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Un libro no es una cosa

18 marzo, 2018
El libro aguarda. Foto R.Puig

Libro a la espera de su lector. Foto R. Puig

 

En memoria de José Luis Rouillon Arróspide

He terminado de leer un clásico de la crítica literaria francesa y he pensado que vale la pena extraer de su parte final (dedicada a la fenomenología de la lectura y más en particular al libro como lugar de una transmutación de la conciencia) algunas textos de su autor, el crítico literario belga Georges Poulet (1902 – 1991).

Era a mitad de los años 60 cuando nuestro profesor de Literatura en el Instituto de Humanidades Clásicas de Lima, el peruano José Luis Rouillon Arróspide S.J. (1928 –  2001), nos introducía en el análisis sobre el tiempo y el espacio literarios en particular en la obra de Marcel Proust, a partir de los primeros estudios del crítico belga.

Sirvan estas citas al elogio del libro y como recuerdo agradecido de aquellas lecciones lejanas que me abrieron el camino a muchísimas horas de enriquecedoras lecturas.

En una habitación vacía, encima de una mesa, un libro espera a su lector. Me parece que esta es la situación inicial de toda obra literaria. Antes de que alguien se ponga a leerla, hay sólo un objeto de papel que, simplemente, por su presencia inerte en un lugar cualquiera, afirma su existencia de objeto. De este modo, sobre los anaqueles de las bibliotecas, en las vitrinas de las librerías, los libros aguardan a que alguien venga a librarles de su materialidad, de su inmovilidad.

¿De verdad esperan, acechan la venida del que producirá en ellos el gran cambio que sabemos? Es poco probable. Todo lo que podemos afirmar es que antes de la llegada de su lector, los libros permanecen en el lugar y en el estado en que están. Sin duda no conocen la dolorosa brega del alma devorada por el deseo de un acontecimiento que la transforme. Mala suerte, parece que los libros desconocen las angustias de la espera. Como todo objeto material, han de estar satisfechos de su situación.

Sin embargo, esta indiferencia no acaba de convencerme del todo. Cuando veo los libros sobre las estanterías, los comparo a esos animales colocados por los comerciantes  en pequeñas jaulas, que ponen su esperanza en que un comprador los elija.

(,,,)

¿No sucede algo parecido con los libros? Encerrados en sí mismos, ignorados, en actitud humilde, permanecen en su sitio ofreciéndose, hasta ese momento en que un lector se interesa por ellos. ¿Saben que podrá conferirles otra forma de existencia? Se diría que en ellos brilla a veces la esperanza. ¡Léeme! parecen decirnos. Malamente resisto a su demanda. No, los libros no son como los otros objetos.

George Poulet, «La conscience critique», Paris. Librairie José Corti, 1971, pp. 275 y 276

El libro aguarda. Foto R.Puig

El libro se ofrece. Foto R.Puig

Comprad un jarrón y ponedlo en casa encima de una mesa o de la chimenea, al cabo de un rato se habrá dejado domesticar por la mirada. Se habrá convertido en un huésped habitual de vuestro aposento. Pero no por eso dejará de ser un jarrón. Por el contrario, si tomáis un libro, le veréis ofrecerse, abrirse. Es esta apertura del libro la que me parece algo excepcional e importante. El libro no se encierra en sus propios contornos, no se instala como en un fortín. Aunque existe en sí mismo, no pide nada mejor que existir fuera de sí o que permitiros existir en él. En pocas palabras, lo que en su caso es extraordinario es que entre vosotros y él caen las barreras. Estáis en él, él está en vosotros, ya no hay más fuera ni dentro.

Ibidem, pp. 276 y 277

El libro se abre. Foto R. Puig

El libro se abre. Foto R. Puig

Como decía antes, es lo mismo que ocurre cuando se compra un pájaro, un perro o un gato; le veremos metamorfosearse en un amigo. De la misma manera, amar mis libros quiere decir que los reconozco como seres susceptibles de devolverme algo del afecto que les tengo.

(…)

Un libro está ahí, espera en una habitación vacía. Ahora bien, he aquí que alguien entra, yo por ejemplo, que hojeo el libro y me pongo a leerlo. Entonces, en ese momento preciso, veo que del objeto abierto ante mis ojos sale una cantidad de palabras, de imágenes, de ideas. Mi pensamiento se las apropia. Me doy cuenta de que lo que tengo en la mano no es ya un puro objeto, ni siquiera un simple ser viviente, sino que es un ser dotado de razón, una conciencia : conciencia de los demás, no diferente de la que supongo automáticamente en todos los seres humanos que encuentro; pero que en este caso especial se me presenta abierta, me permite que adentre mi mirada en su interior mismo, que me permite incluso -privilegio inusitado- pensar lo que ella piensa y sentir lo que siente.

Ibidem, pág. 277

El libro espera. Foto R.Puig

Porque el libro ha dejado de ser una realidad material. Se ha transmutado en una serie de signos que comienzan a existir por cuenta propia. ¿Dónde tiene lugar esta nueva existencia? Ciertamente no en el objeto de papel, seguramente tampoco en algún otro sitio del espacio exterior. Sólo queda un lugar posible para la existencia de los signos : mi fuero interior.

(…)

¿Cómo ha podido suceder? ¿Por qué procedimiento, gracias a qué intercesión? ¿Cómo he podido yo abrir tan completamente mi pensamiento a eso que de ordinario está excluido? ¿Cómo he podido penetrar con tanta facilidad en el interior de un pensamiento que la mayor parte del tiempo me está vedado? No lo sé. Sólo sé que, leyendo, percibo en mi mente multitud de ideas que se han instalado como en su casa. Sin duda aún son objetos : imágenes, nociones, palabras, y no obstante objetos de mi pensamiento.

