Sobre los santos (III): en torno a la canonización como certificado final de santidad (1)

Esta es la morada de Dios con los hombres; Él habitará con ellos y ellos serán su pueblo: Dios en persona estará con ellos y será su Dios. Él enjugará las lágrimas de sus ojos, ya no habrá muerte ni luto ni llanto ni dolor, pues lo de antes ha pasado (Apocalípsis, 21, 3-4)
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En la versión cristiana de la Biblia el peregrinaje de los seres humanos comienza en un paraíso terrenal, el jardín del Edén, de donde son expulsados, y finaliza en la revelación (ἀποκάλυψις) de un lugar utópico (ou-τόπος), es decir que no tiene localización geográfica, un más allá de la Historia.
En la tradición artística cristiana el Paraíso se ha representado, al menos desde que Dante lo viese estratificado según las nueve esferas del firmamento como entonces se concebía, mediante una sucesión de círculos en cuyo centro está el Empíreo, donde reside el Primer Móvil, Dios Uno y Trino, la esencia del Amor que todo lo mueve: L’amor che move il sole e l’altre stelle (Paradiso, XXXIII, v. 145).
Los círculos del cielo son el lugar donde los santos con los ángeles integran, dentro de esta tradición, el grupo de quienes merecen la contemplación eterna de Dios y a quienes la Teología cristiana otorgará la función de ser nuestros intercesores ante Dios, encabezados por la mayor de ellos, la Virgen María.

No obstante, para llegar a santo y como hemos tratado de explicar en las dos entradas precedentes, hay que tener cuidado de que el honor de ser reconocido como tal esté bien justificado. Por ello el Vicariato de Dios sobre la tierra, es decir el Papa y la Santa Sede, han ido aquilatando a lo largo de los siglos un proceso que culmina con la Canonización, y cuyo paso previo es la Beatificación.
Los textos litúrgicos de la canonización son distintos de la beatificación. Además, es el Papa quien actúa en persona. La petición no la formula un obispo individualmente -es decir, el obispo de la diócesis en la que se ha hecho el proceso canónico, que suele ser la del lugar en el que ha muerto el santo- sino «la Santa Madre Iglesia», y, en su nombre, el prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos. El Papa pronuncia la fórmula solemne de la canonización en estos términos: «Para honor de la Santísima Trinidad, para la exaltación de la fe católica y el incremento de la vida cristiana, con la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, y la nuestra, después de haber reflexionado intensamente, y de haber implorado asiduamente el auxilio de Dios, siguiendo el consejo de muchos hermanos nuestros en el episcopado, declaramos y definimos como santo/a el/la beato/a N., y lo/la incluimos en el catálogo de los santos, estableciendo que éste/a ha de ser honrado/a en toda la Iglesia entre los santos con piadosa devoción. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.»
Fuente Catholic.Net
Pero, demos un paso atrás y, puesto que ya habíamos explicado las dos primeras etapas (Siervo de Dios y Venerable), expliquemos la etapa inmediatamente anterior, es decir la Beatificación:
Si el Siervo de Dios es declarado mártir, inmediatamente se convierte en beato, de lo contrario es necesario que se reconozca un milagro, debido a su intercesión. Este evento milagroso es generalmente una curación considerada científicamente inexplicable, juzgada como tal por una Comisión Médica convocada por el Dicasterio para las Causas de los Santos y compuesta por especialistas, tanto creyentes como no creyentes. Importante, para los propósitos del reconocimiento, es que la curación sea completa y duradera, en muchos casos incluso rápida.
Después de esta aprobación, los Cardenales y Obispos miembros del Dicasterio también se pronuncian sobre el milagro y el Santo Padre, si lo considera oportuno, autoriza el Decreto correspondiente. Así el Venerable puede ser beatificado. Después de este anuncio, el beato es inscrito en el calendario litúrgico de su diócesis o familia religiosa, en el aniversario de su muerte o en un día considerado particularmente significativo.
Para que continúe adelante y llegue a la canonización debe atribuirse la intercesión eficaz en un milagro sucesivo a la beatificación. El Postulador tiene la misión de demostrar la santidad del candidato y la labor del Promotor de la fe es hacer la tarea de “abogado del diablo” como suele decirse. Si el Santo Padre lo estima conveniente, emite un decreto por el que se aprueba el milagro y se ordena la beatificación. Tanto en este caso, como si la beatificación es de un mártir, la fecha de la beatificación se decidirá más adelante en un Consistorio de Cardenales. Después de este anuncio, el nuevo beato es inscrito en el calendario litúrgico de su diócesis o familia religiosa, en el aniversario de su muerte o en un día considerado particularmente significativo. Para la ceremonia litúrgica de la beatificación, el Papa suele designar un Cardenal que la realice en su nombre. El 29 de septiembre de 2005, la Congregación para las Causas de los Santos emitió un comunicado en el que indica que la beatificación, siendo un acto pontificio, será realizada por un Cardenal en nombre del Santo Padre, que normalmente será el Prefecto del Dicasterio. De acuerdo con estas normas, el rito tiene lugar en la diócesis que ha promovido la beatificación o en otro lugar considerado idóneo, aunque a petición de los Obispos puede ser en Roma.
Cfr.: Nota 2, páginas 4 y 5
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Canonización

