Arriesgar pero no tanto: el Museo de Arte Contemporáneo de Roma (MACRO)
Hace unos días visité por primera una de las dos sedes del MACRO, el museo de arte contemporáneo municipal de Roma.
Refiriéndome al Museo de las Artes del siglo XXI, el MaXXI (nacional), decía en mi crónica del 8 de diciembre que en su interior se tiene ‘la impresión de estar deambulando dentro de una escultura más que a través de un edificio’.
En cambio, en este MACRO (http://www.macro.roma.museum/), placenteramente integrado en un barrio de clase media, resulta más difícil formular una sensación general.
Debajo, una obra con objetos encontrados de Sarah Braman, ensu exposición Lay me down
Además la colección permanente no se puede visitar y, sólo cada cuatro o cinco meses, sacan temporalmente un artista de sus fondos y presentan las nuevas adquisiciones. Fatalidad, mi visita ha coincidido con el desmontaje de varias exposiciones en espera de las muchas que se anuncian a partir del 25 de junio.
A pesar de los boums atronadores que suenan cada quince minutos desde la estructura de acero de Arcangelo Sassolino, si tuviese que elegir una sensación sería la de confort.
Aquí se dan cita la amable experimentación del ‘vanguardismo’ de ahora, no exento de propuestas repetitivas, con algunas presentaciones retrospectivas de artistas italianos de la posguerra y hasta los años 70.
La crítica y la reflexión que se desprenden de algunos de los artistas actuales expuestos son suavemente jocosas. La imaginación sigue caminando por los senderos de lo conceptual, con dosis de ready made, sin que falte lo que yo llamaría algo así como ‘pop-punk’ o ‘punky-pop’.
En el hall de entrada Bruce Nauman te da la bienvenida con una de sus performances irónicas de los años 60. Se trata de una larga filmación de un ejercicio de auto-maquillaje del propio artista filmado en 16 mm.
Antony Gormley
No hay mucho que de veras te suscite preguntas o fascinación, o te sorprenda por su calidad, con la excepción de los dibujos y esculturas de Antony Gormley, la siguiente es una breve selección.
Mario Ballocco
Al final del recorrido, los archivos del museo abren también sus cajones para que podamos recrearnos un poco melancólicamente con los dibujos de Ballocco. El visitante accede a las láminas de este obsesivo dibujante de homines tirando de las bandejas de las cajoneras en las que se presenta su obra y su trayectoria en la biblioteca archivo del museo.
¡Ah! ¡los retretes y lavabos del MACRO son de diseño!
En un primer vistazo rápido he llegado a la última foto, la del water, y he pensado … estos artistas… 😉 jajajja
Pero si que hay cosas interesantes.
Saludos
Sí Eva, creo que el ‘atractivo’ reside también en cómo estos espacios, que yo llamaría `de suave imaginación’, parecen diseñados para la relajación, algo así como pequeñas ciudades «alegres y confiadas». De vez en cuando te provocan, ya no mucho, y, en raras ocasiones, nos cuestionan. Algún día estos museos, al salir del ascensor nos invitarán a un jacuzzi… De nuevo, de lo visto el otro día me quedo con la obra del británico Antony Gormley, que no sólo divierte sino que también invita a la investigación. ¡Hasta más ver!
Han de estar diseñados para la relajación, seguro, porque con todo lo que pueden llegar a albergar es necesario, creo yo.
¿Este museo equivale al Reina Sofia aquí?
El MACRO pertenece al «Comune» de Roma, o sea que es municipal, mientras que el Reina Sofía es nacional. El MACRO tiene dos sedes. La otra, en el antiguo matadero, junto a la colina artificial del Testaccio (formada por los restos de «envases» de alfarería y restos cerámicos («cocci») que depositaron los romanos durante siglos) no la he visitado aún, aunque creo que es más de rompe y rasga que la del centro, es decir más futurista… En cualquier caso las dimensiones del Reina Sofía superan en mucho a la sede del MACRO de la que he tratado en esta entrada. Por otro lado, la colección permanente del Reina Sofía es muy importante y, además se puede visitar. En cuanto al número de visitantes me parece que la distancia es sideral, a favor del Reina Sofía, claro. Pero, en todo caso, el MACRO abre numerosas exposiciones temporales a lo largo del año, algunas de artistas muy interesantes, sin que entremos en el debate sobre lo efímero de muchas de estas creaciones.