El pintor que pintaba iglesias

Creación del firmamento. Cristoforo Orimina. «Hamilton Bible». S.XIV. Berlin Kupferstichkabinett
Para Margaretha y Tomas
Pintar tiene algo de usurpación de los poderes divinos, sobre todo cuando se pinta la obra que a Dios se le atribuye en exclusiva. Si además se ilustran los muros y bóvedas de un templo y las imágenes se convierten en objeto de culto, tal acto puede ser juzgado como una profanación. En el Islam no se autoriza la reproducción de seres vivientes en lugares de culto o como objeto de veneración, y en Europa, por motivos parecidos, los reformadores hicieron encalar los murales y frescos de no pocas iglesias. También en Suecia. Pero, como era más complicado hacer lo propio con las bóvedas, las pinturas de los concienzudos artistas que a finales de la Edad Media las cubrieron de escenas de la Historia Sagrada no se taparon, y las de los muros, que sí fueron cubiertas de cal, se limpiaron durante el siglo XIX y XX, aunque con acierto desigual.
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Iglesia de Härkeberga. Foto R.Puig
Por fuera, la iglesia de Härkeberga, como tantas otras iglesias medievales de Suecia, ni ofrece novedades ni permite sospechar que alberga una obra sorprendente, la del taller de Albertus Pictor (c.1440-c.1509), un notable empresario artístico cuya firma se encuentra en más de 25 decoraciones de templos medievales en las cuatro regiones de la Suecia oriental que circundan el lago Mälaren (Estocolmo Södermanland, Uppland y Vätmanland.
Albrekt Pärlstickare (el bordador de perlas) o Albertus Immenhusen, por el nombre de su ciudad alemana de nacimiento, hoy Immenhausen, debió de llegar a Suecia hacia 1460 con su bagaje de artesano del bordado con perlas, probablemente adquirido durante su adolescencia en algún taller alemán. Pudo ser en Danzig (hoy Gdansk en Polonia), que con Brandenburgo era uno de los centros del arte textil en la Alemania de la Edad Media. No es raro que desde allí quisiese probar suerte en Suecia, en las costas de la otra ribera báltica.
El bordado de perlas iba aparejado a la industria de los tejidos más lujosos y sofisticados.

Van der Weyden, detalle del tapiz de las justicias de Trajano y Herkenbald. Museo de Historia de Berna.
En los talleres que los tejían y bordaban para un mundo de cortes palaciegas o de ceremoniales eclesiásticos la influencia de la pintura y la tapicería flamencas, así como de los códices miniados y sus elementos decorativos vegetales, era notoria. Los artesanos de la industria textil de los Países Bajos del Sur llenaban el fondo de sus escenas de motivos florales de carácter simbólico.

Tapicería del Apocalipsis de Jean de Bruges. s.XIV. Detalle. Chateau d’Angers
Flores de carácter emblemático o heráldico, como por ejemplo la Potentilla reptans, rosacea de cinco pétalos, símbolo medieval de los cinco sentidos, la llamada cinquefoil en francés medieval, que desde el siglo XI fue el símbolo del linaje normando de los Beaumont condes de Leicester y hoy emblema de la ciudad

Cinquefoil. Leicester
Pero si esta flor aludía a los cinco sentidos, los seis pétalos de otras flores que aparecen en los tejidos representados en la tapicería de La Dama del Unicornio simbolizaban un sexto y misterioso sentido, que algunos historiadores de arte han interpretado como el sentido del deseo.

El sentido del oído. Tapiz de la Dama del unicornio. Museo de Cluny. Foto Michel Urtado
Los motivos florales con los que los artistas «rellenaban» en Suecia los trasfondos de sus pinturas de templos eran parientes pobres de una tradición centroeuropea con más medios. Las motivos de seis pétalos de Albertus Pictor proceden plausiblemente de su aprendizaje de artista del textil.

Iglesia de Härkeberga. La rueda de la fortuna. Albertus Pictor. Hacia 1480. Foto R.Puig
Si a eso se añaden las formas de la iconografía gótica alemana, ya tenemos algunos elementos interesantes para entender el género de pintura que el bordador Albertus Pictor supo practicar como fuente estival de ingresos, para ganarse la vida en la Suecia del siglo XV. Por otro lado, en la obra que él firmó se produce un salto cualitativo en la expresividad de los rostros y el dibujo de las figuras, el contexto y los objetos, así como la imaginación de las criaturas salidas de su catálogo fantástico. Es así como ganó clientes y se consolidó su fama.

Härkeberga. Elías en el carro de fuego. Albertus Pictor. Hacia 1480. Foto R.Puig

Härkeberga. Diablo irritado contra Abel. Albertus Pictor. Hacia 1480. Foto Tord Harlin
Ni siquiera olvidó los rasgos fisiognómicos de los pérfidos judíos, tan extendidos en el arte de la Europa medieval, hasta el extremo de caracterizar con ellos al hipócrita Caín en el trance de responder con sarcasmo a Dios sobre el paradero de su hermano, cuando aún faltaba tantísimo para la aparición del pueblo de Israel sobre la tierra. La razón es que, para la interpretación agustiniana de las alegorías veterotestamentarias, Caín es prefiguración de Judas y Abel de Cristo. Es de notar el detalle de la quijada de asno, el arma homicida que lleva aún en la mano izquierda.

