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TRENES DE LEJANÍAS

12 enero, 2011

De Gandía a Valencia


La ventanilla del tren, en especial de los que no corren demasiado, se presta a la contemplación y a la evocación. El automóvil nos da la libertad de detenernos donde queramos. El avión sirve para adiestrar nuestra paciencia o nuestro espíritu zen, el chán de los chinos (valga la expresión como tributo a nuestros benefactores orientales y a la alianza de civilizaciones). Entre las virtudes cardinales que el catecismo tomó de Platón debería estar la paciencia, que además era la que más nos hacían ejercitar en el colegio en los concursos de memorización del Ripalda

Pero el tren – ¡oh el tren! – (no el AVE que es otra cosa) ¡el tren sirve para dar alas al alma!

Aunque el tren de Gandía a Valencia sea un tren “de cercanías», en verdad también te aleja. Todos los trenes son a la vez de cercanías y de lejanías. Te acercan al lugar adonde quieres llegar y te alejan de aquel otro que a menudo te cuesta abandonar.

Por la ventanilla se van también desplegando extensas perspectivas: lejanías de Levante, de la meseta norte, de la Cataluña pre-pirenaica, de los olivares béticos, de las planicies manchegas, de los Monegros…  El domingo, antes de ser empaquetado en el avión que me expediría a Roma, desde el tren que me acercaba a Valencia y me alejaba de Els Poblets, del lado del mar, ya después de Cullera, se adivinaba el espejo de la Albufera y los arrozales desfilaban en diferente sazón. ¡Los variados estados del arrozal valenciano!

Un pez voraz

Desde Roma (lo prometido es deuda) os cuento lo del famoso pescado de San Bennone (o San Benno). Este obispo de Meissen en la Alemania de fines del siglo XI anduvo a la greña con el emperador Enrique IV por diversas cuestiones políticas, en un tiempo en que todos los que tenían poder lo tenían por derecho divino, ya fuesen reyes, emperadores, obispos o papas, lo cual daba lugar a no pocos conflictos, pues se trataba de ver quién era el que sacaba más pecho.

En una de estas, nuestro obispo Bennone fue expulado de Meissen, no sin antes, enfurruñado, arrojó las llaves de la catedral al río, solemne gesto simbólico de ‘tierra mojada’ que se supone privó a los fieles del acceso a la catedral durante unos años. Cuando, tras cambiar de chaqueta dos veces (a favor del antipapa y luego del papa), pudo volver a su puesto, pidió que le pescaran un pez. Por obra de birlibirloque las llaves que había tirado estaban en las tripas de ese pescado.

Con tales antecedentes no es de extrañar que después de su muerte hiciera milagros, con suficiente constancia como para que le canonizasen, justo en la época en que Lutero despotricaba contra el culto de los santos. Ya sabemos que Roma es experta en canonizaciones políticamente inoportunas. Así que el gran reformador se enfadó mucho y no pasó mucho tiempo sin que la tumba de San Bennone fuese concienzudamente destruida, aunque las reliquias (no se sabe si también la raspa del pescado) se pusieron a buen recaudo en Munich. En agradecimiento la capital de la cerveza promovió una marca de birra con su efigie. Lógicamente es el patrón de los pescadores, aunque ahora los peces no comen llaves de hierro sino mercurio.

A la derecha la fachada de Santa Maria dell’Anima en la calle del mismo nombre

La iglesia de Santa Maria dell’Anima es la iglesia de los alemanes en Roma, por lo que es lógico que el cuadro de San Benno, con su pescado y sus llaves esté en ese templo. Fue pintado por el veneciano Carlo Saraceni entre 1616 y 1619. Se puede ver en la primera capilla lateral a la derecha según se entra. La calle lleva el nombre de la iglesia y está junto a Piazza Navona.

No se sabe de qué raza era el pescado de San Benno, pero pienso que era un tipo de carpa ‘ferrófaga’ que ha pululado desde hace siglos por los ríos de Europa. Después de la batalla de Puente Milvio (es un puente que puedo ver desde mi balcón), de la que ofrezco un detalle tomado de un cuadro de Giulio Romano, basado en una composición de Rafael,el pez de marras debió darse un atracón de chatarra.

