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El retrato en la «Edad de Oro»danesa (I) (Fisionomías XXIX)

21 julio, 2019
Wilhelm Marstrand. Las hijas del hermano con su niñera Justina. Detalle de Justina., 1857. Museo Nacional de Arte. Copenhagen

Wilhelm Marstrand. «Sobrinas del artista y su niñera Justina»,1857, detalle. Foto R. Puig

El pasado fin de semana volví al Museo Nacional de Estocolmo que había estado cerrado para renovación durante seis años. Tiene una amplia colección que incluye obras de enorme valor y se puede explorar en la página web del museo o en Wikimedia Commons. Hace poco más de tres años había mostrado aquí algunas de las obras maestras del retrato de la colección permanente con motivo de una exposición en la Real Academia Sueca de Bellas Artes.

Museo Nacional. Estocolmo. Acceso a la segunda planta. Foto R.Puig

Museo Nacional de Estocolmo. Acceso a la segunda planta. Foto R.Puig

 

Hoy comienzo con cuatro artistas la crónica de una magnífica exhibición temporal dedicada a la llamada «Edad de Oro» de la pintura danesa durante gran parte del siglo XIX, englobada en una época de auge no sólo de las artes plásticas, sino también de la Música, la Ciencia, la Literatura, la Filosofía, la Arquitectura, el Ballet, el Derecho, etc. Seguiré más adelante con otros artistas, hasta completar los doce que he seleccionado. Me voy a limitar a los que nos dejaron los rostros de profesores artistas, gente común, niños y adultos del siglo XIX en Dinamarca, si bien la exposición, más allá de los retratos, comprende abundantes cuadros académicos, paisajísticos, históricos, mitológicos y costumbristas.  Las obras que comento provienen del Museo Nacional de Copenhague y del Museo Nacional de Estocolmo.

1

Christoffer Wilhem Eckersberg  (1783-1853)

Christoffer Wilhem Eckersberg. Edipo y Antígona, 1812. Detalle. Museo Nacional de Arte de Estocolmo.

Christoffer Wilhem Eckersberg. Edipo y Antígona, 1812. Detalle. M.N. Estocolmo. Foto R.Puig

Cuando Eckersberg pinta este cuadro de contenido mítico reside en París. Con 29 años está buscando su camino en pleno auge del neoclasicismo en Francia. Su dominio de las luces y la sombras y de la fisionomía de las emociones se ha consolidado en contacto con la sobriedad solemne de la pintura imperial (David) y la psicología de los retratos (Gérard).

Christoffer Wilhem Eckersberg. El gobernador Lund. Detalle. Museo Nacional de Arte de EStocolmo.

Christoffer Wilhem Eckersberg. El gobernador Lund. M.N. Estocolmo. Foto R.Puig

La influencia francesa de los pintores del imperio se aprecia claramente en el retrato de este gobernador danés, cuyos cabellos están dispuestos según la moda capilar de los varones revolucionarios de la Francia napoleónica. Un retrato objetivo y realista de una autoridad que no trasluce emociones y que deja sospechar el amor por la disciplina, aunque esté por ver si lo compartían quieren fuesen sus subalternos.

Christoffer Wilhem Eckersberg. La familia Nathanson, 1818, detalle. Museo Nacional de Arte de Copenhagen..

Christoffer Wilhem Eckersberg. La familia Nathanson, 1818, detalle.  M.N. Copenhague. Foto R.Puig

No así, sino suavemente emotivos, son los rostros del matrimonio Nathanson, un detalle del gran lienzo familiar, que se retrataron con sus cuatro hijas. Hacia ellas se dirige la mirada solícita de la madre (¿reto importante el de casar con acierto a cuatro hijas?),  mientras el padre esboza una sonrisa como expresando discretamente su felicidad de pater familias a la espera de cuatro yernos convenientes.

Christoffer Wilhem Eckersberg. La familia Nathanson, 1818, detalle. Museo Nacional de Arte de Copenhague

Christoffer Wilhem Eckersberg. La familia Nathanson, 1818, detalle. M.N.Copenhague.  Foto R.Puig

Christoffer Wilhem Eckersberg. La familia Nathanson, 1818, detalle. Museo Nacional de Arte de Copenhague

Christoffer Wilhem Eckersberg. La familia Nathanson, 1818, detalle. M.N. Copenhague. Foto R.Puig

La disposición y formas de los rostros refleja el influjo de pintores como François Gérard o Jacques-Louis David, aunque sin la audacia y la solemnidad de ellos, con una contención y ternura que le fueron propias al artista danés.  Otras obras suyas lo acreditan como un virtuoso del dibujo pictórico, en el que se puede identificar la influencia de Ingres.

