Veredas
Sobre el parque de Trädgårdsföreningen («la sociedad de los jardines») hemos escrito en varias ocasiones, también de su aspecto en invierno.
Antesdeayer, día de Nochebuena, la temperatura rondaba los 9 grados bajo cero y éramos pocos los que entrábamos en estos jardines, por el momento gélidos pero con la luminosidad matinal del invierno nórdico, por la puerta principal frente a la la explanada del Gran Teatro (Stora Teatern) .

Anduve por sus veredas desiertas, así que hoy dejo para vosotros unas imágenes de este paseo sin historia.
El canal separa el parque del centro de la ciudad.

Sus orillas suelen estar en primavera y verano ocupadas por familias de patos, pero el viernes era difícil atisbar algún palmípedo deslizándose entre témpanos de hielo.

¿Adónde van los patos en estos días?
La verdad es que no sé cuáles serán sus cuarteles de invierno y de qué se alimentaran.
Por las cercanías también encontré alguna urraca que no parecía tener problemas con el frío que reina en nuestro barrio,

mientras tanto, yo seguía caminando por la magia y la luz de estas veredas solitarias
que podrían inspirar la bandera de algún país feliz y bondadoso, que duerme aún en estos días que han superado ya el solsticio de invierno y se estiran imperceptiblemente.
El humus de este suelo tiene algo así como el color de unas ensaladas frías que los duendes del parque hubieran sazonado con escarcha.
En este humus sobrevive y reúne fuerzas el verdor que triunfará con Primavera.
Sin embargo la liturgia de la tierra también parece musitarme otros mensajes…

…
Aunque también hay caminos que se despliegan como copas invitando a celebrar la luz

Reconfortado con esa luz, acabo el paseo retornando hacia la entrada por donde vine

Por hoy no aprovecharé el solitario banco.

…
A punto de franquear la verja de salida digo adiós a la paciente Primavera (Våren, 1950), que esculpió Gunnar Nilsson, símbolo del renacimiento de la naturaleza que, sin necesidad de nuestra ayuda, seguirá volviendo.
Gracias por tan hermosas fotos y texto, Ramón! Confiemos en que la primavera vuelva y nos libere de estos tiempos oscuros. Un abrazo bruselense, G.
Gracias a ti. Me uno a tus esperanzas. Un fuerte abrazo. Ramón
Qué hermosa que es la urraca!!!(en la Merced en el centro de Lima la gente se reúne junto a la cruz del Padre Urraca, Rosi y yo le pedimos que le dé trabajo a nuestro hijo…)
La bellísima, virginal, primavera de Nillson creo que ya la presentaste en un blog anterior.
Gracias por tu comentario, Bernardo.
La «Primavera» te recibe siempre al llegar al parque (a cinco minutos a pie de casa) y te despide cuando acabas tu paseo. Así que ha salido y creo que seguirá saliendo en estas crónicas de vez en cuando. La erigieron cuando yo tenía cinco años y estará ahí cuando yo no esté.
En cuanto a las urracas, que también han salido en mi blog por otros méritos, celebro que las aprecies, como yo. ¿Y qué tipo de trabajo es ese tan esquivo, tan reacio a ser conseguido?