Una vez beatificado el Venerable o el Siervo de Dios para llegar a la canonización se debe hacer un nuevo proceso. El procedimiento para la canonización es similar para los beatos mártires y los beatos por vía de virtudes heroicas y fama de santidad. En la canonización se espera a la intervención de Dios: es decir, lo que se debe probar es que ha habido un milagro atribuible a la intercesión del beato. Por lo tanto, se requiere un milagro para proceder a la canonización de un beato. El milagro debe ser posterior a la beatificación. Si se da un hecho extraordinario que puede ser milagro, se procede de modo similar al milagro anterior a la beatificación: se inicia un proceso de milagro, que es similar al proceso del milagro para la beatificación. Vale por lo tanto todo lo dicho en su lugar.
Una vez terminado el proceso en el que se prueba que ha habido un milagro, el Santo Padre -si lo estima procedente- promulgará el decreto por el que se ordena la canonización, y la fecha se decide en un Consistorio de Cardenales. Por lo tanto, para proceder a la canonización se ha debido probar en juicio que ha habido dos milagros, uno para ser beato y otro ocurrido siendo ya beato para llegar a ser santo. Sin embargo, si el proceso es por vía de martirio, se debe probar sólo un milagro para su canonización.
Cfr.: Nota 2, página 5
Volviendo al ejemplo que estamos siguiendo con la ayuda del Padre Benjamín Crespo S.J., nos vamos a referir a la iglesia del Perú, en la que los santos canonizados han sido hasta el momento cinco, todos ellos confesores.
Los presentamos por orden de la fecha de su canonización que aparece entre paréntesis.
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Santa Rosa de Lima
(1671)

