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Del bermejo y del verde

26 abril, 2020
Veinte de abril. 20:45 h. Foto R.Puig

Veinte de abril. 20:45 h. Foto R.Puig

Bermejo

En la Antigüedad se extraía el color rojo bermejo –equivalente al bermellón que se dice en pintura y que procede del francés (vermillon)- de un insecto o vermiculus  parecido a la cochinilla, también llamado quermes.

El pigmento bermejo era pues raro y preciado y señal de alto linaje, por lo que los nobles llevaban calzas bermejas.

Los atardeceres bermejos de la playa de la Almadraba son como un baño de nobleza a disposición de todas las almas voladoras, un espaldarazo a disposición de todos, sin distinción de nobles o plebeyos. Son tardes rubescentes que nuestra imaginación cabalga en busca de algún santo grial.

Veinte de abril.20 45 h. Foto R.Puig

Veinte de abril.20 45 h. Foto R.Puig

El cielo y sus nubes están teñidos, como esos mantos centrales en muchos cuadros de Pedro Pablo Rubens (cuyo apellido en latín significa bermejo), de colores erubescentes, como si la tarde se retirase con su rostro velado de pudor (tum rubescere pudore) a la manera del oro que con el fuego enrojece.

Rubens. Adoración de los Magos. Detalle. Museo del Prado

Rubens. Adoración de los Magos. Detalle. Museo del Prado

Erasmo comentaba en uno de sus adagios que al pudor le acompaña el rubor y al miedo la palidez : tum rubescere pudore, tum metu pallescere  (*).

  Erubescens. Foto R.Puig

Esas nubes y las corrientes que las arrastran me lleva también a otra corriente lejana que nace en Bolivia y discurre por el Chaco argentino hasta desembocar en el río Paraguay. Me refiero al único río en el mundo (que yo sepa) que se llama como Rubens y hace legendaria a una ciudad que se inunda de forma periódica a sus orillas : Puerto Bermejo (nuevo)

El río Bermejo. Argentina.Foto Agencia Télam.

El río Bermejo. Argentina.Foto Agencia Télam.

Algunos sólo hemos soñado aquellas inmensidades de la Cuenca del Plata, inervadas por las corrientes de ríos anchurosos que ya cerca del Atlántico, arracimados se hacen mar.

La ciudad perdida de Puerto Bermejo estaba ubicada a cien kilómetros de Resistencia, a orillas del río Paraguay. Era una ciudad llena de gracia, que en su momento hasta fue la segunda en importancia del Chaco. Aquella esplendorosa urbe yace hoy en el fondo del citado río, cubierta de agua, de yuyos y malezas. La historia del Macondo de Cien años de soledad se repitió en Puerto Bermejo, donde sólo queda en pie el viejo cementerio que, curiosamente, es el único lugar que se niega a morir.

(Fuente www.perfil.com).

A finales del siglo XIX se asentaron en aquellas orillas los primeros pobladores argentinos, previo permiso de los caciques indígenas que desde siglos las regentaban. Debe producir una sensación especial bogar por primera vez por esas aguas bermejas.

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Verde

Por las orillas del Río Girona que alimenta desde milenios la orilla pedregosa de mi playa, como por otros valles de la Marina Alta, han comenzado a abrirse los pimpollos de olivo y el polen de sus flores a volar.

También eclosionan los verdes olivos por muchas comarcas de España.

Olivo fecundo. Foto Ramón Bermúdez Cañete

Olivo fecundo. Foto Ramón Bermúdez Cañete

De Andalucía, un querido amigo y compañero de mis años de colegio, que vive entre olivares cordobeses y para ser exactos en tierras de Cabra (donde nació mi abuela paterna), me ha enviado tres fotos de sus olivos.

Trama antes de abrir la flor. Foto Ramón Bermúdez Cañete

Trama antes de abrir la flor. Foto Ramón Bermúdez Cañete

El olivo echa la trama,

y la trama, la aceituna;

eres hombre de dos caras;

yo, mujer, y tengo una.

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 Cancionero popular de Priego (Poesía cordobesa de cante y baile), por Enrique Alcalá Ortiz, Priego de Córdoba, t. I, 1984, y t. II, 1986.

Flor del olivo. Foto Ramón Bermúdez Cañete

Flor del olivo. Foto Ramón Bermúdez Cañete

Olivares, Dios os dé
los eneros
de aguaceros,
los agostos de agua al pie,
los vientos primaverales,
vuestras flores racimadas;
y las lluvias otoñales
vuestras olivas moradas.

Antonio Machado, del poema “Los olivos” en Campos de Castilla (1907-1917)

Pasarán la cuarentenas, pasaremos todos y los añosos olivos seguirán floreciendo y las aceitunas vareándose…


(*) Adagio III, V, 90. Semel rubidus ac decies pallidus  («Rojo una vez, diez veces pálido»).

4 comentarios leave one →
  1. 26 abril, 2020 20:48

    Muy culta y bonita la referencia al bermellón, Ramón. Gracias por tus poéticos escritos sobre el olivar, su color, poesia y refranes. Genial!!!!!

  2. 26 abril, 2020 23:30

    Gracias, Ramón, por tus estupendas fotos y por tu aprecio.

  3. 27 abril, 2020 02:11

    No le ví pinta de olivo a ninguna de las ramas y fotos. Vivo a un paso del Olivar de San Isidro y reconozco que nunca había visto la flor del Olivo. Y no puedo dejar de comentar que en el Perú tenemos a Pucalpa (puka_rojo, allpa_tierra, en quechua) y me gusta advertir que en el Far West pasa lo mismo con Okla-homa.

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