Archivos romanos (III): Giorgio De Chirico en el Museo Carlo Bilotti o la decadencia de una idea
Cuando un artista ha dedicado casi setenta años a la pintura no se le puede clasificar fácilmente. Sin embargo, Giorgio De Chirico (10 de julio 1888 – 20 de noviembre 1978) se etiquetó a sí mismo ya desde sus comienzos, poco después de su sonada irrupción en el mundo de las vanguardias en 1909 y en especial cuando lanzó su “escuela metafísica” junto con el futurista Carlo Carrà, después de que se conocieran en el hospital de campaña de Ferrara. La guerra real era muy diferente a la poetizada por Marinetti, así que mejor dejarse de ensalzamientos bélicos y buscar otros derroteros menos sangrientos.
De Chirico pretende revelar lo que de “fantasmal y metafísico” se esconde tras las apariencias y se dedicará desde muy pronto a plasmar en sus telas y esculturas algo que –según él- sólo algunos individuos privilegiados son capaces de observar “en momentos de clarividencia y abstracción”. De un romanticismo simbolista pasó sistemáticamente a desvelar en su pintura todo lo que de extraño sale de las trastiendas de lo cotidiano, anticipando así el surrealismo.
La llamada “pintura metafísica” tuvo éxito y su influencia temática, sus conceptos, su forma de reinterpretar los espacios de la pintura del Trecento italiano y del clasicismo más emblemático, fueron copiados y re-copiados por muchos pintores, ilustradores, grafistas y arquitectos, hasta el punto de determinar la orientación estética de la época fascista. De Chirico fue también escultor, grabador y escenógrafo, polivalencia que caracterizó a los artistas de las vanguardias.
No hablo aquí de toda la pintura de De Chirico, muchos de cuyos cuadros me fascinaron de joven y sobre la que sería por mi lado temerario disertar.
Me limito a dejar un testimonio de mi visita al Museo Carlo Bilotti, que se encuentra dentro del parque de Villa Borghese en Roma, a unos diez minutos a pie del Piazzale Flaminio.
Las obras del “metafísico” De Chirico que se guardan en esta colección corresponden a sobre todo las dos últimas décadas de su aventura intelectual y poética, cuando ya se dedicaba a copiarse a sí mismo y a realizar sus últimos autorretratos (se pintó centenares de veces).
En aquellos años el desencanto del mundo y la nostalgia de lo clásico se vuelven a reflejar en su obra, aunque los defectos de su técnica pictórica se acentúan. Más que él mismo parece el plagio de sí mismo.
Digamos de paso que falsas obras de De Chirico proliferan por el mundo y son de laboriosa identificación, sobre todo porque, obtenida la resonancia internacional, su virtuosismo decayó.
No es difícil encontrar pintores y críticos que opinan que Giorgio De Chirico, desde un punto de vista técnico, fue a menudo un pintor descuidado e incluso deplorable, y no porque no se hubiese formado con rigor ¿Anticipó de este modo un “arte conceptual” en el que la idea es más importante que la calidad de la ejecución?
En cierto modo volvemos a toparnos con el dilema entre calidad técnica del proceso, del tratamiento y de los materiales de la pintura e innovación temática y conceptual.
Hay quienes –los menos- consiguen aunar las dos cosas, hay quienes descuidan o martirizan la técnica en beneficio del impacto de las ideas y también, al contrario, aquellos cuyo admirable virtuosismo y calidad técnica se empantanan en la insulsa repetición y en el desmayo de sus contenidos.
La verdad es que a lo largo de una extensa carrera un mismo artista puede crear obras deudoras de todas estas tesituras.
Para mantener siempre al 100 % tanto la calidad de ejecución como de idea hace falta, por poner un ejemplo, ser otro Caravaggio
En cualquier caso hay críticos que opinan que esta última etapa del viejo De Chirico es un ejercicio de auto-ironía, lo que disculparía sus imperfecciones. Su aparente dejadez sería voluntaria. Pero la verdad es que algunos detalles de estos cuadros del Museo Billoti habrían conducido a un estudiante de Bellas Artes a un suspenso seguro.
Giorgio De Chirico escritor y teórico:
…nella parola «metafisica» non ci vedo nulla di tenebroso; è la stessa tranquillità ed insensata bellezza della materia che mi appare «metafisica» e tanto più metafisici mi appaiono quegli oggetti che per chiarezza di colore ed esattezza di misure sono agli antipodi di ogni confusione e di ogni nebulosità»
…en la palabra “metafísica” no veo nada de tenebroso; es la tranquilidad y la insensata belleza de la materia las que en sí mismas se me presentan como “metafísica” y más aún me aparecen como metafísicos aquellos objetos que por la claridad del color y la exactitud de medidas están en las antípodas de toda confusión y de toda nebulosidad
de «Noi metafisici» (“Nosotros los metafísicos”) 1919
Todavía hoy se siente la influencia de sus ideas en pintores italianos contemporáneos que exponen actualmente en Roma, pero de eso hablaremos otro día…