Santa Rosa de Lima, (1586 – 1617), limeña, cuyo nombre de familia era Isabel Flores de Oliva, fue una religiosa peruana de la orden dominicana y la primera mujer canonizada de América, en 1671.
Tras haber dado signos de una intensa precocidad espiritual, a los veinte años tomó el hábito de terciaria dominica, y consagró su vida a la atención de los enfermos y niños y a las prácticas ascéticas, extendiéndose pronto la fama de su santidad.
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «Santa Rosa de Lima», Barcelona, 2004,
Colección Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea,
Nunca estuvo recluida en un convento, pues era terciaria dominica. También es importante saber que su infancia y adolescencia transcurrió en localidad de Quives situada en la cuenca del río Chillón, en la provincia de Canta (departamento de Lima), un pueblo serrano a casi 1000 metros sobre el nivel del mar donde se explotaban minas de plata. Como en otros valles costeros suelen producirse avalanchas e inundaciones, los huaycos de las épocas de lluvias.
Actualmente Quives tiene una economía diversificada, uno de los principales productos es la palta, así mismo Santa Rosa de Quives es uno de los distritos productores de chirimoya, melocotón, guanábana, mango, fresa y pacay. Los campesinos santarrosinos suelen cultivar también brócoli, lechuga, culantro, berenjena, zapallito Italiano, betarragas, cebolla china, maíz morado, etc.
Además crían cabras, vacas y también cuyes; y toros de lidia, pues en ese distrito destaca «la ganadería de pura casta El Molle y la plaza de tienta Santos Hurtado ubicados en el cortijo Fundo Santa Rosa De Quives donde se vive con mucha diversión la fiesta de la tauromaquia». (Fuente: Distrito de Quives. Nota bene: la «palta» es lo que en España se denomina «aguacate»)
Ocupándose de la «etapa oscura» en la biografía de Santa Rosa de Lima, que corresponde precisamente a sus años de infancia y primera adolescencia en Quives, Luis Millones ha procurado arrojar nueva luz mediante la interpretación de algunos sueños que recogen los biógrafos de la santa. Opina Millones que ésa pudo ser la etapa más importante para la formación de su personalidad, no obstante el hecho de que los autores han preferido hacer abstracción del entorno económico y de las experiencias culturales que condicionaron la vida de la familia Flores-Oliva en la sierra, en un asiento minero vinculado al meollo de la producción colonial. Probablemente esa vivencia (la visión cotidiana de los sufrimientos que padecían los trabajadores indios) pudo ser la que dio a Rosa la preocupación por remediar las enfermedades y miserias de quienes creerían luego en su virtud.
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena, Ibidem.
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Santo Toribio de Mogrovejo
(1726)

Santo Toribio de Mogrovejo (1538 – 1606) aunque su familia era oriunda de Mogrovejo en Cantabria, el futuro santo nació en Mayorga un pueblo de la Tierra de Campos vallisoletana, donde la fiesta más importante del año es el 27 de setiembre, precisamente para celebrar la llegada de algunas reliquias del santo desde el Perú, donde, el que a la sazón era notable profesor de Derecho Civil y Eclesiástico, llegó a la entonces considerable edad de 42 años. Había sido ordenado sacerdote tres años antes y consagrado obispo poco antes de embarcarse en setiembre de 1580 en un viaje por mar y tierra que le llevó a Lima el 11 de mayo de 1581 como el nuevo Arzobispo de la Ciudad de los Reyes, sucediendo a Gerónimo de Loayza.
De su intensa labor podemos destacar que como jurista y organizador nato (*) :
Convocó y presidió el III Concilio Limense (1582-1583), al cual asistieron prelados de toda Hispanoamérica, y en el que se trataron asuntos relativos a la evangelización de los indígenas. De esta asamblea se obtuvieron importantes normas de pastoral, como la predicación en las lenguas nativas, para lo cual fue creada una facultad de lenguas nativas en la Universidad de San Marcos y la catequesis a los esclavos negros, así como la impresión del catecismo en castellano, quechua y aimara que se constituirían en los primeros textos impresos en Sudamérica.
Fuente: Wikipedia
Entre los detalles de su vida, al contrario de la afición taurina que hoy es proverbial en Quives, el pueblo natal de Santa Rosa de Lima, y no obstante su onomástico, Santo Toribio :
Fue, además, uno de los eclesiásticos contrarios a las corridas de toros. Mandaba cerrar las ventanas de su casa cuando había corridas en la plaza, que es donde antes se hacían, y prohibió a su familia asistir a ellas. La Iglesia solía oponerse a estas tanto por el peligro de morir sin confesión al que se exponían los hombres combatientes, como por la promiscuidad pecaminosa que existía entre hombres y mujeres en las gradas, que le escandalizaba.
Fuente: Wikipedia