Christoffer Wilhem Eckersberg. Una ciociara, campesina romana, 1816. Detalle. Museo Nacional de Arte de Estocolmo.

Christoffer Wilhem Eckersberg. Una ciociara, campesina romana, 1816. M.N.Estocolmo. Foto R.Puig

Algo que está patente en el retrato de la ciociara, ataviada con su vestido regional, realizado durante el último de los tres años en que trabajó entre Florencia y Roma, si bien aquí su realismo clásico se remonta a la influencia de Rafael.

Eckersberg llegó a director de la Academia Danesa de Bellas Artes y se le considera el «Padre de la pintura danesa».

2

Christian Albrecht Jensen (1792 -1880)

Retratista prolífico, que vivió de su oficio, así como incansable viajero entre Austria e Italia, para el posaron los protagonistas de aquella época dorada de los artistas, literatos y profesionales daneses. Contrariamente a Eckersberg con su compostura neoclásica, este pintor de raigambre danesa y alemana consiguió su popularidad gracias a su habilidad para trasponer en el lienzo la varia psicología de sus personajes,

Christian Albrecht Jensen. La profesora Elisabeth Christine Sophie Horrewob,1826. Museo Nacional de Arte de Estocolmo.

Christian Albrecht Jensen. La profesora Elisabeth Horrewob,1826. M.N. Estocolmo. Foto R.Puig

Este es el caso de la afabilidad y perspicacia que derraman los ojos de la profesora Horrewob, ataviada con hábitos y cofia caseros sin prosopopeya alguna, a pesar de su estatus de docente. Cualquiera de nosotros estaría satisfecho de tenerla por tía.

Christian Albrecht Jensen. El arquitecto Konstantin Andreevich Thon, 1840.Museo Nacional de Arte de Estocolmo.

Christian Albrecht Jensen. El arquitecto Konstantin Andreevich Thon, 1840. M.N. Estocolmo. Foto R.Puig

El retrato del arquitecto Andreevich Thon rezuma energía y seguridad en sí mismo. No era para menos pues Nicolás I (1796-1855) le había confiado la construcción de la catedral de Cristo Salvador y del Palacio del Kremlin en Moscú en una época de intensa revitalización del nacionalismo ruso y de la arquitectura rusa monumental promovidos por aquel Zar del Imperio Ruso y Rey de Polonia.

3

Ditlev Blunck, (1798-1853)

De nuestro siguiente pintor sólo he elegido un detalle del retrato de un colega en artes, un joven y experto grabador, Carl Edvard Soonne (1804-1878), mucho más longevo que su retratista.

Ditlev Blunck. El grabador Carl Edvard Soonne, 1826, detalle. Museo Nacional de Arte. Copenhague.

Ditlev Blunck. El grabador Carl Edvard Soonne, 1826, detalle.  M.N. Copenhague. Foto R.Puig

Destacan en el cuadro en su totalidad los instrumentos y trabajos del grabador en cobre.

Ditlev Blunck. El grabador Carl Edvard Soonne, 1826. Museo Nacional de Arte. Copenhague.

Ditlev Blunck. El grabador Carl Edvard Soonne, 1826. Foto R.Puig

Blunk viajó y trabajó en Italia y realizó numerosas telas de estilo romántico y de contenido histórico y bíblico (misticismo nazareno). Su vida como danes fue contradictoria. De hecho, su época formativa decisiva, tras estudios de Arte en la Academia de Copenhague, fue la de Academia de Bellas Artes en Munich. Además de pasar largas temporadas de trabajo en Alemania y en Roma, en la I Guerra (1848-1852) de Schleswig (el ducado danés de habla alemana donde había nacido) combatió del lado alemán. ¿Fue ello debido a su expulsión de Dinamarca en 1841 por actos homosexuales?

4

Emilius Ditlev Bærentzen (1799-1868)

Este pintor fue inicialmente un autodidacta, empleado farmaceutico primero, funcionario danés en la isla de Sant Croix en las Indias Occidentales, que era danesa por entonces, abogado más tarde en Dinamarca, estudiante de Bellas Artes en Copenhague y al final pintor y litógrafo muy solicitado.

