Solsticio con can

Nunca he tenido un perro y no está en mis planes introducir uno en mi currículo, pero confieso que durante la tarde del midsommar, con unos amigos que nos invitaron a compartir su velada en este comienzo del solsticio de verano, he entendido por qué hay quienes tienen alguno; en este caso no cualquier can, sino un perro de aguas español.
Ese nombre que al parecer se da a estos perros procedentes de España y Portugal, se justifica por sus virtudes para la pesca, así como para la caza y el pastoreo. Nuestros amigos tienen uno que se llama Jackson. Este inteligente can nos acompañó durante el tradicional paseo entre la comida y la cena del midsommar. Disfrutamos así de un largo volteo por el distrito de Fiskebäck («corriente donde se pesca») en la costa del sur de la comuna de Gotemburgo.

Durante el tradicional y frugal almuerzo, «el mejor amigo» de nuestros amigos estaba tranquilamente esperando que alguien le lanzase el frisbi para correr incansable en su búsqueda entre los árboles, rocas y arbustos que rodean la casa.

La tarde, que había comenzado bajo un cielo encapotado y amenazando lluvia, se abrió sin vientos, azul y esplendorosa, invitando al paseo.

El distrito cuenta con varias ensenadas, a las que se llega paseando entre praderas. Los árboles testimonian con sus posturas de que los vientos de la Costa Oeste de Suecia no siempre ofrecen tardes tan calmadas y soleadas como la que nos brindó este primer viernes del solsticio de verano.
La tradición demanda que se recojan flores silvestres, al menos siete, para la corona de midsommar.

En una de las ensenadas, las gentes brindaban al borde del agua, rodeados de embarcaderos y agradecidos por la luz benigna que nos trajo este soleado día.

No muy lejos, los patos canadienses, pacíficos invasores, navegaban por las ramificaciones de esta recortada costa, por las que el mar se adentra entre los campos.

Jackson no perdía el tiempo, ya no corriendo en busca del frisbi, sino nadando encantado para rescatar una pelota de tenis de las aguas,

En la zona, como en tantas áreas rurales de Suecia, no faltan los establecimientos hípicos.

Suavemente la tarde discurría avecinando la hora de la tardía cena…

Y yo, con esta imagen del crepúsculo de ese día, me voy despidiendo, deseándoles a todos un verano favorable….

Jackson a su manera también les dice ¡adios!

Qué bucólico lugar Ramón! A Virgilio le encantarían tus fotos.
Gracias, Germán. ¡Cuando queráis sois bienvenidos para un garbeo («chateo» escandinavo incluido)!
Creo que Jakson expresa la sorpresa no solo de Mafalda sino la mía, como te lo he dicho muchas veces, de descubrir un mundo y un pueblo tan perfecto como Suecia, su historia, su arte y, por supuesto, sus rincones tan exquisitos y absolutamente turísticos tanto en tierra como sobre todo en el mar
Es una buena explicación poética la tuya, pero no olvidemos que Jackson es un «perro de aguas» ibérico de bondadosos y serviciales genes hispano-portugueses.