Costa blanca, costa nevada

¿Los dolomitas ¡ No, el Montgó! Foto R.Puig
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Dedicado a Jesús, que se perdió la nevada
El domingo pasado se terminaba mi crónica con una visión apacible de la playa de la Almadraba en Els Poblets. Pues bien, la Gota Fría, esa especie de mega meteoro de las costas levantinas ya estaba maquinando una de las suyas.
Y la consecuencia ha sido lo que esta semana que acaba hoy nos ha traído…
viento y nieve en la Marina Alta

Mañanita desde el balcón. Foto R.Puig
El miércoles por la mañana, al asomarnos al balcón, nevaba y soplaba un fuerte viento

La que está cayendo. Foto R.Puig
No se recordaba una nevada parecida en esta playa desde 1983…

La nevada de 1983 desde el restaurante Isa. Foto del patrón
De las paredes del restaurante Isa cuelgan las fotos de aquella nevada

La nevada de 1983 desde el restaurante Isa. Foto de su patrón
Es raro que la nieve llegue a cuajar en estas playas, pero así ha ocurrido de nuevo, aunque no por muchas horas

Mañanita desde el balcón. Foto R.Puig

Mañanita desde la terraza. Foto R.Puig
Como habíamos quedado a comer en Casa Tula, decidimos encaminarnos hacia Jávea por el lado de Jesús Pobre, ese pueblo que se recuesta en la ladera sur del Montgó, la montaña mítica…
el Apu tutelar de la comarca

Nuestro Apu tutelar desde las huertas entre Denia y Ondara. Foto R.Puig
Por la carretera que va de Els Poblets a Denia, desde su ladera norte, el Montgó se mostraba como un elefante blanco.
Tras dejar atrás la Xara, desde Jesús Pobre

El puño del Montgó desde Jesús Pobre. Foto R.Puig
se imponía el nevado puño de Akal,

El puño de Akal retiene a Lalahama por los cabellos. Foto R.Puig
impidiendo que su amada Lalahama sea arrastrada a los abismos por la poderosa Timana.
Porque en realidad…
la verdadera causa de las gotas frias
se pierde en la noche de los tiempos…
Mucho antes de que los hombres poblasen el mundo, el poder sobre todo lo existente lo compartían la diosa Timana, señora de las aguas y de las profundidades del mar, y Dimana, el dios de la tierra, las rocas y las cumbres. Ambos pugnaban por dominarlo todo y aumentar sus dominios a costa del rival.
De hecho, la violenta nevada del otro día fue un episodio más de esa lucha legendaria, y la tormenta que aún no cesa también

Arrecia la tempestad. Foto R.Puig
Ayer por la mañana, por la orilla de la playa, el viento casi me impedía caminar y la lluvia me bañaba en rachas horizontales

Vendaval. Foto R.Puig
Que lo llaman Mistral o Tramontana (yo siempre los confundo) lo cierto es que no es más que la manifestación de esa lucha sin cuartel que data del Eón Arcaico
Timana, aprovechando las noches oscuras, destruía los acantilados con sus furiosas tempestades y sus olas gigantes que asediaban las tierras de oriente a occidente y separaban las dos inmensas masas terrestres que Dimana trataba de unir para dividir en dos los dominios de la diosa del mar.
Pasaron millones de años y las contiendas de estos dioses habían modificado las costas y el relieve terrestre. Dioses menores habían procreado a unos seres gigantescos, emparentados con los Titanes, que recorrían la tierra enfrentándose con enormes dragones. Las lluvias y diluvios que se habían sucedido por períodos interminables habían generado una vegetación salvaje. Los descendientes de Enlil, Enki y Ereshkigal, así como los de otros lejanos dioses y diosas habían ido avanzando hacia Occidente.