Donde está tu hermano. Foto Tord Harlin
Además, todos los historiadores del arte suecos que han examinado la obra pictórica del alemán nacionalizado sueco, coinciden en la opinión de que este joven emprendedor llevaba en su equipaje la Biblia Pauperum en una de las primeras ediciones xilográficas, que se hicieron populares gracias a la invención de la imprenta.

José arrojado en el pozo. Biblia pauperum. Segunda mitad del s.XV

Iglesia de Härkeberga. José arrojado en el pozo. Albertus Pictor. Hacia 1480. Foto Tord Harlin
Son muchas las analogías que confortan esta hipótesis. Por ejemplo la de José arrojado al pozo seco por sus hermanos, prefiguración de Cristo enterrado a causa de una traición de alguien cercano, o la de Jonás que pasó tres días y tres noches en el vientre de la ballena, como las que permaneció Jesús en la tumba antes de resucitar. En efecto, la Biblia pauperum, prácticamente sin textos (salvo las leyendas escritas sobre banderolas) y sólo con las asociaciones gráficas de escenas de la vida de personajes veterotestamentarios con las de la vida de Cristo, seguía, como hemos señalado antes, la interpretación agustiniana del Antiguo Testamento como alegoría profética del Nuevo.

Jonás arrojado al mar. Biblia pauperum. Mediados del s.XV

Härkeberga. La aventura de Jonás y la ballena. Albertus Pictor. Hacia 1480. Foto R.Puig
La diferencia es que Albertus Pictor logró superar en pocos años, en sus pinturas de las bóvedas y los muros de los templos, en las expresiones y actitudes de sus personajes, en el movimiento de los pliegues de los tejidos y en la gracia del detalle y la decoración de los tejidos, no sólo al incunable xilógráfico que pudo traer consigo, sino también al Maestro Peter con el que parece comenzó su carrera de pintor de iglesias.

Härkeberga. El milagro de la misa de San Gregorio. Albertus Pictor. Hacia 1480. Foto R.Puig
Y, según se ha escrito, inició en Suecia una costumbre aprendida de los modelos flamencos, la de introducir su autorretrato en la escena, en concreto en esta de la misa de San Gregorio, donde el pintor sería el personaje de la derecha arrodillado ante el altar.

Härkeberga. Autorretrato de Albertus Pictor. Hacia 1480
Lo había hecho antes en la iglesia de Lid en la región de Södermanland.

Albertus Pictor. Autorretrato en la iglesia de Lid.
En 1473 el artista es ya un habitante importante de Estocolmo, propietario respetado no sólo de su vivienda y otros inmuebles, sino también del taller y de la clientela de un tal Johan Målare (Pintor) bien asentado en la ciudad, recientemente fallecido y que ya estuvo en situación de comprar. Según dicen las crónicas la joven viuda era una «viuda conservada». Alberto se casó con ella.
En el taller de Albertus Pictor no sólo se bordan con perlas lujosos mantos sino que, con sus aprendices y oficiales, además de decorar los templos recibe incluso encargos de retablos. Del mismo modo que otros de la Europa de entonces, el artista no era un individuo a solas con su propio genio, se trataba de un completa empresa, una factoría activa en campos diversos del negocio del arte y de la artesanía.
El color de sus obras aún conserva la viveza, aunque los pigmentos rojos han virado al marrón e incluso al negro, lo que se aprecia mucho en los mofletes de muchos personajes que deberían ser rosados pero son oscuros, a veces como círculos negros. Puede que en esta evolución de la materia haya jugado también el hecho de que no se trata de pinturas affresco sino a secco. Las escasas semanas estivales disponibles para la decoración pictórica de las iglesias exigían un trabajo de muchas horas diarias, muy rápido y a varias manos. La elaboración de la base y el trabajo antes de que seque que demanda la pintura de frescos no permitía la misma productividad del trabajo intensivo sobre muros secos.

Härkeberga. San Agustín en su verde manto. Albertus Pictor. Hacia 1480. Foto Tord Harlin

Härkeberga. Noé borracho y sus hijos. Albertus Pictor. Hacia 1480. Foto R.Puig
Se siguen ilustrando los bordes de cada escena con los simbólicos sarmientos de la vid. algunos incluso con sus racimos de uva, que a partir del siglo XIV y sobre todo del XV fueron sustituyendo al acanto. El horror vacui medieval está presente, aunque no de la misma forma. Los fondos parecen la obra de un tejedor que sembrase sus tapicerías de estrellas que parecen flores y de flores que se abren con estrellas. Podemos imaginar a los auxiliares de Alberto, con sus patrones en mano, llenándolo todo con estas formas todas iguales, mientras el maestro se reservaba las figuras y los rostros. Curiosamente el calzado parece todos cortado también por el mismo patrón. Seguramente en el taller no tenían zapateros.
Las imágenes de María siguen inspirados en pasajes bíblicos de los que ya hemos hablado aquí, a los que se añaden perfiles nuevos, probablemente inspirados en la iconografía de María dando de mamar al niño de la tradición flamenca.