(…)

El libro, como el jarrón, como una estatua, como una mesa, era un objeto entre los otros habitantes del mundo exterior : un mundo que de costumbre ocupan, juntos o yendo cada uno a lo suyo, sin que tengan ninguna necesidad de ser pensados por mi pensamiento; mientras que en el mundo interior donde, como los peces en el acuario, se desenvuelven palabras, imágenes e ideas, estas entidades mentales necesitan para existir del alojamiento que yo les procuro y que depende de mi conciencia.

Ibidem, pág. 278

El libro se abre. Foto R.Puig

«objetos de mi pensamiento». Foto R. Puig

Ahí reside la notable transformación que la lectura opera en mí…

…soy alguien que llega a tener por objeto de sus propios pensamientos unos pensamientos extraídos de un libro que leo y que son las cogitaciones de otro. Son de otro y sin embargo soy yo el sujeto de ellas.

Pienso el pensamiento ajeno. Cierto que no tendría nada de sorprendente si pensase ese pensamiento como el de otro. Pero lo pienso como mío.

Soy el sujeto de pensamientos que no son míos. Mi conciencia se comporta como la conciencia de otro que no soy yo.

Ibidem, pág. 280

(,,,)

La obra se vive en mí. En cierto sentido se piensa, se significa ella misma en mí.

Esta extraña suplantación de yo mismo por la obra merece ser estudiada con más detenimiento…

Ibidem, pág. 285

A partir de aquí, Georges Poulet dedica las treinta páginas finales de su libro a terminar de definir su fenomenología de la conciencia crítica. La obra concluye con una concisa definición de la crítica literaria: 

toda crítica es inicialmente y fundamentalmente una crítica de la conciencia


Nota: La traducción de estos textos es mía, pero existe una versión española de la obra publicada bajo el título La conciencia crítica: de Madame de Staël a Barthes (Madrid, Editorial Machado, 1997)


 

Obras de José Luis Rouillon Arróspide

José Luis Rouillon

Anuario Jesuitas del Perú 2005

De la Estera al Ladrillo, Multimedia, Lima 1968

Una serie de cortometrajes producidos a lo largo de los años 70 centrados en la infancia de José María Arguedas : La fuga, El ayllu o Viseca, El arpa, Los cerros, y Juliucha el charanguero. Estas películas se conservan en el archivo que lleva el nombre del escritor, en la Biblioteca Central de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PCUP).

Edición de Cuentos olvidados y notas críticas a la obra de José María Arguedas, Lima. Imágenes y letras, 1973

Las formas fugaces de José María Eguren, Lima. Imágenes y Letras, 1974

José María Arguedas : realidad y mito, en colaboración con Luis Peirano Falconi, Vídeo documental, Lima, 1975

Aguarunas, 16mm Duración 12 minutos. Dirección y Montaje José Luis Rouillón. Producción: Lima,  CETUC (Centro de Teleducación) de la Universidad Católica (PUCP), 1976

José María Arguedas y la religión,  Rouillon Arróspide, José Luis. Lima 1978

Un Clarín en la noche (FILM): José Luis Rouillón. Guión: José Luis Rouillón y Tito Cacho. Prod.: Huellas S.A. Int.: Tito Cacho, Manuel Rodríguez, Américo Valdez, Jenny Rodríguez, Rosario Rouillón. Foto: Jorge Grundmann (color). Sonido: Edgar Lostaunau. Edición: Eva Grundmann. Música: Celso Garrido Lecca, Enrique Iturriaga. Prod. Ejec: J. Mohrbutter. Dir. Artística: Mario Pozzi Escot. Duración: 64 minutos, febrero 1983

Siete ensayos sobre la violencia en el Perú, Rouillón Arróspide, José Luis., Rubio Correa, Marcial., MacGregor Rolino, Felipe E. Lima Fundación Friedrich Ebert : Asociación Peruana de Estudios e Investigaciones para la Paz – APEP 1989

Edición de Sílex del divino amor de Antonio Ruiz de Montoya, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial, 1991

Traducción y edición del El pórtico del misterio de la segunda virtud, de Charles Péguy, Madrid, Ed. Encuentro, 1991

Winternitz: el arte hecho teología, Rouillon Arróspide José Luis. Lima 1993

Antonio Ruiz de Montoya y las reducciones del Paraguay, Asunción, Centro de Estudios Paraguayos «Antonio Guasch», 1997

Vida de Antonio Ruiz de Montoya, Lima, Escuela Superior de Pedagogía, Filosofía y Letras «Antonio Ruiz de Montoya», 2001

Historia de la Universidad (Antonio Ruiz de Montoya), Escuela Superior «Antonio Ruiz de Montoya», 2001

Traducción y edición de Hermano Francisco de Julien Green, Santander, Sal Terrae, 2002

Traducción y edición del drama Los tres misterios de Charles Péguy, en colaboración con Javier del Prado, Manuel Pecellín Lancharro y María Badiola Dorronsoro, Madrid Ed. Encuentro, 2008

José Luis Rouillon dirigió también en los años 70 una serie de cortos centrados en la infancia de José María Arguedas : La fuga, El ayllu o Viseca, El arpa, Los cerros, y Juliucha el charanguero. Estas películas se conservan en el archivo que lleva el nombre del escritor, en la Biblioteca Central de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PCUP).

Asimismo hay un texto destacado de José Luis Rouillon en el libro Memorias y otros textos (Lima, Fondo Editorial PCUP, 2013) dedicado a su amigo Adolfo C. Winternitz, (Viena, 1906 – Lima, 1993), reconocido pintor y vitralista austriaco-peruano que fue fundador de la actual Facultad de Arte de la PUCP.

 

 

 

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