Un siglo de la muerte de August Strindberg (14 de mayo de 1912)
De adolescente, yo y un compañero del colegio íbamos en busca del jefe de la clac en algún bar cerca del teatro, a menudo el teatro María Guerrero, para satisfacer nuestra pasión por la dramaturgia, pero sin pagar. Aplaudíamos cuando el jefe arrancaba con los aplausos. El soborno era la entrada gratis a una obra de Buero Vallejo, por ejemplo. No traicionábamos nada, pues siempre había buenos motivos para aplaudir.
Luego la vida te aleja de tu ciudad. Bastantes años más tarde, de nuevo en Madrid, no puedo olvidar una representación histórica, la de “La señorita Julia” de August Strindberg, en el Teatro Español, en idioma original, representada por la compañía del Dramaten de Estocolmo, dirigida por Ingmar Bergman.

Del folleto de La señorita Julia en el Teatro Español Feb.Marzo.1986. Marie Göranzon y Peter Stormare como Jean y Julie
En 1986 estaba empezando a aprender sueco y me preparé concienzudamente con el texto original y la versión española, en la traducción de Francisco J.Uriz (Alianza 1982). Todavía recuerdo la inmensa interpretación de Peter Stormare en el papel de Jean, Marie Göranzon como Julie y Gerthi Kulle como Kristin, en el único espacio de aquella cocina.
Yo no aplaudía ya como uno de la clac. Estaba descubriendo a Strindberg en la soberbia y fiel versión del autor de “Persona”.
August Strindberg (Estocolmo 1849-1912) cambió el teatro. Lo que en su tiempo era una audaz revolución en la definición y psicología de sus personajes, complejos como la vida misma, en la construcción escenográfica y el atrezzo, en el realismo de los diálogos (y de los monólogos), en la dirección de actores, el empleo de la música y el baile, es hoy moneda corriente y a nadie le extraña. Entonces tenían el toque del pionero y del genio.
Yo no soy quien para añadir nada que no esté ya disponible para los lectores interesados. A lo largo de estos últimos meses, el aniversario de su muerte está produciendo en Suecia, artículos, exposiciones (por ejemplo la de Strindberg como excelente fotógrafo) y una serie estupenda en TV, en la que destacados actores dan vida a su accidentada biografía, sueca y europea, a su apasionada, compleja y abrupta relación con las mujeres (se casó y divorció tres veces)
En su propio prólogo a la Señorita Julia (1888) escribió :
…yo no creo en caracteres teatrales simples, de una pieza. Y luego esos juicios sumarios de los autores sobre sus personajes: ése es estúpido, ése es brutal, ése celoso, ése tacaño. Eso sí que debería ser impugnado por los científicos que conocen la riqueza y complejidad del alma humana y saben que el “vicio” tiene un reverso que se parece muchísimo a la virtud.
Traducción de Francisco J.Uriz (August Strindberg, Teatro escogido, Madrid, Alianza Tres, 1982)
Strindberg fue también un activista de la lucha por la emancipación de la clase obrera con sus artículos en los periódicos, en los que acuñó los términos de “underclass” y “overclass” y se definió como socialista, ya desde los años 80 del siglo XIX.
Cuando murió, 60.000 personas siguieron el cortejo fúnebre para aclamarle