Härkeberga. Maria como la mujer del Apocalipsis. Albertus Pictor. Hacia 1480. Foto Tord Harlin

Virgen de la leche. Círculo de van der Weyden. Colección Gerstenmaier
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Han transcurrido algunas semanas desde nuestra despedida de Härkeberga. Estuvimos allí guiados por una especialista, a ella y su esposo, amigos nuestros desde hace años, les hemos dedicado estas crónicas y todo lo aprendido.

Iglesia de Härkeberga. Altar y Cristo en cruz del siglo XIII. Foto R.Puig
Pero, habíamos prometido algo, no sobre pictores sino sobre electores. Las campanas de las iglesias no habrán sonado con los resultados de las elecciones político-eclesiásticas del domingo anterior…

Iglesia de Härkeberga. Campanario exento, Foto R.Puig
pero los Medios sí se han hecho eco de ellos. Los Social Demócratas han obtenido más de un treinta por ciento, seguidos por el POSK (17%), que continuará intentando en vano que los partidos políticos abandonen el gobierno de la Iglesia Sueca. Destaca que la mujer del primer ministro sueco obtiene escaño en el Kyrkomötet (Asamblea Nacional de la Iglesia).
El Partido del Centro (con casi un 14%) y la extrema derecha de los Demócratas Suecos (que ascienden a más de un 9%) también han crecido.
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En todo caso, lo que de verás tiene éxito de audiencia es el reality show de búsqueda de pareja en la TV Sueca (Canal SVT1) titulado Tro, Hopp och Kärlek (Fe, Esperanza y Amor) donde clérigos de la Iglesia Sueca, de ambos sexos, se citan con pretendientes a un posible matrimonio.

El párroco busca pareja. Foto Göteborg Posten
Se ha vuelto muy popular este programa, donde el público asiste semanalmente a los encuentros

Conociéndose. SVT1. Programa Fe Esperanza y Amor
¿Podrá unirlos la música?

Conociéndose. SVT1. Programa Fe Esperanza y Amor
Se puede considerar que fue Lutero quien hizo posible que hoy una párroca luterana alcance la popularidad buscando marido con ayuda de la televisión.

Una párroca muy ocupada. SVT1. Programa Fe Esperanza y Amor
Por el momento el Papa Francisco no parece decidido a cambiar la Iglesia Católica en este sentido. ¡Lástima! porque seguro que los feligreses acuden con más cariño a las celebraciones de esta simpática presbítera.
¡Pero lejos de mí el introducir al elefante en la cacharrería!

Iglesia de Härkeberga. Elefante según Albertus Pictor. Hacia 1480. Foto Tord Harlin
Bibliografía consultada;
Söderber, Bengt G. Svenska Kyrkomålningar från Medeltiden, Natur och Kultur, Stockholm 1951.
Harlin, Tord / Norström, Bengt Z. Härkebergas Rika Skrud. Möte med målaren Albertus Pictor, Borås 2003 (Edición en sueco, inglés y alemán)
Sumamente interesantes las notas sobre Lutero. Las pequeñas iglesias con sus cuadros me recuerdan obviamente las iglesias de pueblo cuzqueñas.
Curiosamente y a mi modo de ver, la Iglesia Sueca, aunque sigue definiéndose como luterana, es hoy en su praxis más erasmiana o, si se prefiere, en las cuestiones de fondo que produjeron la gran discordia más cercana al conciliador y pedagógico Melanchton que a Lutero.
En la Dieta de Ratisbona (a la que no se quiso asomar Lutero, por entonces ya metido en política) se estuvo en un tris de llegar a un acuerdo con el legado papal Contarini y Melanchton, pero los halcones de ambos lados se emperraron en la cuestión de la «presencia real» y todo se fue al garete. Esto llevó a la sustitución de Contarini por Caraffa, a la creación de la Inquisición romana, siguiendo el modelo de su hermana mayor la ultramontana Inquisición española, y a las recíprocas persecuciones de heréticos que siguieron. ¡Todo por una hostia!
Tienes razón en lo que dices sobre los ingenuos murales de los pueblos cuzqueñas. Eran pintores artesanos con una gran imaginación, llenando hasta el último rincón de sus murales, un siglo y medio después de Albertus Pictor. Por ejemplo en San Pedro de Andahuaylillas con sus senderos de la salvación sembrados de flores, las expresivas escenas de la condenación al infierno y las banderolas con sus textos explicativos.
Un abrazo