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Breverías erasmianas (V): “Faciem perfricare, frontis perfricta». ¿Volverá la vergüenza en el 2013?

9 enero, 2013
La mano en la frente.Oleo.R.Puig

La mano en la frente, 1974.Oleo.R.Puig

 

Dedicado a los funcionarios que luchan contra la corrupción

Este adagio, comentado por Erasmo en su voluminosa compilación, puede traducirse como Frotarse la cara para perder la vergüenza (I, VIII, 47).

Lo traigo a colación para mostrar como las expresiones que en nuestra lengua se refieren a la desvergüenza ya vienen de antiguo, de nuestra ascendencia latina.

Primer significado: defecto de oratoria

Dice Erasmo al comienzo de su comentario:

Desde antiguo se ha considerado a la frente como sede del pudor. Lo mismo sucede con la cara, como atestigua un proverbio que dice que en los ojos está el pudor. De ahí que sea proverbial considerar que quienes han lavado el sonrojo de su frente o de su cara han abandonado el pudor, como quien pasa la mano por su rostro para eliminar el sentido de la vergüenza. Parece que esta expresión tiene su origen en un gesto que suelen hacer algunos que, antes de hablar frente un público desconocido, se pasan la mano por la cara, como indicio de una rústica timidez que quieren así superar. Quintiliano en su volumen undécimo (Institutio oratoria, II, 3, 160) lo coloca entre los defectos de la oratoria, de los que menciona el mirar al techo  y este de  frotarse la cara para borrar el rubor y mostrase descarado

Erasmo cita a Plutarco que explica como Cicerón reconocía que a veces se sentía nervioso al ir a hablar en público y pasaba su mano izquierda por el rostro antes de comenzar el discurso (Cicerón 48, 3).

Segundo significado: expresión de la impudencia

Erasmo continúa espigando citas de los autores clásicos.

Comenta que Séneca (Cartas, 40,13) le daba a este proverbio el significado de perder el pudor, de ser un caradura:   «esos que llamamos descarados sinvergüenzas» (quod effrontes apellamus inverecundos).

Y que los romanos decían eso de “¿cómo tienes la cara de hacer esto?” (qua fronte audebis haec facere?); o, como dice Cicerón en sus Cartas a Varrón (4,29,66): “¡Ved qué enorme impudencia la de este caradura!” (hominis insignemque impudentiam cognoscite).

Ese mismo insigne tribuno decía en sus Filípicas (5,6,16): “¡Tiene tanta cara como indecencia!”; y en De oratore (1,38,175):”¡Qué caradura ha de tener el abogado para osar ocuparse de esos casos sin conocimientos de jurisprudencia!” (sine ulla scientia juris).

En este comentario Erasmo no explicitó moralejas para sus contemporáneos, las supuso obvias. Siempre ha habido quienes van perdiendo los escrúpulos a base de pasarse la mano por la frente para borrar cualquier posible rubor.

Algo así pregona un refrán castellano: “Dos pocos y un mucho hacen al hombre rico: poca vergüenza, poca conciencia y mucha diligencia”.

El prócer ricachón. Dibujo de  Holbein en Elogio de la locura. "Proceres aulicos gemmis insignes"

El prócer ricachón. Dibujo de Holbein en Elogio de la locura. «Proceres aulicos gemmis insignes»

Corolario

En estas últimas décadas la desvergüenza ha acarreado desastrosas consecuencias económicas y sociales en España. Pero, si de este mal puede reseñarse algún bien, quizás sea que a algunos, que hasta hace poco iban por la vida con la cara lavada y la impudencia en el ojal, cosechando triunfos y “dando pelotazos”, y que se sentían envidiables, les han empezado a sacar los colores.

Mientras no les pillasen eran los “winners”. Los demas, la plebe de los que no se enteraban, eran los “losers”. Hoy no pasa un día sin que los periódicos den cuenta de sonados sonrojos. No voluntarios, claro, sino gracias a la labor callada de esos funcionarios cuyo cometido es perseguir la corrupción y siguen en ello aunque no les vayan a ingresar la paga de Navidad .

Cuando, por la desfachatez y la ambición desmedida de los que buscan el máximo beneficio enseguida y como sea, la cosa pública se va al garete, lo insospechado comienza a aflorar.  De fachadas que parecían inmaculadas y respetables está rebalsando la podredumbre y a algunos ilustres inverecundos se les empieza a caer la cara de vergüenza.

No siempre iba a ser cierto el cínico refrán que afirma que “la vergüenza perdí y nunca me arrepentí”.

¡Deseemos que vengan tiempos mejores, pero ojalá que ello no signifique la vuelta a la impunidad de quienes, sin rubor en el rostro, desvalijan el bien común! (pues ocurre también que su propio partido devuelve lo robado y nadie asume las consecuencias, basta con pasarse la mano por la cara)

En todo caso no se pueden arreglar las cosas con buenos deseos.

El pasado 23 de diciembre,  leí un artículo de Jordi Gracia, sensato y propositivo, donde dice, entre otras cosas:

No sé demasiado bien qué es un pacto de Estado, pero estoy seguro de que sí lo saben quienes pueden fabricarlo: el poder empresarial, el político y el mediático, sobre todo si este último fortalece una función pedagógica y analítica que demasiadas veces se ha dejado teñir de propaganda o contrapropaganda pura.

http://elpais.com/elpais/2012/12/13/opinion/1355422610_014114.html

No sé cuántos de los dirigentes de esos tres poderes conservan el pudor y además son capaces de poner en marcha el saneamiento democrático que desea el articulista. Queremos que en el año que comienza esos líderes dejen de mirar al techo,  sientan de verdad sonrojo ante la situación a la que hemos llegado,  miren a sus conciudadanos a los ojos y se pongan manos a la obra, superando las estrechas miras de los intereses creados, el partido o la ideología.

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