En estos días de otoño
Esta entrada es la número 300 de este blog y la dedico en especial a todos los que lo animáis con vuestras contribuciones, comentarios y valoraciones
¡Gracias!
.
Estas semanas del otoño de Gotemburgo han sido inesperada y largamente soleadas, invitando al paseo y a detenerse en detalles nimios.
Todo lo contrario de Jonas Alströmer (1685-1761), un industrial que allá por 1725 popularizó el cultivo de las patatas en Suecia y sigue de pié, en permanente actitud reconcentrada, en la Lilla Torget de Gotemburgo. Nadie le da las gracias cuando pasamos junto a él, a pesar de que ningún sueco aceptaría que le sirvan su socorrido filete de salmón sin ellas. Cuando se le ocurrió comenzar a cultivar el tubérculo las patatas sólo se podían ver en el jardín botánico de Uppsala.
Aunque parezca estar enfrascado en una reverie filosófica, no nos engañemos, lo que le preocupan son las heladas y las plagas.
Otro que se concentra es este fotógrafo -quién sabe si bloguero como yo- a quien su señora ha mandado a sacar los perritos a paseo
…
Al calor inhabitual de estas semanas han germinado los crocus de color malva que suelen florecer en primavera
El parque se tapiza poco a poco de hojas muertas y de alguna todavía moribunda
Quizas la estación nos recuerde unos versos que emocionaban a nuestros bisabuelos y que a nosotros nos hacían memorizar en el colegio para que entendíesemos lo que era una metáfora…
Hojas del árbol caídas
juguetes del viento son:
¡Las ilusiones perdidas
¡ay! son hojas desprendidas
del árbol del corazón!
Así remataba su poema elegíaco el apasionado Espronceda:
¡El corazón sin amor!
¡Triste páramo cubierto
con la lava del dolor,
oscuro inmenso desierto
donde no nace una flor!
Pero, para romántica, unos metros más allá, hay una joven que no abandona nunca el barrio, habituada a ver pasar las estaciones sin soltar nunca su flor, precisamente un crocus que tiene en la palma de su mano
Sigue ahí, guardiana de las flores, mientras los demás vamos y venimos
…
A este viejo árbol las fuerzas le han abandonado
Otros en cambio, en plena juventud, se codean con el cielo
Los hay que se despojan de sus hojas para mejor mostrar sus frutos como labios
Frutos que acabarán en el buche de los pájaros
No sé si a causa de esas aves tan diestras, o porque el otoño suscita pensamientos sobre el paso del tiempo, el caso es que me viene a la memoria otro poeta que, allá por el siglo I antes de Cristo, intuyó la evolución de las especies (si a un buen amigo en Cádiz, que sabe mucho más latín que yo, le parece que la traducción no es buena, la culpa es mía):
Hay linajes que crecen y otros que disminuyen,
las estirpes de los seres vivos en breve tiempo mudan
y a modo de relevos la antorcha de la vida se transmiten.
.
Augescunt aliae gentes, aliae minuuntur,
inque brevi spatio mutantur saecla animantum
et quasi cursores vitai lampada tradunt.
.
(Lucrecio, De rerum natura, II, 77-79)
…
Para no mutar demasiado rápido, después de vagar un buen rato, es hora de que me siente en un banco
No muy lejos, padre e hijo, en semana de vacaciones, echan carreras
Junto a estos terrenos deportivos de Heden los mástiles sueñan con las banderas del verano
y sobre mí hay líneas en el cielo que no se sabe si se encuentran o se separan
Otros trazos se confederan, como si fueran el estandarte de alguna brigada de jinetes del cielo
…
Aunque, para soldados, los que guardan la ría, encaramados y orgullosos de su pasado portuario.
Los veo tras el cristal de barco, sus brazos en reposo para siempre, monumentos de una historia de astilleros y navíos, rojizos como el otoño
Frente a tantas aristas, asientos adelante hay un ondular dorado
Finalmente, puesto que hablo de barcos, acabemos con agua. Esta es de lago, de cuando una semana antes anduve por la orilla del Vänern
…
¡Que este fin de semana les traiga un buen descanso!
Moncho, Preciosas tus fotos del otoño nórdico. Me despierta hermosos recuerdos. Nostalgia. Sobre todo desde aquí, Lima, que no tenemos ni otoño ni primavera. Solo invierno húmedo que cala hasta los huesos y verano caliente medio tropical, pero sin lluvias, que sofoca y hace sudar. Más ahora que se viene el Niño, con sus lluvias y destrozos.
Felicitaciones por cumplir 300 publicaciones! Gran mérito!
Abrazos agradecidos
Pancho
Querido Pancho, tusen tack!
Han anunciado que este otoño va a seguir siendo suave. ¡Esto parece un Niño al revés!
El domingo próximo cumplo cinco años día por día de cuando navegando hacia Roma abrí este blog. Es un tópico decirlo, pero ¡el tiempo vuela! Parece que más rápido por «la nube digital».
Un abrazo
Moncho
¡Felicidades, Ramón! me alegra leer tu entrada de cumpleaños, tan bonita, con esas fotos del otoño en Suecia, que dan ganas de ir corriendo a vivirlo 🙂
A veces el mantener un blog requiere paciencia y que te divierta, y tú lo demuestras, con tu buen humor, que espero poder seguir disfrutando mucho tiempo.
Un abrazo desde el otoño de Madrid.
¡Gracias, Mercedes! Por tu teclado habla la experiencia de ese tu trabajo paciente que nos invita a recorrer lugares de Madrid, de los que a veces sabemos algo de oídas, pero que tú nos revives y explicas con maestría. El otoño madrileño seguro que ya se ha vestido también de sus colores e invita a vagar por los paseos del Retiro o por la Casa de Campo.
En cuanto al humor, cierto que al menos una pizca ayuda a reconciliarnos con el mundo, tarea no precisamente fácil. ¡Que no nos falte!
Un abrazo
Ramón
Trescientas entradas no es nada, yo quiero muchas más, Ramón 🙂 Un abrazo y trescientos besos.
O sea que -cruel- me condenas a seguir uncido al carro 🙂
Un abrazo de tres mil kilómetros
Ramón