El último microrrelato
Delia es una micropensadora incansable, ve y vive la realidad cotidiana como una concatenación sin fin de narraciones cortas. Su mente y su imaginación están siempre y a todas horas formando microrrelatos. Nada se pierde en el olvido y todo se trasforma en cuento. Las secuencias de los acontecimientos más banales son transformados por su talento de escritora y fluyen sin parar de su memoria al papel.
En compañía de Mario, Delia merienda hoy en casa de los Mañara. Hay “glögg”, el vino caliente con canela, dulces, café, coñac…
Sobre la mesa, dispuesta con discreta creatividad, hay diversas bandejas. La única concesión a las fiestas navideñas es un pequeño detalle entre los trozos de turrón y los mazapanes… El cerebro de Delia registra y narra interiormente:
Estamos pasando una agradable velada. Con los Mañara nos sentimos como en nuestra casa. Son muy buenos anfitriones. Por el contrario, Mario y yo hemos perdido esas dotes de organizadores de veladas y guateques que teníamos de jóvenes. Después de los cuarenta los festejos con amigos requieren otro tipo de puesta en escena, otras aptitudes…
¡Qué curioso! Esa bandeja… ese Papá Noel de mazapán es el único detalle navideño de la tarde. Seguramente lo han puesto con los dulces como una incitación a merendarse a Santa Claus en un acto simbólico de antropofagia navideña
¡Con lo que a mí me gusta el mazapán! Esta figurita lleva ahí desde el principio y nadie se la ha comido, lo haré yo discretamente y luego un traguito de ese coñac…
¡bienvenido al abismo de mi garganta!
Crunch, crunch, gloug, gloug… arggg… arggggg… cofff… coffff… iiiiiiih… iiiiihh… iiihhh… iihhhh… ihhhhhh….
Su mente está a punto de concluir un microrrelato en el que una figurita plástica con apariencia de mazapán protagoniza la narración.
Delia aún alcanza a exhalar mentalmente una especie de haiku:
Entre onomatopeyas vine al mundo
y con onomatopeyas lo abandono
En algún lugar del ultracielo, en compañía de los Santos Inocentes, el 28 de diciembre…
siguen año y firma ilegibles