Rompeolas

El siete de noviembre de 1936 escribió Antonio Machado un cuarteto dedicado a Madrid como ciudad heroica, llamándola en su segundo verso «rompeolas de todas las Españas».(*) Muchos años han transcurrido desde aquella guerra fratricida que está en el origen de esa analogía del poeta entre mi ciudad natal y los diques que suele haber en los puertos para resguardarlos de las tempestades del mar.
Casi 86 años después de que nuestro poeta, cuya obra obra sigue recogiendo el aprecio y la admiración de los españoles sin distinción de ideas políticas, formulase esta metáfora, hay otro dique que merecería que los europeos, sin distinción de países o ideología, lo considerásemos el rompeolas de todas las Europas.
Este baluarte es el pueblo ucraniano, es Ucrania.
Por desgracia, dicha forma de entender lo que está haciendo los ucranianos por Europa, su lucha contra la agresión de la dictadura que impera en Rusia, no concita las unanimidades, a pesar de las evidencias y de las revelaciones crecientes de los crímenes de guerra, de las atrocidades del ejército de Putin con su camarilla en su escalada de barbarie en barbarie.
A mi modo de ver la olvidadiza memoria, consciente o inconsciente, de lo sufrido por Europa en el transcurso de un siglo, explica algo que haya quienes siguen tratando con comprensión, hasta haciendo carantoñas al agresor e incluso votando en la ONU para exculparle.

Los que así proceden entierran la memoria de los horrores que Europa vivió por no haber reaccionado a tiempo, por haber creído en los acuerdos con los dictadores de la época y no haber sabido prevenir sus invasiones y ocupaciones totalitarias.
No soy historiador, no soy un experto politólogo, no soy un estratega, no soy tantas cosas que la mayoría de los ciudadanos no somos. Pero soy europeo y pienso y veo a la Rusia de hoy, gobernada por un dictador, repitiendo las mismas tácticas, fabricando las mismas mentiras, infringiendo los acuerdos y las convenciones internacionales y creando muerte y destrucción, en aras de un nacionalismo criminal, análogo al que enfebrecía a Hitler y a Stalin.
Me inquieta que haya incluso gobiernos que están representados en las Naciones Unidas, como firmantes de su Carta y sus convenciones, incluso miembros del Consejo de Europa, incluso integrantes de la Unión Europea, varios de ellos naciones democráticas, así como no pocos ciudadanos de esos países, que siguen abogando por «comprender» a Putin y concederle un armisticio que acepte el desmembramiento de Ucrania por la fuerza y el chantaje de las armas.
Eso me trae ecos de los acuerdos, conferencias, declaraciones y compromisos internacionales violados por aquellos dos dictadores, uno nazi y otro comunista, con la consecuencias espantosas que todo ello acarreo a Europa y al mundo en general durante largas décadas.
Resumo sólo algo de aquello que se olvida (historia de lo ya visto) cuando se condesciende con Putin:

Y me declaro a favor de la libertad e integridad de Ucrania y por todo el apoyo que se le pueda prestar para garantizarlo. Ucrania es hoy el rompeolas de todas las Europas y de la dignidad democrática de quienes somos deudores a los ucranianos por lo que están haciendo para defenderse y defendernos de la barbarie rediviva. (**)
NOTAS
(*)
Madrid, Madrid, ¡qué bien tu nombre suena
rompeolas de todas las Españas!
La tierra se desgarra, el cielo truena,
tú sonríes con plomo en las entrañas.
(**)
Cuando digo «todas las Europas», me refiero a todos los pueblos que se guían por los principios humanos y políticos de la Ilustración y la Democracia, que si bien se gestaron trabajosamente y durante siglos en Europa, crecieron y se extendieron por el mundo allá donde se comparte la defensa de la libertad, dignidad e igualdad de derechos para todos los seres humanos.
En niveles mucho menos decisivos para el mundo también en nuestros escenarios latinoamericanos se viven tensiones geopolíticas en las que libertad y dictadura son más que simples palabras como tal vez pensábamos hace unos cuarenta años.
En Latinoamérica hubo tensiones mundiales decisivas cuando Kennedy y Kruschev jugaron al poker con Cuba. Hoy sin embargo parecen más bien regionales, aunque graves como bien dices lo son, pues afectan a millones de personas oscilando entre libertad y viejas y nuevas dictaduras. Pero nunca se sabe cuando puede «saltar la liebre» y un conflicto regional pueda traer secuelas mundiales.