Emilius Ditlev Bærentzen. Familia del artista, 1830. Museo Nacional de Arte de Copenhagen..

Emilius Ditlev Bærentzen. La familia del artista, 1830. M.N. Copenhague. Foto R.Puig

Como retratista no le faltó trabajo. En el estudio que traemos aquí, están retratados su padre, sus hijos y su esposa. La amabilidad de sus retratos de familias de clase media explican su éxito.

.

Breve nota sobre la época 

La «Edad de Oro» danesa en el siglo XIX no comenzó en una época de paz. Desde 1801 los ingleses ya estaban en guerra abierta contra los daneses. Testimonio del ataque más trágico es uno de los cuadros de la exposición que hemos visitado en Estocolmo, el del brutal bombardeo británico el 4 y 5 de setiembre de 1807 de una desguarnecida Copenhague, capital a la sazón del Reino de Dinamarca-Noruega, al que la Gran Bretaña quería forzar a dejar su neutralidad en la guerra que mantenía contra Napoleón.

Christian August Lorentzen. La noche más terrible,1807-1808. M.N.Copenhague

Christian August Lorentzen. La noche más terrible,1807-1808. M.N.Copenhague. Foto R.Puig

Más de 6000 proyectiles de cañón y bombas incendiarias cayeron sobre la población matando a cientos de civiles, hiriendo a miles y destruyendo alrededor de 1000 edificios. Se considera como el primer bombardeo sobre población civil de la historia moderna.  Christian August Lorentzen  (1746-1828), el pintor de «las guerras inglesas» contra Dinamarca, retrató la tragedia a poco de ocurrir.

Un aspecto menos conocido es que los avatares de la invasión napoléonica en España se tradujeron en el envío de un contingente español en 1807 en apoyo a Napoléon en Dinamarca y contra los ingleses, que es bienvenido en las costas danesas en marzo de 1808 (13 355 hombres, 3088 caballos, 25 cañones, 116 mujeres, 69 niños y 49 criados). La historia de las peripecias de esa expedición al cambiar las tornas en España el 2 de mayo de 1808 y de la llamada, pero no ocurrida, guerra entre España y Dinamarca son complicadas y curiosas.

El siglo siguió siendo agitado y bélico para los daneses. En 1814 Noruega se desgajaría de Dinamarca para establecer una unión con Suecia. Para colmo, con la invasión prusiana,  tras una guerra desastrosa y traumática para la nación, Dinamarca perdía los ducados de Schleswig y Holstein en 1866.

Moraleja : no siempre las edades de oro coinciden con las de paz.

Nosotros continuaremos con nuestros pacíficos retratistas en las crónicas siguientes…

 

 

 

4 comentarios leave one →
  1. Mercedes permalink
    21 julio, 2019 23:35

    Qué interesante, Ramón. Desconozco absolutamente esta historia y todos estos pintores, ¡cuántas cosas por aprender!
    Esperaremos tus próximas crónicas.
    Gracias y un abrazo

  2. 22 julio, 2019 08:41

    Gracias Mercedes,
    Es una época que yo sólo conocía parcialmente (al fin y al cabo vivo en Gotemburgo), pero esta exposición de Estocolmo me ha puesto las pilas.
    Por cierto, fue Godoy (sobre el que has escrito dos crónicas recientemente) quien mandó la expedición de apoyo a Napoléon a Dinamarca y fue desde Gotemburgo de donde más tarde fueron repatriados los soldados a España.
    De tu crónica sobre Alenza (siento perderme la exposición), he de decir que cuando era adolescente vi alguna de sus estupendas acuarelas no sé donde (creo que en un libro de la casa de mis abuelos). De entonces datan mis intentos de dibujar a la acuarela, con logros muy por debajo de mis deseos.
    Un abrazo
    Ramón

  3. Bernardo Regal Alberti permalink
    24 julio, 2019 23:38

    ¡¡¡Realmente guapas las cuatro hermanitas!!!

    • 25 julio, 2019 05:22

      Confieso que me solidarizo con la mirada preocupada de la madre y siento curiosidad por saber qué fue de ellas.
      ¿Te imaginas lo mimado que estaría el padre en ese gineceo?

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