Fue canonizado el 10 de diciembre de 1726 por el papa Benedicto XIII, mediante la Bula Quoniam Spiritus. En Lima se celebra la Solemnidad de Santo Toribio de Mogrovejo el 27 de abril, día de la traslación de sus reliquias desde Zaña, pueblo de la provincia de Chiclayo donde falleció en el tercero de sus viajes pastorales, pues recorría incansable los pueblos de la costa y valles de las laderas andinas del Virreinato del Perú.
Sus restos son venerados en su capilla de la basílica catedral de Lima. (Fuente: Wikipedia)

(*) Precisamente el nombre Toribio procede del griego «θορυβος» (thoribios), que es un atributo que en griego clásico significa «ruidoso», para caracterizar a alguien dinámico que se hace notar.
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San Francisco Solano
(1726)

San Francisco Solano (1549-1610) era natural de Montilla, provincia de Córdoba en España y franciscano. Desembarcó en el Perú en 1589, donde le precedía su fama de taumaturgo y, tras atravesar los Andes por Ayacucho, Cuzco, Potosí y Salta hasta su destino de misionero en Tucumán, desarrolló una labor pastoral ingente ayudado por su destreza con los instrumentos de cuerda y sus cantos, llegando siempre a pie hasta el Chaco paraguayo y el actual Uruguay.
Los superiores le llamaron a Lima en 1595 donde predicó incansable con el tañido de su rabel, aunque se le represente con un violín.
Fue canonizado en 1726 y es el patrón de Montilla, municipio en que se celebra también su día el 14 de julio mediante la feria local. La Parroquia de San Francisco Solano se construyó en el lugar de la antigua casa en la que nació. También es patrón de Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Perú.
La primera biografía que he encontrado es de 1643 obra del fraile limeño Diego de Córdoba y Salinas. Ver la referencia completa en nota (4). Obra que fue compuesta para «recoger por escrito los datos necesarios para emprender la beatificación del famoso franciscano, al que se le adjudicaban importantes milagros en el Perú y que mantuvo hasta su muerte (1610) una estrecha relación con la familia Salinas y Córdoba» como se escribe en el perfil del autor de la obra publicado por la Real Academia de la Historia.

Notas:
(1) Jean Habert, Lucia Marabini (eds.) y AA.VV. Tintoretto El Paraíso. Un concurso para el palacio de los Dux, Catálogo de la exposición sucesivamente en los museos de El Louvre, Thyssen-Bornemitzan y Musei Civici, París, Madrid, Venecia, 9 de febrero a 30 de noviembre 2006, 183 págs.
(2) Benjamín Crespo, S.J. Pasos hacia la santidad: las fases y etapas de los procesos de beatificación y canonización (con anexo relativo a la Iglesia del Perú), Roma, julio del 2023.
(3) María Cristina Serventi, En torno a un retrato de Santo Toribio de Mogrovejo, Arzobispo de Lima, en el Museo nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, Jornadas de la Facultad de Filosofía y Letras – Universidad de Buenos Aires, sin fecha, 17 páginas.
(4) Diego de Córdoba y Salinas natural de la misma ciudad de Lima, Vida, virtudes y milagros del apóstol del Perú, el venerable p,e Fray Francisco Solano de la Seráfica Orden de los Minores de la regular observancia, patrón de la ciudad de Lima, Madrid Imprenta Real1643, 15 capítulos. 683 páginas. Google Book Search, formato epub: Enlace.
Detalle de la página 678 del libro (*)


Ramón. Me has puesto a pensar e indagar en estos lares esa tendencia a santificar personajes, algunos folclóricos, otros para obrar en el vacío de las regiones colonizadas por la iglesia donde se hace ungente el santo vecino. Recuerdo los casos del peruano Martín de Porres y en venezuela el médico Juan Gregorio Hernandez de quien se han apropiado varias tribus y algunas sectas. Hasta lo han proclamado el decano de la primera facultad de ciencias de la salud con educación a distancia. (Desescolarizada dicen otros)