Paréntesis conquense (1)

Dedicado a Javi, estudiante y camarero.
Abro hoy un paréntesis antes de la última entrega de Senderos de los Midlands, pues, escabulléndonos de las noches insomnes de las fogueres de San Juan (viernes 24 de junio) que cada año se celebran bulliciosamente frente a nuestra morada de Els Poblets, nos fuimos a Cuenca, donde no volvíamos desde fines de los años 80.
Abro la entrada con un cuadro premiado en el Certamen de Artes Plásticas Fernando Zóbel (edición de 2013) del Museo Casa Zavala para artistas jóvenes (de 12 a 20 años) que me pareció una buena expresión de la naturaleza de la agreste orografía conquense y sus luces de la mañana.
En los tres días pasados en la ciudad, con excursión a su serranía, hemos encontrado sobre todo personas amables con más o menos tiempo para conversar, pero siempre amables.
Parador Nacional de Cuenca

Sin poder mencionar a todos, me cabe recordar del Parador Nacional a Celia en la recepción, que nos aportó documentación especial sobre la historia de la ciudad y el antiguo convento dominico de San Pablo, sede del establecimiento, y a su compañero recepcionista Rubén, siempre de buen humor. No vamos a olvidar las atenciones de Josefina (Pepi), maître del comedor, prodigio de amabilidad y de organización, y la simpatía y esmero de Maite, natural de Lima y camarera de hotel que mantuvo impecable nuestra habitación.

Además, ya que el parador alberga en el conjunto conventual la que fue su iglesia gótica (siglo XVI) y es hoy el Espacio Torner; recordamos a su amable directora, una de las personas que más sabe de Cuenca en general, y en particular sobre Gustavo Torner y otros artistas que encontraron en el Museo de Arte Abstracto de la ciudad (en las Casas Colgantes) el lugar por antonomasia donde están reunidas las obras de aquella generación renovadora de los años 60.


Por la serranía
En nuestro periplo por la serranía tuve un doble encuentro entrañable con un párroco itinerante, Don Joaquín, el primero tras su misa, celebrada en la iglesia románica de Palomera y el segundo antes de oficiar en la capilla neogótica de Molinos de Papel, así como con el Sr. Paco, que es el sacristán de la iglesia de este último municipio, un gran conocedor da la localidad y campanero del templo.


En nuestro circuito desde Cuenca capital tuvimos ocasión de parar no sólo en esas dos aldeas, sino también en Buenache de la Sierra.

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Nuestro circuito había comenzado por la Hoz del Huécar, para, después de Beamud, cambiar al curso del Júcar, que nace al pie del cerro de San Felipe (1840 m) un poco más arriba de Tragacete.
Nuestro objetivo era llegar a pie al Nacimiento del Río Cuervo por las cómodas pasarelas de madera que permiten un recorrido accesible, apto para sillas de ruedas. Aunque por razones de nuestro horario sólo llegamos hasta la cascada.
El camino recorre un bosque de pinos de recto fuste hasta llegar a la cascada y la lagunilla que sus aguas forman.

Como en el lugar explica una didascalia, el proceso de transformación mineral comienza en la barrera de roca travertina que marca el borde de la meseta castellana, a través de la cual se filtra el agua de los manantiales del río que metamorfosean esa dura roca en una porosa toba, que es la que forma unos sedimentos pétreos redondeados con aspecto de grandes hongos.


Partimos hacia la cascada a pie desde un aparcamiento, junto al cual comimos muy bien en el restaurante La Tejera, donde Javi, camarero y estudiante, conversó con nosotros sobre sus preferencias y dudas en materia de carrera universitaria a elegir próximamente.
La dueña del establecimiento, Ana, nos obsequió con un mapa muy bien ilustrado de la comarca, promovido por la Asociación de Hosteleros de Alta Montaña (ASHAMON).

Además nos presentó al cocinero, Julio, un mago de la cocina manchega y, entre otras especialidades, de la preparación del guiso de ciervo que degustamos, quien amablemente nos facilitó detalles sobre su manera de prepararlo y nos dejó el teléfono para llamar en busca de consejos para cocinarlo con éxito.
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Hablando de mapas, fue otro Javi, una persona clave de la Oficina de Turismo, quien nos facilitó anteriormente no sólo un mapa, sino también muy útiles indicaciones para este circuito del domingo 25 de junio, del que estoy hablando.

Con ayuda de ese mapa, confeccioné mi estimación de las distancias de las etapas del recorrido, que es una especie de obra de arte rupestre, pero que nos fue útil para planearlo..

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A la ida habíamos salido de Cuenca por la Hoz del Huécar, por esa carretera que se aprecia en esta imagen al pie del antiguo Convento dominico de San Pablo (siglo XVI), hoy Parador Nacional de Cuenca y Espacio Torner. Dicha carretera nos había sido señalada por el Sr. Antonio, un empleado jubilado de una empresa de obras públicas en el ámbito rural, entre otros cometidos, que conoce con gran detalle los senderos y rutas de la provincia.

Para la vuelta tomamos exclusivamente la comarcal CM2105 sin apartarnos del curso del Júcar,

que ofrece perspectivas muy amplias, que dan idea del gran pulmón de bosques que encierra esta serranía

El Júcar en su progresión se engolfa en profundos desfiladeros que tienen una muestra destacada en la Ventana del Diablo, en las cercanías de Villalba de la Sierra

Por hoy, con la visión de un ojo diabólico en el fondo de este inquietante precipicio, nos despedimos hasta una segunda crónica que discurrirá por la ciudad propiamente dicha.

Bueno, leerte hablar de tu visita a Cuenca después de unos cuarenta años es entrar en un mundo absolutamente colosal. La historia misma de Cuenca queda increíblemente sepultada por tu relato de viajero enamorado de la naturaleza, la geografía, la arquitectura…y sobre todo la gente, la vida de carne hueso…la camarera peruana, el estudiante, el párroco,..
Rosi recuerda cuando estuvo de soltera con unos amigos y yo me he interesado por ella porque es la tierra de Perales,uno de los cantantes que Rosi admira (en mayo estuvimos en un concierto de miles de fans, señoras de todas las edades cantando, chillando….etc).
Supongo que Cuenca, por sus precipicios y caminos casi prohibidos para gente racional, debe haber sido un increíble bastión no sé si árabe o español. Supongo que lo tendrás en cuenta para tu próximo y exigente ‘ensondeluz’.
Me ocuparé en la medida de lo posible. Por de pronto, fueron los musulmanes, que ocupaban buena parte de la península desde su invasión en 711, quienes fundaron la ciudad para el tráfico comercial en sus rutas a fines de ese siglo VIII.