Breverías erasmianas (I). “Terrae filius”
Dedicado a Fernando Savater
Debe ser cosa del otoño que, en estas playas de la Marina Alta, se ha presentado sin avisar. La repentina mudanza del mar parece una incitación a que nos abandonemos al flujo de las estaciones.
Puede también que sea el viaje de Escandinavia a España por el Mosela y la Borgoña y alguna botella de vino que trajimos de Ambierle, o pudiera ser la vendimia y su mosto a los que unos amigos nos invitaron hace unos días en el poble nou de Benitatxell.
El caso es que más allá de los lugares físicos y geográficos hay lugares o loci mentales y que hace ya tiempo que deseaba comenzar a resumir en este blog algunos de los comentarios que Erasmo de Rotterdam escribió sobre los proverbios greco-latinos. Comenzó ese libro para ayudar a sus alumnos de retórica y para ganar algún dinero cuando andaba lampando por París en el año 1500. Primero publicó una colección de 838 adagios, brevemente explicados en su Adagiorum collectanea. En Venecia en 1508 la colección pasó a llamarse Adagiorum chiliades («Millares de adagios»).
Tras nueve reediciones, a su muerte en 1536, la obra de los Adagios llegó a incluir 4151 adagios con comentarios histórico-filológicos, aunque, además, glosados con inspirada vena crítica, también aluden con frecuencia a sus propias vivencias y a la actualidad político-social y religiosa de su época. Esta es la primera de mis BREVERÍAS ERASMIANAS a partir de los comentarios de Erasmo.
Terrae filius: hijo de la tierra (Adagio I viii 83)
Comenta Erasmo que, antiguamente, aquellos hombres de los que no se conocían ancestros, las gentes de oscuro origen, eran llamados “hijos de la tierra”, significando así que la paternidad de todos está en la tierra, o, dicho de otra forma, que el origen de los seres humanos es el suelo de la Tierra.
En definitiva, que todos venimos de ese humus común.
En la glosa de este proverbio, el humanista cita entre otros a Cicerón, a Juvenal y a Eurípides. Este último usa la expresión “hijo de la madre tierra”. También cita al poeta Persius, quien ironiza sobre la vanidad del remontarse a los ancestros, pues al final somos “todos hijos de la tierra”.
En Grecia y Roma
Comenta Erasmo que
En las obras de Pausanias, Estrabón y otros autores similares leemos que a ciertos pueblos se les llamaba autóctonos porque no situaban su propio origen en otro lugar del mundo, como hace la mayoría, sino que preferían que se les considerase como nacidos del suelo en su sentido material. De esta clase eran los atenienses. Quienes de ellos se habían hecho famosos por su valor y no por ilustres blasones familiares, eran llamados novi homines, hombres nuevos.
En Roma, la expresión ‘hombres nuevos’ se usaba para designar a aquellos que se habían dado a conocer por sus buenas cualidades, aunque hubieran nacido en una familia irrelevante. Cuando para mofarse de Cicerón le colgaban ese epíteto, él lo reivindicaba como una distinción.
En la España de estos días
Comienzo mi serie de breverías erasmianas por el adagio “Terrae filius”, motivado en parte por la movida rediviva de las identidades en Cataluña. Da la casualidad que es de allá precisamente de donde mi abuelo catalán vino a vivir a Madrid .
La batalla de las credibilidades se está enconando en España y, como decía hoy en El País el historiador Santos Juliá, “es en este punto donde el entusiasmo de los intelectuales resultará decisivo, porque solo ellos podrán dar credibilidad a la gran mentira del nacionalismo: que la nación una, la identidad una y la pertenencia única son los fundamentos de la libertad”.
Me imagino lo que diría Cicerón, aquel novus homo, de esas machaconas invocaciones a una nación, una identidad, una sola pertenencia. Para Erasmo de Rotterdam los afanes nacionales de los gobernantes de su época eran una de las causas principales de las miserias de su siglo.
¡Excelente comentario y magnífica idea la de estas «breverías»! Asumo además, querido Ramón, todas tus palabras, de la primera a la última línea. ¡Cuánta materia (aunque sea un tópico decirlo) habría tenido Erasmo para un Elogio de la estulticia en nuestros días!
Abrazos,
Joaquim
Gracias Joaquim,
La verdad es que tengo varios de los adagios de Erasmo en lista de espera, pero las últimas bravatas irresponsables que están lanzando algunos que deben su cargo a la Constitución, me han animado a abrir la serie de las «breverías erasmianas» con este adagio.
Si hubiera un Balzac español o un nuevo Galdós en nuestros días, seguramente tendrían materia para escribir alguna gruesa obra que novelase la crónica de la podredumbre ramplona (el «bourbier» que diría el autor de la Comedia humana) en la que ciertos electos están chapoteando satisfechos.
Lamento no poder pasarme a verte esta vez.
Un fuerte abrazo
Ramón
Querido Ramón:
Bien provisto de agudeza, como tuyo, tal vez fuera de interés que los quincemeros, agobiados y otros defraudados en general aludiéramos/reflexionáramos de vez en cuando a, y sobre el fondo de, tu erasmiano adagio de hoy.
Por cierto, se me ha «escurrido» que quizá hubiera sido pertinente alguna referencia al Génesis, ¿no?
Abrazo
Manolo
Muchas gracias, querido Manolo, estoy de acuerdo. El Génesis tiene los mejores «microrrelatos» (esas breverías narrativas que ahora están de moda), además con mucha miga.
Por poner un ejemplo, se podría escribir mucho sobre la famosa quijada de burro que Caín usó para matar a Abel, El agricultor que se carga al pastor con la quijada de un animal doméstico…
Por no hablar de la Leyenda áurea, que es un filón.
En fin «Terrae filius» tiene también su vertiente ecologista, pero esto puede quedar para otra ocasión, pues ahora me voy a cuidar el «compost»… 🙂
Un abrazo
Ramón
Eres hijo de la tierra más pura y por eso cuidas el compost y nos traes estas Breverías Erasmianas que son germen de otras luces y otras semillas. A veces no te leo porque los momentos complicados aplastan y cuando me dedico a este fervor por ir al más allá de tus escritos, se me mueve todo el piso.
Gracias Guillermo, aquí en estas playas se supone (aunque lo dudo) que el ayuntamiento se encarga de compostar lo que nosotros colocamos en los contenedores pertinentes. No te preocupes, yo también leo tu bitácora por rachas y mi piso se mueve porque lo que tú escribes es como una voladora alfombra mágica. Por eso te agradezco doblemente tus comentarios. Sigamos con nuestro fervor mientras las fuerzas nos alcancen.