Arrecia la tempestad. Foto R.Puig
Digan lo que digan, las cosas son bastante más complicadas de lo que nos cuentan los meteorólogos de la tele…

Los titanes andan sueltos. Foto R.Puig
Dimana, para extender sus dominios, abría las entrañas de la tierra, alzaba volcanes que invadían el océano con ríos de lava y empujaba inmensas masas unas contra otras para generar cordilleras y ocupar los mares de Timana. Esta se defendía con terribles movimientos telúricos que desde el fondo de los mares levantaban barreras de agua que asolaban las costas y destruían la obra de Dimana. Así durante incontables milenios.
Y el origen del Montgó no es el que nos cuentan los geólogos, no…

Los titanes andan sueltos. Foto R.Puig
Estos titanes gigantescos se habían aposentado en los extremos de la tierra, algunos de ellos, protegidos por Dimana, vivían en los bordes de lo que luego serían las montañas béticas. De entre ellos, Lalahama (la de los largos cabellos), hermosa protegida de Dimana, solía extenderse al sol sobre los altos farallones frente al mar. Disfrutaba de los vientos y desafiaba a los huracanes que Timana lanzaba contra la tierra.
Por entonces, el titán Akal (el de los fuertes brazos) había conquistado el amor de Lalahama.

La escollera desafía al mar. Foto R.Puig
Los titanes ayudaban a Dimana a ensanchar su territorio moviendo montañas y peñones que abrazaban con sus robustos brazos y amontonaban sobre el borde de los mares. Por eso Timana odiaba a Akal y a su compañera Lalahama y quería arrastrarles al fondo de sus mares con la ayuda de los titanes inferiores, seres anfibios y monstruosos que agitaban las aguas y sacudían las columnas sumergidas de la tierra.
Un día en que Lalahama descansaba cerca de unos acantilados, una de esas manadas de titanes del mundo inferior, obedeciendo las órdenes de su diosa, la aferraron por los pies y empezaron a arrastrarla. Cuando la amante de Akal iba ya a desaparecer en las agitadas y negras aguas, advertido por sus gritos, el titán de los poderosos brazos alcanzó a sujetar a su compañera por sus largos cabellos y a tirar fuertemente de ella, pugnando con los titanes del proceloso mar.
Esa batalla no tuvo vencedores, pero dejó para siempre sus señales gigantescas. Por el enorme tirón de las profundidades, Akal y Lalahama se encastraron en las entrañas de la tierra frente al mar. El cuerpo de Akal y la cabeza y las espaldas de Lalahama quedaron sepultados en la meseta costera. Mientras ella se abrazaba a la costa, enterrándose más y más con su compañero, la diosa Timana sólo consiguió sepultar en el mar la mitad inferior de Lalahama, que se petrificó para siempre sostenida por la mano de Akal.

El puño de Akal visto desde Javea. Foto R.Puig
Dimana, a pesar de ser el poderoso dios de las tierras y las montañas, no pudo desenterrar ni a su fiel Akal ni a su compañera. Ambos se trasformaron en el enorme macizo que hoy se conoce como el Montgó. Dicen que Timana, en los días de fuerte temporal, bate y bate sus olas contra el poderoso promontorio que se avanza hacia el mar sustentado por el espinazo enterrado de Lalahama, e intenta aún llevarsela del todo hacia las profundidades. Pero el rocoso puño de Akal la retiene por ahora.
De mis «Cuadernos italianos. Conversaciones inéditas con Jacopo Portal».
Ensondeluz, «El mito del Montgó», 24 de marzo del 2012
A fecha de hoy, la lucha interminable sigue…

Mar brava en la Almadrava. Foto R.Puig
Maldita sea, querido Ramón, yo no quería rebloguear la entrada porque, en realidad, no tenía muy claro en qué consistía, solo quise comprobarlo 🙂 ¿Qué hago? Aunque ha aparecido en Lengua Candeal, parece más que claro que el autor de toda esa hermosura eres tú -aparece encabezado por un claro «En son de luz»- y no yo. De todas maneras, dime si prefieres que lo borre, por favor. Un abrazo que te haga entrar en calor.
¡En absoluto! Ya te he dado las gracias por el honor que me haces y por haberme traído el recuerdo de Don Wenceslao.
Un abrazo
Ramón
Bellos y terribles los paisajes que captas siempre con tánto cuidado. Las fotos, como las palabras, se realizan si una tercera persona las recibe, aunque quien más goza sea el autor.
Gracias Bernardo por recibirlas y comentarlo.