Este tipo de peces se había acostumbrado a comer cotas de malla, hebillas, estribos, puntas de flecha, yelmos, rodelas y hasta espadas toledanas, así como las llaves de casa que a veces se les caían al agua a los sefardíes expulsados de su España natal y, sobre todo proyectiles y balas, muchas balas. Gracias al ardor guerrero de generaciones de reyes, emperadores, generales y generalísimos, ‘fürheres’ y ‘duces’, y al masivo negocio de la ferretería bélica, siguieron engordando en los ríos de Europa durante siglos hasta después de la II guerra mundial.

Por un lado es una muy positivo que desde hace unas décadas los europeos no sembremos nuestros ríos del territorio de la UE con restos de batallas, aunque por desgracia se pueden encontrar productos bélicos made in Europe en el fondo de otros ríos del planeta. Resulta también preocupante que, según importantes zoólogos, estos bichos se hayan reciclado y ahora coman latas de bebidas, además de bolsas y botellas de plástico. ¡San Bennone ora pro nobis!

Del sepulcro de un papa a la popular calavera

Aparte del San Benno, en este templo hay otras obras de interés.

Destacaré el grupo sepulcral a la derecha del altar mayor, la tumba del papa Adriano VI de Utrecht, muerto en 1523 a los trece meses del inicio de  su pontificado.El diseño del mausoleo es de Baldassarre Peruzzi.

Adriaan Florensz (que este era su nombre original) además de preceptor de Carlos V fue amigo de Erasmo de Rotterdam. No obstante, el humanista no quiso instalarse con el papa en Roma para apoyarle en su lucha contra la Reforma. Las tiaras pontificias no cuadraban demasiado con las ideas reformadoras de Erasmo.  Antes de ser papa, siendo ya obispo de Tortosa y como regente en España dirigió los comienzos de la represión de los levantamientos comuneros de Castilla.

Una Pietá, copia de la de Miguel Ángel por su contemporáneo Nanni di Baccio Bigio, ocupa la cuarta capilla de la derecha.

Llama también la atención el Cristo muerto de Francesco Salviati en la cuarta capilla de la izquierda.

Por último, el símbolo de la vanitas (¡y de los piratas!) que he fotografiado en esta iglesia. Es frecuente en los templos de Roma. Calaveras, con tibias cruzadas y sin ellas, las hay en Roma para todos los gustos, sobre las lápidas, entreveradas en los bajorrelieves o, con rigor anatómico, encima de las cervicales de algunos esqueletos de mármol. No descarto volver al tema cuando me dé una vuelta por la Basílica de San Pedro.

La verdad es que estas calaveras me producen cierta nostalgia, pues me retrotraen a los ejercicios espirituales que en la capilla del colegio de Areneros de Madrid nos dio el R.P.Estanislao Ilundaín S.J. en tercero de bachillerato, allá por 1957. El punto álgido fue el apagón de todas las luces de la capilla, excepto una vela que iluminaba desde abajo un cráneo bien realista (como además era nuestro profesor de ciencias naturales debía de tener acceso al armario de los huesos). El terror a morir en pecado mortal flotaba en el aire con el olor a cera.

2 comentarios leave one →
  1. 17 enero, 2011 19:06

    Hola !

    Bueno gracias a tus fotos del arte romano podemos darnos cuenta de la gran simbologia ocultista que exuda esa ciudad aunque no creo que tanto como Venecia! Sigue con tus reportajes artisticos , creo que vas a ganar adeptos!

    Un abrazo!

    • 17 enero, 2011 20:44

      Todo significado iconológico tiene algo de desconocido mientras alguien no lo estudie y lo explique. La iconografía que se puede encontrar en Roma, sea etrusca, romana, cristiana, renacentista, neoclásica, etc. ha sido materia de innumerables estudios, con lo cual no es tan oculta como puede parecer a quien la aborda de primeras. En cualquier caso siempre se pueden ampliar los estudios para encontrar la explicación a significados que no estén totalmente claros.

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