eterna: unas abejas en piedra en el friso de Sant’Ivo alla Sapienza, que merecerá la pena que ustedes vean durante la visita que les deseo hagan a Roma.

Abeja de los Barberini en Sant’Ivo alla Sapienza. Roma. Foto R.Puig
Como no podía ser menos, ese monumento es otro regalo de Francesco Borromini (1599-1667).
…
Para acabar, formulemos un deseo: que la abejas consigan no sólo revertir su actual proceso de disminución, sino que aumenten en número para el bien del planeta y de nosotros mismos; que las abejas no se queden en recuerdos esculpidos en piedra o pintados al fresco. Si eso llegase a suceder, es de temer que la especie humana estaría para entonces en camino de convertirse en una serie de rastros antropocénicos, para curiosidad y estudio de los visitantes de otra galaxia más cuerdos que nosotros.

Colmena en el parque de Trädgårdsförenigen. Gotemburgo. Foto R.Puig
No permitamos que desaparezcan su laboriosidad y su hermosura.

Abeja en vuelo. Emma Sjödin. Suecia
Diariamente convivo y disfruto de uno de los dos productos nobles de las abejas, la miel de diferentes procedencias florales, endulzando el café con leche de las mañanas.
Por lo que leo en tu, casi, ensayo estos nobles anlmalillos no se diferencian por su lugar de nacimiento y/o vivienda. No se trata solo de su unión internacionalista sino de su comunión solidaria para no desaparecer por culpa de un feroz localismo. Algo nos enseñan las paqueñas libadoras de polen, sin que ello quiera significar un naturalismo acientífico e imitador acrítico de los comportamientos animales.
Gracias, Javier.
Es cierto, aunque parece que más que la imitación de las abejas en su tenacidad para «arrimar el hombro» a una tarea común, prolifera hoy la entusiasta imitación de los tábanos fatalistas y agresivos.
Por otro lado también hay quienes, como en la escalada de los Barberini, se exhibían como los tábanos del pueblo, predicando desmontarlo todo, y ahora están buscando dejar el mundo de las abejas-gente para acomodarse en el nido confortable de las abejas reina.
Un abrazo