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De la luna, la nubes y la mareas

17 noviembre, 2019
La luna se abre paso. Foto R.Puig

La luna en el mar riela. Foto R.Puig

Omnia plenilunio maria purgantur (…)  hoc esse quod terras saturet accedensque corpora impleat, abscedens inaniat. ideo cum incremento eius augeri conchylia et maxime spiritum sentire quibus sanguis non sit, sed et sanguinem, hominum etiam, cum lumine eius augeri ac minui…

Con el plenilunio todos los mares se depuran (…) ; es decir que cuando (la luna) se aproxima satura la tierra y llena los cuerpos y cuando se retira los vacía. Por ello los moluscos crecen cuando ella crece y sobre todo se siente que la sangre aumenta o disminuye en proporción a su luz…

Plinio el Viejo, Historia Natural, II cii 220…221

Hace unos días tuvimos plenilunio a la orilla del mar y la marea subió. Las creencias, los mitos y las supersticiones en torno a la influencia de las fases de la luna son innumerables.  Ya Plinio el Viejo (23 – 79 d.C.) se ocupó de estas cuestión en su Historia Natural y no seré yo quien le desmienta, cuando además…

Tiberius item et in capillo tondendo servavit interlunia

Tiberio para cortarse el pelo atendía a los cambios de la luna…

Plinio el Viejo, Historia Natural, XVI, lxxv, 194

Desde entonces el prestigio de luna como  poderosa influencer no ha dejado de crecer a través de los siglos.

Sus poderes son innumerables. Según el Malleus maleficarum («El martillo de las brujas», Alemania, 1486)…

Las estrellas influyen en los diablos. (Prueba de ello es que) ciertas personas a las que se denomina Lunáticas son molestadas por los demonios más en unos tiempos que en otros; los diablos les acosarían continuamente si no fuese porque ellos (los demonios) también están profundamente condicionados por ciertas fases de la Luna

Podría seguir comentando sobre estas cosas que no existen, aunque, como dicen en Galicia, haberlas haylas, pero me remito a un interesante Diccionario de Supersticiones que se lee como una colección de historietas y podría servir para innumerables guiones:  Iona Opie and Moira Tatem (Eds), A Dictionary of Superstitions, Oxford University Press, 1989 494 pags.

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La luna y sus acosadoras

Por mi parte, lo que si sé y puedo probar con fotos es que las nubes sienten celos de la luna y a menudo le hacen la vida imposible…

La luna lucha con las nubes 5. Foto R.Puig

La luna acosada por las nubes. Foto R.Puig

La luna lucha con las nubes 1. Foto R.Puig

La luna trata de sacudirse las nubes. Foto R.Puig

La luna lucha con las nubes 2. Foto R.Puig

Nube que quiere comerse a la luna. Foto R.Puig

La luna lucha con las nubes 3. Foto R.Puig

¡Puñetera nube! Foto R.Puig

Es una batalla silenciosa que se prolonga sobre nuestras cabezas sin que le prestemos la atención que merece (salvo que seamos uno de esos lunáticos).

No siempre lo consigue, pero esta vez la luna se ha zafado de la nube y seguirá reinando en la bóveda de la noche

La luna se abre paso. Foto R.Puig

La luna se abre paso. Foto R.Puig

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Pero no se lo creerán, hay nubes especialmente malévolas que se empeñan en oscurecer el blanco rostro de nuestra vecina. Este drama se repite una y otra vez en el transcurso de la noche

Luna de luto en noviembre. Foto R.Puig

Luna de luto en noviembre. Foto R.Puig

Luna de noviembre 2. Foto R.Puig

Luna de medio luto. Foto R.Puig

Luna de noviembre 3. Foto R.Puig

Los velos se disipan. Foto R.Puig

Luna de noviembre 4. Foto R.Puig

Mejor. Foto R.Puig

Luna de noviembre 5. Foto R.Puig

¡Esta es mi luna! Foto R.Puig

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Marea

No obstante… ¡no es plata todo lo que en el cielo reluce!

El mayor lunático de todos es el mar. Ese sí que se hincha bajo la luna, como se sabe desde tiempo inmemorial.

Y hay mareas que nunca se olvidan, hay golpes del mar soliviantado por la luna que no se olvidan, como aquella acqua granda en Venecia el 4 de noviembre de 1966. Estudiaba yo por entonces en Italia. Las lluvias fueron también intensas. El Arno inundó Florencia y en las vacaciones de Navidad allá fuimos centenares de estudiantes, a desembarazar del barro y los detritos los sótanos de Florencia, calzados con botas de caucho y armados de palas.

En Venecia las aguas del Adriático ascendieron casi 1,94 m. sobre el nivel habitual.

Acqua granda. Venecia. 4 de noviembre 1966. Dominio público

«Acqua granda». Venecia. 4 de noviembre 1966. Foto de dominio público

Lo he recordado cuando ahora mismo se repite esa tragedia que ensombrece una y otra vez la vida de los 50.000 vecinos de Venecia, mientras grotescamente (lo hemos visto en la televisión) parece divertir mucho a no pocos de los inconscientes turistas (36 millones anuales) que se hacen selfies. Ellos no tendrán que limpiar sótanos, casas, templos y muchos otros edificios de la ciudad cuando el agua se retire.

Acqua granda. Venecia. 4 de noviembre 1966. Dominio público

Acqua granda. Venecia. 4 de noviembre 1966. Dominio público

Porque como un veneciano declaraba antes de ayer ante las cámaras, lo más duro es la depresión que les queda a los vecinos cuando el nivel de la inundación baja y se enfrentan a los daños.

Pero es que, además, los habitantes de Venecia saben que la sal del mar que inexorablemente afecta a los millones de pilastras de madera que sustentan sus edificios sigue carcomiendo sus fundamentos.

Mientras tanto el proyecto de la gran barrera, que desde hace quince años se proclama que salvaguardará Venecia, sigue engullendo miles de millones de euros en un laberinto de ineficacia, sin que se atisbe una conclusión cierta.

Canaletto. La piazza San Marco. National Gallery, Washington

Canaletto. La piazza San Marco. National Gallery, Washington

 

 

 

 

 

2 comentarios leave one →
  1. Bernardo Regal A. permalink
    18 noviembre, 2019 16:12

    Dada la pobreza de los cielos limeños las noches de luna llena son especialmente mágicas distintas de las de Arequipa, Cuzco o cualquier otro cielo terráqueo normal con estrellas, lluvia, nubes blancas… Poetas y fotógrafos esperan a la luna como maná del cielo. Las etnias de la huaca Pucllana adoraban la luna desposada con el mar.

  2. 18 noviembre, 2019 19:02

    Al fin y al cabo las limeñas solían pasear «del puente a la alameda» con medio rostro sugestivamente tapado. La luna no quería ser menos.

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