De un día para otro
¿Somos la metáfora del tiempo y sus meteoros? ¿o es al revés? Ya sabéis, nunca quedará claro si el paisaje romántico es el reflejo del alma o si, más bien, la exaltación poética es el espejo del paisaje.
Viernes por la tarde
El 18 de enero el atardecer es solemne, sinfónico en su efímera danza de colores. Como ciertos momentos de la historia de los pueblos o de las naciones o, más simplemente, de nuestras peripecias personales, el mar y el cielo se van a dormir en una armonía tranquila, diríamos que complacidos, como en los dichosos finales de muchas películas.
Si queremos que estás sensaciones nos acompañen a la cama mejor será que no sintonicemos el telediario de la noche.
Sábado por la mañana
El 19 de enero el amanecer se proyecta en blanco y negro. Como en un concierto de grises, el mar y el cielo interpretan el poema sinfónico de otros paisajes de la vida; han cambiado las tornas y el color de las gestas entusiastas de un día da paso en el siguiente a las plomizas monotonías de una prosa inexorable. El mar y el cielo se observan desconfiados.
Parece que el tiempo hoy tendrá los tonos de la sección económica del telediario.
Las fotos son impresionantes!
Besos desde Leicester – donde el cielo no se emociona tanto.
Maria, Dimitris, Alba
Pero seguro que Alba ha hecho un muñeco de nieve y me vais a mandar una foto… 😉
Besos con sabor a mar.
Ramón, papá y abuelo