Por las playas de la Marina Alta, donde la pesca de caña y sedal convive con la especulación de plomada y cemento
Dedicado a Rafael Chirbes, escritor y vecino de esta comarca de la Marina Alta, autor de la novela “Crematorio”, en cuyas páginas el parecido con la realidad no es pura coincidencia.
¿Será una lubina?
Los pescadores de caña, ellos y ellas, son parte del paisaje de la Almadraba, la playa familiar de Els Poblets y El Verger, y también de la de Deveses y de otras adyacentes.
He pasado innumerables veces cerca de muchos pacientes vecinos, apostados en la orilla con una o varias cañas de pescar, pero nunca he presenciado una captura. Parece como si lo importante no fuese, como en el atletismo de antaño, ganar sino participar; en este caso contemplar, disfrutar del momento, de la espera, del sonido del mar, del olor del salitre y de la caricia de la brisa.
O, simplemente, ver pasar las nubes.
Ahí están, de mañanita o al atardecer, en familia o en solitario, como parte de un rito comunitario o de una pasión individual y cuando se hace de noche los extremos de las cañas brillan como luciérnagas.
Pasan horas y horas junto a estas aguas donde amarraban sus naves los clientes del alfar romano del siglo II d.C. a menos de cien metros de la orilla. Por cierto, que, tras años de abandono, están restaurando el sitio arqueológico y poniéndolo a punto para que se pueda visitar este verano.
Ellos y ellas, los pescadores de La Almadraba son parte del paisaje, enfrascados en sus especulaciones: ¿habrán picado o será que el sedal se ha enredado en una roca de la escollera?
El Club de Pesca de El Verger celebra hoy desde la madrugada una competición entre sus miembros, desparramados por la orilla. Cada vez que uno captura algo toca la corneta. Acabo de escucharla hace pocos minutos.
Las gentes de los pueblos aledaños a estas playas seguirán viniendo a pescar lo que se pueda y a verse con sus vecinos frente al mar. A poca distancia, los espíritus de los muertos de una necrópolis romana, sepultados bajo los cimientos de una urbanización, pugnan por salir a tomar el fresco. Bajo las aguas de estas orillas duermen los pecios de aquellos tiempos remotos y se oxidan las anclas de las naves romanas que terminaron bruscamente su periplo frente a la desembocadura del que hoy se llama rio Girona.
Ya que, aquí, el Mediterráneo también puede ser muy irascible. La foto la tomé hace dos o tres años, en un invierno muy crudo. Al fondo, se puede apreciar la nieve sobre las cumbres de La Safor.
Otras especulaciones de estas orillas
Hay quien trata de pescar otras cosas, por ejemplo plusvalías.
Se compran viejas casas o chalets, se procede a su demolición y se consigue permiso para edificar a cuatro o cinco alturas, o con un volumen invasivo y obstructivo.
Ni siquiera la crisis del ladrillo ha parado el ímpetu demoledor, aunque en algunos terrenos, de los que se han borrado las antiguas casas, ahora reinan las ranas en los verdosos estanques que antes fueron piscinas.
Algún constructor ha logrado concluir a duras penas y ahora sufre para vender los apartamentos en primera línea de la playa de Deveses.
Claro que, como aquí lo que vale es ver el mar mientras bebes un gin-tonic, a los habitantes del patio trasero, que llevaban ya varias décadas en sus casas, se les regala la vista de las espaldas del flamante complejo, una especie de bunker.
Para los de la «segunda fila» una barrera de cemento se sustituye al mar, como una nueva frontera marítimo-terrestre.
Ni siquiera se ha intentado que la fortificación se abra con un rostro más amigable hacia la visión del Segaria y de las palmeras.
Los pescadores que nunca fallan
Pero dejemos el ladrillo y la plomada y volvamos a la pesca.
Mis vecinos puede que pesquen algo cuando yo no paso por ahí. Un amigo me ha asegurado que él les ha visto llenar de peces sus cubos.
En mi caso, de lo que sí soy testigo es de que hay quien no se va con el buche vacío. Me refiero a nuestros visitantes con plumas…
Los cormoranes no necesitan caña de pescar. Normalmente trabajan en escuadrilla peinando la ensenada de un lado a otro. Aquí los vemos en un momento de reposo sobre el extremo de la escollera norte de la playa de la Almadraba.
Tampoco la garza que de vez en cuando se da un garbeo por nuestra playa frente a la desembocadura del río Girona.
Hola Ramón, un post maravilloso, tus fotos son espectaculares y muestran lo bonito y auténtico, también la pena a la que nos ha llevado esta especulación dramática.
No he leído la novela de Chirbes (la buscaré), sí ví la serie de Canal+
Gracias y un abrazo
Gracias Mercedes,
A pesar de todo, la parte de la Almadraba y otras como la zona de Oliva y aledaños han sido apenas maltratadas, en comparación con lo ocurrido por desgracia en Calpe, por citar un ejemplo de lo que nunca se debería haber hecho.
Es triste que tenga que llegar una crisis como la que está viviendo España para que la furia especulativa se recorte, precisamente por las consecuencias que la misma causó.
Ahora que tanto se reclama el crecimiento, no está de más recordar que hemos tenido un tipo de crecimiento desenfrenado, mal orientado y cegato durante años. ¡Ojalá que cuando vuelva ese crecimiento tan añorado, hayamos aprendido la lección!
Un abrazo
Ramón
Querido Ramón,
Aquí te dejo esta entrevista con Chirbes, que no tiene desperdicio, como todo lo suyo.
http://www.setmanaridirecta.info/noticia/rafael-chirbes-escriure-contrapel
Entresaco esta frase sobre Crematorio: «És un llibre sobre l’estat de la nostra ànima al principi del segle XXI. Almenys això és el que jo volia que fos.»
Querido Joaquim,
Gracias por esta entrevista que me envías. Me hace comprender un poco más a Rafael Chirbes.
Espero que él esté bien y que, no obstante lo que explica, nos traiga otra novela a no mucho tardar.
De todos modos, también lo escritores necesitan tiempos de descanso para restañar las heridas que escribir así, de forma tan sincera e intensa, seguramente te deja.
Por cierto ¿qué hacer con el estado de nuestra alma?
Un abrazo
Ramón
Gran articulo, volvere por aqui. Saludos!
Gracias amigo Yasel,
Veo que me escribe desde la otra orilla del Atlántico y se lo agradezco. Le deseo buenas capturas y buenos alumnos de su curso de pesca de orilla.
Un cordial saludo.
Ramón